Enrique Stola: Feminismos, DD. HH., Igualdad como principio de la acción y Libertad

Profundo malestar ante toda situación de dominio capitalista-socio-cultural-moderno/colonial, la dominación masculina y las trampas de la cultura patriarcal-machista-racista.

Categoría: Violencia masculina intragénero

Con relación al crimen de Fernando Báez Sosa, aquí van mis respuestas completas al reportaje publicado el 15/01/2023 por «El Editor», dado que en la edición eliminaron nociones y conceptos que considero importantes.

Periodista Fernanda Sandez. (al final de mi publicación está el link de El Editor)

1.- Desde el punto de vista de las masculinidades, ¿cómo podemos leer el crimen de Fernando Báez Sosa? 

Desde que surge el conflicto dentro del local Le brique hasta este momento del juicio (12 de enero) los acusados vienen cumpliendo con lo que se espera de un macho en nuestras sociedades: varones que atacan con violencia física y verbal, gritos descalificatorios de contenido clasista-racista y la expresión de emociones y sentimientos que tienen que ver con el sentirse machos. Se identifican como grupo y cada uno con el grupo, debiendo mantenerse la lealtad y no expresar otras emociones y sentimientos que demuestren “debilidad” a la mirada de los demás. Agredir violentamente, vencer al otro y sentir que individualmente y como grupo son poderosos es parte de los rituales de reconfirmación de la propia masculinidad, tal como lo exige la sociedad patriarcal.

    2- ¿Cuánto se avanzó en el combate de estos estereotipos? Porque uno de los agresores, de hecho, en uno de sus chats, comentó «sin piñas no hay alta noche».

    La expresión es asumida por miles de pibes en nuestro país, que consideran que la pelea y el sometimiento de otros es parte del divertimento. Debemos considerarlo una práctica masculina que además ratifica su idea de qué es ser hombre: “somos machos”. Es parte de la socialización masculina y, aunque un porcentaje de varones ha roto con esos patrones, lo cierto es que la sociedad sigue produciendo, recreando y sosteniendo la mentalidad patriarcal, la dominación masculina y la hegemonía de estereotipos que siguen colocando en situación de subordinación a las mujeres y a las personas trans-travestis y no binaries. ¿Conocemos políticas del Estado dirigidas a modificar la mentalidad machista, que apunten fundamentalmente a los varones y que sean sostenida por todos los ministerios? No existen. En la actualidad ni siquiera se cumple en todas las escuelas con la Educación Sexual Integral (ESI) mientras la perspectiva de género es desconocida por la mayoría de les profesionales que producen las universidades.

    3- Usted intervino como perito en el juicio político al juez Carlos Rossi que liberó a quien finalmente termino siendo el femicida de Micaela García. ¿Podemos ver sesgos patriarcales también aquí? ¿En qué detalles? 

    El juez, como era de esperar, fue absuelto por la defensa corporativa de la institución judicial. Lo patriarcal se expresa en la estructura socioeconómico-cultural, instituciones estatales y no estatales, prácticas sociales y en los vínculos afectivos. La gran lucha que vienen sosteniendo los feminismos ha permeado los discursos sociales y producido fisuras en lo patriarcal de las instituciones, pero sólo ha modificado las practicas sociales en un amplio segmento de mujeres, en porción menor en el sector LGTBIQ+ y muy poco en la estructura ideológica que sostiene el sistema de creencias masculinas. Los femicidios, transfemicidios, travesticidios, el altísimo nivel de violencias machistas, la trata de personas con fines de explotación sexual de mujeres, niñes, trans-travestis, la pornografía como educación sexual, la explotación reproductiva (alquiler de vientres), la cultura prostituyente, el racismo y el clasismo, son indicadores de lo mal que estamos. Además, estamos viviendo una época de ataque de los sectores reaccionarios a las conquistas logradas y a los derechos humanos de mujeres, niñes, trans-travestis-no binaries, movimientos sociales, pueblos indígenas y pobres. 

    El asesinato por la acción violenta de un grupo de varones, como el que nos ocupa, es la consecuencia de la acción extrema de formas de reafirmación de la masculinidad y nos muestra el riesgo que corren muchísimos adolescentes y jóvenes adultos cada semana. Se ha calificado en varios medios de comunicación este asesinato como clasista y racista. Estoy de acuerdo con el uso de esas categorías para analizar lo sucedido. No importa la clase social a la que pertenecen los rugbiers, lo que importa son los calificativos racistas usados como el “negro de mierda”, que como señala Achille Mbembe va más allá del color de la piel, se extiende a todos lo que son pobres y en nuestro país a quienes pertenecen a determinada posición política. En ese acto de agresión, ellos actuaron en sintonía con el disciplinamiento clasista y el supremacismo blanco que atraviesa a nuestra sociedad.

    4- Se ha construido, en espacial desde los medios, la idea de estos asesinos como «monstruos», «lobos», «manada. Al animalizarlos, los convertimos en algo que nada tiene que ver con nosotros. ¿Cómo es ese mecanismo? 

    Mientras los ricos o las clases dominantes tienen afinados mecanismos de ocultamiento de las violencias que ejercen, por el contrario, vemos muchas veces que en un barrio al ser descubierto un agresor sexual los vecinos tratan de hacer justicia por mano propia, entonces suelen quemar la casa donde el acusado vive o donde se refugió. La rebelión y el fuego actúan como un “purificador” social, una performance que los hace sentir diferentes y ratifica la idea de que quienes castigan no tienen ninguna responsabilidad en la violencia sexual machista y que sus conductas no tienen nada que ver con ese personaje calificado de monstruo, que es lo diferente y que no integra un nosotros. Lo mismo parece estar ocurriendo aquí y ahora con gran parte de les periodistas y la población que están siguiendo el juicio: mientras se espera de los acusados gestos que paradójicamente la sociedad les enseñó que no debían hacer si eran “hombres”, a la vez en las redes y en comentarios informales se les desea y pronostica que nada bien la van a pasar en la cárcel mientras otros dicen que se merecen que les “rompan sus blancos culos” o “le hagan sangrar el orto”. Llegamos a ver en Crónica TV a un periodista, corresponsal para el juicio, mostrando un frasquito de vaselina diciendo que los acusados debían prepararse para ir a la cárcel (11/01 emisión horario nocturno), todas afirmaciones que son la expresión vulgar del sostenimiento de la cultura de la violación. En un mismo acto, la mayoría siente que no tiene ninguna responsabilidad, desde sus creencias y prácticas cotidianas, de las conductas agresivas ejecutadas por el grupo juzgado, aunque gran parte de esos observadores se opongan a la Educación Sexual Integral, a los derechos de las mujeres y LGTBIQ+, aunque diariamente hablen de “los negros de mierda, planeros y vagos”, o exploten a mujeres o le expropien el tiempo a su pareja que se hace cargo de los cuidados en el hogar. El juicio ha permitido que durante varias horas al día gran parte de los televidentes sientan que son las y los buenos, se sienten modelos de ciudadanía en la sociedad argentina.

    5– Dos crímenes, dos víctimas y dos desenlaces: Nahir Galarza -sentenciada a perpetua velozmente- y ocho criminales sin condena luego de tres años. ¿Cómo podríamos entender eso?

    Cada vez que una mujer comete un delito que normalmente realizan los varones, los dispositivos que garantizan la dominación masculina se activan al máximo, la publicidad y el sensacionalismo destrozan la vida de la mujer, la que es expuesta como si estuviera en la Edad Media y la hicieran caminar desnuda rumbo al cadalso. Cuando llega al Poder Judicial tiene altísimas posibilidades de ser procesada y juzgada, que es lo que ocurrió con Nahir, por funcionarios de mentalidad machista aunque éstos estén legal y éticamente obligados a tener perspectiva de género. 

    Un juicio con sesgo machista y rápida condena dejó la sensación a quienes participaron de que eran eficaces agentes de justicia y a la sociedad patriarcal que era un justo acto de disciplinamiento a esa mujer y a todas aquellas a “las que se les va la mano con el feminismo”. Si bien fue llamativa la rapidez en el juicio a Nahir y aunque para el tribunal Superior de Justicia de Entre Ríos es una muestra de lo bien que ellos trabajan (¡!), también hay otros casos de mujeres donde se alargan la posibilidad de ser juzgadas a límites insoportables para ellas, como es el caso de Michelle Youayou en Ciudad de Buenos Aires, madre protectora, mujer pobrísima, negra, francesa y sin recursos ni ayuda en Argentina mientras el  juez Paduczak, del TOC 22, no concreta su juicio sin importarle su situación vital lo que ya constituye una pena accesoria previa.

    6- ¿Por qué nadie intervino? ¿Cómo nadie pudo organizar algo y meterse a frenarlos?

    No tengo una respuesta a esta pregunta. He visto videos de otros grupos de machitos agrediendo y las escenas son confusas cuando otras personas tratan de detener las agresiones. De igual manera, especialmente entre adolescentes, hay otros de su edad suelen estimular la pelea. Desconozco qué pasó con cada observador/a en esa trágica noche, más allá de lo que se conoce sobre el rol de algunos integrantes del grupo controlando para que los amigos de Fernando no intervinieran.

    7- Mataron en banda a una persona indefensa. ¿Por qué creemos que de la cárcel saldrán mejores?

    Las cárceles de Argentina no son para recuperar a nadie sino para el castigo, según la concepción reinante desde hace siglos y que atraviesa estas instituciones de encierro. Los avances sobre Derechos Humanos no alcanzan a la población carcelaria, ocupada como en todo el mundo capitalista fundamentalmente por pobres, negros, marrones, gitanos, etc. 

    No se conocen públicamente evaluaciones periciales psiquiátricas ni psicológicas de “los rugbiers” y desconocemos los recursos congnitivo-afectivos y materiales que tienen, por lo que es difícil hacer un pronóstico. Hay colegas que están hablando sobre sus estructuras de personalidad y/o patología mental, lo que me parece lamentable. No es ético hacer diagnósticos clínicos de las personas sin evaluarlas con las metodologías adecuadas en la práctica psicológica y psiquiátrica. Decir públicamente que son psicópatas o perversos es tirarles por la cabeza teorías sin el menor anclaje en la realidad psíquica de los acusados. Situación diferente tienen las y los criminólogos, cuyos criterios les permiten hacer evaluaciones con la información existente. En general las conductas violentas se pueden desaprender o controlar, hay que apostar a brindar los recursos para que eso suceda.

    8- ¿Qué lectura hace de esos padres y madres que hablan de «tragedia» o de «desgracia».

    Me es casi imposible explicar sus conductas (explicar no es justificar) sin conocerles. Sí me atrevo a inferir que ninguno/a de ellos/as cree que su hijo agredió con el fin de asesinar, de allí que hablen de tragedia o desgracia. 

    Sobre lo que sí puedo opinar es acerca de los cuestionamientos que se le hacen a las familias cómo responsables de la educación de los acusados. 

    El culpar al grupo familiar o personas cuidadoras de la conducta de sus hijos es producto de una concepción que ve la red familiar como algo desconectado del entramado social y de los discursos dominantes. Esta perspectiva es muchas veces producto de una ideología conservadora y en otros de la ignorancia. 

    Hay una multitud de factores y posibilidades que se dan en cada persona, en cada singularidad y que explican su conducta. Observemos la edad que tienen los integrantes del grupo y qué ha sucedido en nuestras sociedades en este siglo. 

    A pesar de la resistencia de muchas personas y grupos solidarios, cada día se fracturan más los lazos comunitarios mientras el neoliberalismo como paradigma civilizatorio entroniza el individualismo, el egoísmo, la competencia y la meritocracia. Hubo en los últimos veinte años un profundo cambio en el proceso de subjetivación social producto de internet y la cultura material, por lo que les niñes y jóvenes tienen una multiplicidad de estímulos y opciones de diferentes creencias y valores/disvalores que pueden alejarlos totalmente de las creencias que sostienen sus madres y padres.

    Entonces, culpar a las familias de los agresores me parece un acto de discriminación, de castigo social hacia ellas y de un “lavado de manos” del grado de responsabilidad que todes tenemos en nuestra sociedad de acuerdo con el lugar que ocupamos, cuando sostenemos creencias y prácticas sociales que mantienen las estructuras de dominación social produciendo dolor y desesperanza.

    9- ¿Por qué después de lo de Fernando nadie se siente a salvo?

    Por qué el asesinato de Fernando se constituyó en un caso paradigmático y de alto impacto social requiere un estudio pormenorizado desde las ciencias sociales. Han sucedido y suceden diariamente hechos que nos deberían conmover, pero no ocurre así. En estos días hay información de ataques en patota a jóvenes en Córdoba, Cañuelas, Gral. Villegas y seguramente deben existir más hechos no denunciados ni publicados en redes. 

    Es cierto que las familias con adolescentes y jóvenes adultos tienen suficientes motivos para tener miedo de que sus hijos vivan una experiencia límite. El Estado tiene aquí una tarea que cumplir y los ministerios de seguridad deben darse una estrategia ante esta realidad. Son necesarias políticas sostenibles en el tiempo que tiendan a modificar comportamientos violentos, sexistas y racistas.

    10- A poco del crimen, el boliche reabrió y la gente fue a bailar, ¿Como se compatibiliza la solidaridad con gestos de indiferencia como éste?

    No se compatibilizan y eso es lo que sucede diariamente con todas las dolorosas situaciones que no impactan socialmente. El asesinato de Fernando y el retorno de jóvenes para bailar en el mismo boliche, cosa luego imposible por la clausura del local por el impacto afectivo que el hecho provocó en la población, fue un indicador de cómo estamos como sociedad. Nos “acostumbramos” a las diferentes violencias cotidianas; no nos indignamos ante la situación de los cuerpos que no importanlas personas desechables; dejamos por ejemplo que el Poder Judicial sea un espacio de alto riesgo para madres-protectoras y sus hijes; aceptamos que la posibilidad de justicia no exista para les pobres; nos parece natural que el sexismo, el clasismo y el racismo se desplieguen casi sin límites. A veces somos solidarios y otras veces nos disociamos y somos indiferentes. Estamos diariamente sobreexigidos para sobrevivir. Nuestras conductas en general son contradictorias, los grises de diferente intensidad nos impregnan.

    «Enrique Stola: la sociedad sigue produciendo y sosteniendo la mentalidad patriarcal»  Publicado por El Editor, 15 de enero 2023. Periodista Fernanda Sánchez.

    https://www.eleditor.com.ar/nota-enrique-stola-la-sociedad-sigue-produciendo-y-sosteniendo-la-mentalidad-patriarcal-1644

    “El patriarcado está produciendo nuevas masculinidades permanentemente”

    Publicado en Diario Femenino, Argentina, junio 6, 2020 21:19

     

    El patriarcado está produciendo nuevas masculinidades

    Enrique Stola reflexionó en una charla con Diario Digital Femenino sobre las nuevas masculinidades, el capitalismo y la estimulación de la práctica prostituyente como forma de reconocerse como varones, el rol de la pornografía en la educación de niños y adolescentes, y la resistencia de las instituciones a la aplicación de la ESI.

    Ilustració de Portada: Luis Cruces Gómez

    Lenny CáceresPara ampliar la charla de zoom propuesta por Monique Altschul de MEI (Fundación Mujeres en Igualdad), con Marta Fontenla, Susana Chiarotti, y muchas compañeras, más introdujiste una mirada distinta acerca de la masculinidad hegemónica. Vos hablas del capitalismo financiero, de cómo al salir la mujer a trabajar, más la lucha de las mujeres, al hombre le queda  un fantasma de macho y que crea la recompensa simbólica ¿Podés ampliar esa idea?

    Enrique Stola: Es un aporte de Beatriz Gimeno, de España, lo del fantasma que queda en los hombres. Y lo otro  es otro aporte de Quijano, Tony Negri, etc., y de otros autores. En el año 73, en Chile se instala el golpe de Estado y todo el país avanza hacia un Estado puramente neoliberal. Tiene su contraparte con la Tacher y eso implicó dos cuestiones. Por un lado, iban cayendo los países socialistas y terminaba de caer con el muro de Berlín. El avance de la tecnología significó que fue cayendo la clase industrial. Con ellos, antes de la década del ’70,  los obreros y los capitalistas estaban localizados con sus fábricas en determinados territorios, regulaban el capitalismo y la plusvalía. A partir de que empieza a destruirse la clase obrera industrial, este avance de los que manejan el capitalismo financiero tienen mucha más ganancias. Se acabó el socialismo. Se dejan de mantener los Estados de Bienestar.  Se rompe el pacto que había en occidente  y se empieza a disminuir el salario. Y por otro lado, se busca mano de obra cada vez más barata. Las migraciones aumentan en todo el mundo, van en aumento y todo esto se empalma con la lucha de las mujeres por salir de sus casas para sostener sus hogares, con autonomía.

    LCSi, el ingreso del macho proveedor no era tanto y las mujeres empiezan a ser parte de esa mano de obra barata también, ¿no?

    ES: Pasan a ser parte de esa mano de obra barata, las mujeres del tercer mundo. Pasan a formar parte de lo que después se llama el Cuarto mundo en Europa, o sea, siguiendo con las actividades de cuidado y de servicio, por lo que en la década del ’70 se rompe la configuración básica del capitalismo de que a cada hombre le corresponde una mujer, entonces esto unía al macho de alta clase con el macho más marginal del mundo, porque hasta al más marginal también le correspondía una mujer. Esa configuración vincular se rompe fundamentalmente con la acción de las feministas y  la revolución sexual. Esta revolución sexual que generaron jóvenes y  jóvenas con un contenido político que le dieron ellas, las feministas. Se rompió también ese acuerdo que había entre machos, que a cada macho le correspondía una mujer y las mujeres que les servían a los machos, es decir, las mujeres en situación de prostitución.

    LC: Ahí también se rompe hacia adentro de las familias, La masculinidad hegemónica necesita otras dominaciones, ¿no?

    ES: Si, pero fíjate que se tienen que modificar las leyes, aparecen las leyes de divorcio en casi todos los países, cada vez la mujer conquista más derechos, dejan de estar legalmente en situación de minoridad, se rompe toda la configuración capitalista que se vivía en aquel momento. Echan mano a las mujeres, a los negros, a los pobres.

    LCTambién a los niños, niñas y adolescentes por medio de la prostitución, ya sea para consumir o sea para educar

    ES: Se produce otra cosa con el capitalismo. Hasta la década del 70, los militantes decíamos que los pobres eran ejército de reserva del capitalismo. Decíamos eso porque el capitalismo entraba en crisis y expulsaba gente, pero luego salía de la crisis y volvía a retomarlos. Pero a partir de esta ruptura de acuerdo en occidente, del capital y los trabajadores, y la caída de los países socialistas, etc, el capitalismo vuelve a entrar en crisis, expulsa gente pero ya no los vuelve a retomar. Con lo cual va aumentando en todo el mundo la situación de los cuerpos indeseables, de los marginados y los pobres que dejan de ser el ejército de reserva y  pasan a ser los indeseables. Aún hoy lo vemos con absoluta claridad en todo el mundo.

    LC: Esta estructura capitalista y esta masculinidad hegemónica que se hace más fuerte en aquellos tiempos, siguen teniendo grandes sostenes.

    ES: Las transformaciones que se van produciendo en la sociedad implican una reacomodación del dispositivo  de dominación masculina. Entonces, ellos siguen siempre dominando pero con otro marketing, digamos. En cada momento histórico con otro marketing  y tratando de reacomodarse. Esto golpeó fuertemente esa masculinidad hegemónica que no es más que un modelo machista  y patriarcal, pero también, además, hay un montón de variaciones y hay un hilo que los comunica más allá de las variaciones. Hay una complicidad que se transmite a través de los cuerpos y de las miradas de los machos que hace que  el tema siga siendo operativo para  la dominación masculina. Aquello que era muy importante para ser hombre, como el mandato de ser el proveedor que sostiene a la familia se terminó. Entonces el capitalismo y el patriarcado tienen que dar alguna compensación, porque teóricamente siempre tenemos compensaciones simbólicas a partir de los mitos de los sistemas de creencias que en cada momento histórico la sociedad tiene. Se terminó esa idea de “soy un buen hombre porque sostengo a mi familia, los proveo y nunca les hago faltar nada”, aunque no los vea nunca, aunque trabaje todo el día, aunque tenga que tener amante…

    LC: Ya que mencionas lo de las creencias ¿Qué papel juegan las instituciones religiosas en estas cuestiones?

    ES: Las instituciones religiosas son la expresión de la matriz cristiana que ha conformado nuestra sociedad  y que impregna la socialización de los cuerpos, ya que las mujeres en su gran mayoría, siguen siendo socializadas para la subordinación y los cuerpos de los varones en su gran mayoría siguen siendo socializados para la dominación.

    LCAhí hay una gran contradicción ya que la iglesia católica, por ejemplo, tiene la idea del pecado y no entraría para los varones.

    ES: Lo que pasa que el cristianismo no es para los hombres. El cristianismo es para el sometimiento de las mujeres. Esa es la matriz cristiana. Es para el sometimiento de las mujeres y  para que los varones puedan dominar con el consentimiento de un dios. Para que los capitalistas puedan explotar a los cuerpos por estar generando trabajo. Y esto tiene que ver con lo que ha sido el cristianismo o las diferentes corrientes cristianas en el desarrollo del capitalismo. Cómo rompieron a las comunidades para generar esa unidad que se llama la familia. En el comienzo de la revolución industrial, por ejemplo, en las familias antes vivían muchas personas en una casa, y se encargaron de ir imponiendo a la sociedad de que eso estaba mal. En realidad lo que necesitaban era que ese grupo familiar, de hombre y mujer, mujer totalmente sometida en el espacio doméstico que no tuviera politicidad y delegara todo su poder al hombre, y ese hombre se iba a encargar de lo público y de sostenerlo.

    No les convenía que vivieran en comunidad porque eso era político. Eso se acabó en occidente por lo menos. Esta es la resistencia que siempre hubo por suerte, en toda América Latina, en el África, pero lo cierto que como modelo la figura fundamental occidental se rompió.

    LCY en estos tiempos la masculinidad hegemónica hace unos esfuerzos denodados para sostenerse ¿y qué está pasando con las nuevas masculinidades entonces? ¿Cómo se combaten?

    ES: Retomo el llamado de atención que nos hizo en un panel hace un tiempo atrás la licenciada Eleonor Faur, algo que ella viene sosteniendo desde hace tiempo  es que el patriarcado está produciendo nuevas masculinidades permanentemente, entonces no se es igual que el abuelo, no se es igual que su padre, mis hijos serán diferentes. Estas son nuevas formas de ser varones y además el patriarcado propone por medio del marketing formas de masculinidades. En algún momento fue el hombre metrosexual, el hombre que se cuidaba, el que se depilaba de acuerdo a la estética pornográfica. La cuestión es que sea una masculinidad que tenga una decisión política claramente, porque hablamos de poder cuando hablamos de masculinidades. Entonces si tiene una decisión política tiene que ser anti patriarcal y cuestionar absolutamente todo el sistema de dominación que se basa en el patriarcado. Si hablamos de nuevas masculinidades tenemos que agregarle la palabrita anti patriarcal o alguna palabra que defina que es una cuestión política porque si no nuevas masculinidades puede englobar todo y nada a la vez.

    LCExiste un temor desde los feminismos y es que el patriarcado se disfrace o algunos varones hegemónicos con masculinidades hegemónicas entren para seguir dominando o para inmiscuirse en las temáticas de las mujeres como es la lucha feminista.

    ES: Es un temor lógico y es  algo que las mujeres tienen que prever porque el sistema de dominación masculino cambia de tácticas y de estrategias para sostenerse como tal. Cuando los compañeros dicen: en nuestro país la compañera no quiere que participemos con ella, tienen razones fuertes y justificadas en no aceptar porque no creo que nosotros tengamos que meternos en las organizaciones femeninas. Porque los hombres tenemos toda la sociedad para actuar. Abramos espacios en donde discutamos de feminismos en los lugares donde no se discute el feminismo. Vayamos a esos lugares donde el feminismo todavía no llegó  y si hay compañeras pongámosla en contacto con las compañeras feministas activistas. Tenemos mucho para hacer. También trabajemos sobre nuestra interioridad rompiendo esa unión que tenemos con el dispositivo de dominación masculina, renunciemos a dominar, renunciemos a los privilegios. Todo el cambio que se ha producido en el sistema económico, ¿qué satisfacción le puede dar a los hombres para que los hombres sigan sintiéndose hombres? Porque aún no se ha desarrollado una educación que permita la libre expresión de los  sexos y que los hombres vivan y valoricen lo que es la igualdad democrática.

    LCLas herramientas las tenemos. Esta la ESI, pero hay una resistencia muy fuerte desde estas masculinidades y de estas instituciones para negarla, para no permitirla.

    ES: Las herramientas las tenemos. Educación sexual  integral, tenemos una cantidad bibliográfica y de modelos que las feministas nos están ofreciendo permanentemente en todos los campos de  la vida. Es  decir, la oferta está. Las instituciones religiosas que son expresión de esta matriz cultural de dominación que es el cristianismo, el patriarcado, el capitalismo y  otras dominaciones que hay, se oponen fuertemente a la ESI porque  inevitablemente va a tener impacto en la conformación de nuevas configuraciones vinculares que van a ser igualitarias y democráticas. Y estos tipos vienen violando los cuerpos en todas las formas desde hace siglos.

    LC: Prefieren que los pibes y las pibas se eduquen con pornografía y no en términos de igualdad.  Desde las emociones y los vínculos. 

    ES: Exactamente. El otro día la escuchaba a la compañera Gil Lozano  que decía que el papa estaba en contra de la trata. Y es cierto. Yo sé que el papa verbaliza que está en contra de la trata y que el papa ha ayudado a muchas mujeres en situación de trata. Les ha dado una mano enorme a mujeres en situación de trata cuando él era obispo acá en Buenos Aires, es cierto. Pero también es cierto que cuando el Vaticano y el papa liberan la frase “con mis hijos no te metas”, esta consigna que recorre América latina y América central  en contra de la Educación Sexual Integral  y en contra de los Feminismos, ahí le está dando una gran mano a los sostenedores de la trata, a la prostitución  y a los hombres prostituyentes,  a los agresores sexuales, a violadores. Porque todos quedan ocultos tras las buenas familias.

    LC: Y en el tema del Sistema Prostituyente hay un sostén increíble y que no viene solo de un grupito de compañeras reglamentaristas, viene de una línea política internacional tal cual vos lo decís.

    ES: Queda sostenida por los machos, no por la compañeras reglamentaristas. Los hombres, como bien dice Beatriz Gimeno, cuando queda esta recompensa de ser los que sostenían el  hogar. ¿Cómo me reconozco como varón? Me reconozco como varón en muchas situaciones. Me reconozco como varón con un grupo que me reconoce como tal, cuando estamos acosando a una mujer en la calle, diciéndole los piropos y  esas idioteces que son acoso sexual. Me reconozco como varón cuando  en la cancha  canto consignas misóginas, homofóbicas.

    O sea que hay una cantidad de prácticas que son infinitas en donde los varones se reconocen como varones con los varones. Pero hay una que está produciendo mucho dinero, un gran negocio del neoliberalismo y produce mucho dinero, y con solo cinco, diez, cincuenta dólares  por un completo y es la práctica prostituyente. Si siempre existió la práctica prostituyente de la alta clase media, esto incorporó a todos los pobres del mundo. Los varones de clase media baja que perdieron la posibilidad de sostener a la familia, hoy encontró un espacio donde el Feminismo todavía no entró como dice Beatriz Gimeno, esa media hora prostituyente en donde el hombre paga y  se siente dueño de esa mujer.

    LCEn ese segundo, en ese cuarto, en ese momento, en ese espacio el tipo es dueño de ese cuerpo y hace lo que quiere y la mujer no tiene derecho a nada.

    ES: Y sale de ahí sintiéndose macho.

    LC: Y ahí vuelca toda su violencia, adicciones  y demás

    ES:  Esto significa un altísimo porcentaje, se mide en término de producto bruto, el impuesto de mujeres pobres que son transferidas de países pobres a los países que son desarrollados, de tipos que consumen  prostitución, consumen mujeres y nos les interesa absolutamente nada sobre la situación de esa mujer, porque todos dicen que ellas están ahí porque les gusta.

    LC: Es el discurso patriarcal, para terminar, hay una negación y nos instan a plantear el no mezclar prostitución con trata porque no es lo mismo. En los términos de explotación sexual podríamos decir que es lo mismo.

    ES: Pongámonos en el lugar del macho prostituyente y desde esa mirada no existe trata ni prostitución reglamentada, existen mujeres que están a su disposición. Hablemos del macho prostituyente y dejemos de poner el acento en las mujeres. Veremos después cómo proteger a aquellas mujeres en situación de prostitución.

    LC: Y poner el acento en las acciones o factores que sostienen esta masculinidad hegemónica

    ES: Hoy tres factores importantes, no los únicos,  que la sostienen y es importante remarcar. La estimulación de la práctica prostituyente, la pornografía donde se educan niños y adolescentes y las instituciones religiosas, con consignas que hacen resistencia activa contra la ESI

    Enrique Stola: “Hay varones que aprendieron el discurso políticamente correcto del feminismo, pero ocultan el sostenimiento del machismo”

    Por Marcela Espíndola Observatorio de Género en la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires. Boletín Nº 20, marzo de 2020

    El Observatorio de Género de la Justicia en la Ciudad de Buenos Aires entrevistó a Enrique Stola, psiquiatra especializado en violencias. Feminismos, nuevas masculinidades y los artilugios del patriarcado para perpetuarse, fueron algunos de los tópicos de nuestra charla.

     ¿Cuál es el aporte que hace el feminismo al varón y viceversa?

    En la medida que los feminismos son una perspectiva de liberación para las mujeres, las mujeres tienen un punto de vista privilegiado sobre nuestra conducta, por lo tanto los señalamientos que nos vienen haciendo, en la medida que los tomamos, lo que nos va posibilitando es que seamos cada día más libres y mejoremos nuestra calidad de vida y la calidad de los afectos.

    ¿Y qué aportan los varones al feminismo o a las mujeres?

    La verdad que eso me cuesta encontrarlo. Algunos estudiosos varones han señalado particularidades de cómo los varones nos movemos, nos relacionamos, etc., pero eso lo han estudiado profundamente las investigadoras feministas, así que yo no encuentro los varones hagamos un aporte a la teoría feminista. Si nos remontamos a algunos filósofos y sociólogos, y tomamos a Bourdieu, Foucault, etc., de sus elaboraciones el feminismo ha tomado algunas cuestiones que le han servido pero no eran personas que se proponían aportar el feminismo, así que yo creo que hoy los varones, de alguna forma, «ganamos» porque estamos actuando y gozando de los privilegios masculinos, podemos obtener en algunos aspectos una vida más fácil que las mujeres, pero si vamos renunciando a ello porque incorporamos criterios feministas somos más libres y vivimos mejor. Así que parecería que desde el lugar donde estemos siempre «ganamos».

    Hace poco decías en una entrevista de El Ciudadano Web que «los varones te escuchan y reflexionan, pero los varones no cambian porque hagamos cursos ni seminarios, sino por los fuertes posicionamientos de las mujeres y del colectivo que generan cambios sociales». ¿Lo seguís sosteniendo?

    ¡Si! Eso es lo que históricamente ha sucedido. Ahora, si miramos con microscopio, vemos a algunos individuos varones, que se mueven con buena fe y son afectuosos, y que se ponen a leer y a escuchar atentamente lo que dicen sus nietas, o sus hijas, muchos de ellos están produciendo cambios desde la mejor onda, desde la buena fe. Ahora, a otros varones, solamente uno puede atenerse a limitar daños. Son las mujeres las que dicen «No, esto hay que modificarlo”, o “Esto se debe modificar, entramos en el espacio público y le decimos NO a los acosadores”, y los acosadores que antes actuaban impunemente en el espacio público y ahora tienen miedo que cualquier mujer les haga pasar una vergüenza terrible, entonces se callan la boca. Pero no es que hayan cambiado internamente, o que estén respetando a las mujeres, solo modifican la conducta y se reacomodan.

    ¿Cuál es la relación entre estereotipos de género y la violencia?

    Hace poco estaba leyendo un libro sobre el cuerpo en el capitalismo de una feminista y en él decía que en el desarrollo del capitalismo, los hombres poderosos y los hombres trabajadores generaron una sociedad en el que el cuerpo de la mujer era donado a cada hombre, tenía derecho a ser dueño de una mujer y esto lo que ha facilitado evidentemente es el fortalecimiento de la hermandad en el ejercicio del poder masculino y esto hace que cuando en el Poder judicial hay un tipo que está acusado de violencia, por ahí puede encontrarse con la mirada de un secretario de un juzgado o un juez y establecer un nivel de complicidad en la mirada que se da precisamente en la fratría masculina. Entonces, los estereotipos replican y mantienen cotidianamente esa jerarquización de la diferencia en relación a los machos que ejercen sus privilegios y las mujeres o los cuerpos feminizados por el patriarcado que son subestimados, como pueden ser los integrantes del movimiento LGTBIQ+. Esto es un sostenimiento de la violencia simbólica y es modelar los cuerpos y establecer una forma de relacionarse de los cuerpos en donde la violencia garantiza la dominación en sus múltiples formas.

    Siempre decís públicamente que te consideras un varón feminista. ¿Los varones pueden ser feministas?

    Esto lo estuve hablando con un antropólogo amigo en Madrid, y él me decía, que cuando un hombre está haciendo una acción que sostiene la violencia contra las mujeres o sostiene la estructura injusta contra las mujeres, es un sujeto del patriarcado, y cuando yo estoy actuando políticamente en función de los criterios feministas soy un sujeto del feminismo, dice. Yo no sé si es tan así. Yo creo que el feminismo es un posicionamiento político y existencial también. Es una forma de encarar la vida, los vínculos, de ver a las sociedades, de ver a la naturaleza. Entonces, desde ese punto de vista es posible que un varón sea feminista. Ahora, si un varón no puede ser feminista, esto no va a cambiar nunca. Es que si las mujeres feministas y si los hogares que están bajo esa estructura feminista, no van a producir varones feministas, y si no logramos que los varones tengan un posicionamiento político y hegemónico feminista, acá la sociedad no va a cambiar nunca. Se va a mantener siempre un grupo de mujeres que va a estar en lucha permanente y si los varones no pueden ser feministas, tengo que interrogarme sobre las reales posibilidades de cambio social.

    ¿No crees que esto a veces es difícil para el movimiento feminista teniendo en cuenta que hay muchos varones que adquieren el discurso feminista, sobre todo en los partidos políticos, y que sostienen prácticas machistas?

    Lo vemos permanentemente. Tipos que están en función de mantener la dominación masculina. El otro día escuchaba un discurso de Malcom X, que hablaba sobre los negros y la liberación, y los negros que trabajaban para la sumisión, pero también hablaba de los blancos que codo a codo trabajaban por esa causa. Creo que cuando hay potentes alianzas, la transformación fuerte es posible, en cambio, si cada vez nos sectorizamos más, vamos mal. Es inevitable que nos encontremos con varones que sean terriblemente oportunistas. Hay varones que por el nivel cultural aprendieron el discurso políticamente correcto pero ocultan el sostenimiento del machismo. Pero ahí están las compañeras que tienen un fuerte olfato para detectarlos y bajarlos de un hondazo. A veces se generan problemas, porque he visto en algunas organizaciones, que estos tipos lo utilizan para seducir a algunas mujeres, generar conflictos en el grupo y a veces cuesta desenmascararlos.

    ¿Masculinidades tóxicas o violentas?

    Entiendo que el término «tóxico» le puede servir a algunas personas para describir algunas situaciones, pero yo me opongo a ese término, porque es un término que acá en Argentina lo comenzó a utilizar Stamateas, que de feminista no tiene nada. Débora Tajer hace un análisis sobre eso muy interesante. Yo no lo uso, me parece feo, y oculta la dominación masculina. Pareciera que un macho se acerca a otro y lo intoxica de cosas que no quiere hacer, y no, hay historia, formación de estructuras, fuertes intereses, y no tienen que ver con ese término médico de toxicidad. Hay un aprendizaje de masculinidad que nuestras sociedades patriarcales lo ofrece como modelo y es violenta, y a veces, no es violenta en términos físicos, pero que es violenta en términos psicológicos o de sostenimiento de los estereotipos. El patriarcado siempre lo reproduce. Las masculinidades que debemos generar tienen que ser contrahegemónicas, anti patriarcales y con lectura feminista. Sobre todo porque la lectura feminista es fresca, creativa, y va denunciando y mostrando los permanentes reacomodamientos de la dominación masculina, por eso es sumamente creativa. Y no sólo denuncia esa dominación de género sino las múltiples dominaciones sobre los cuerpos de las mujeres, dentro de la cuestión capitalista, lo que es el trato que reciben las mujeres, en cuanto a lo laboral, a lo salarial, derechos que no se reconocen. En fin, una multiplicidad de lecturas sobre la realidad que hacen las feministas, que realmente enriquecen. Las lecturas de los machos sobre las masculinidades que no tienen feminismo, es muy notable, son aburridas y en realidad ocultan el tema de la dominación masculina.

    Sin entrar en detalles del Caso Báez Sosa (caso que conmocionó a la opinión pública argentina en el que un joven murió producto de la golpiza que recibió por un grupo de varones) ¿podríamos hacer un análisis desde la perspectiva feminista?

    Por supuesto que este es un caso terrible, pero si tomamos el mes de enero, en ese mes hubo 34 femicidios en Argentina, directos y/o vinculados, y los medios de comunicación sólo hablan de este grupo. Y creo que hablan sólo de esto, porque este grupo rompió ciertas normas morales que la élite blanca viene tratando de sostener desde 1492 hasta la fecha, tratando de mostrarse como el ejemplo de la moral, buenas costumbres, etc. Creo que esto ha impactado y ha monopolizado, porque en el fondo está respondiendo a un reacomodamiento de fuerzas masculinas y de miradas masculinas. Me impacta y me duele que pibes tan jóvenes estén ejecutando este crimen, pero también me duele el ocultamiento en la agenda de lo que pasan las familias de estas mujeres que fueron asesinadas y sus hijos. La agenda de las noticias es masculina, los medios y las instituciones están respondiendo a esa agenda masculina y de clase.

    Hace poco escribí un pequeño artículo sobre esto. No es el deporte el responsable sino la masculinidad hegemónica que le da al rugby cierta identidad ligada a la violencia, a las clases sociales altas y a la indiferencia sobre el sufrimiento. Allí donde pueda expresarse la masculinidad hegemónica lo va a hacer de forma violenta, dominante hacia todos los que estén en una posición de subordinación, incluso sus congéneres. Y leyendo los comentarios en las redes sociales, y según la clase social de la que venían, por un lado, cuestionaban la supuesta pertenencia de clase de los rugbiers, y por el otro, cuestionaban al grupo de machos blancos que estando alguien en el suelo le patean la cabeza cuando se sabe que “los grupos de machos blancos no hacen eso”.

    Marcela Espíndola es Licenciada en Comunicación Social (UCSE). Diplomada en Género y Comunicación. Diplomada en Asesoría Parlamentaria (UTN). Se especializó en comunicación política con perspectiva de género y en comunicación institucional multimedia. Fue asesora parlamentaria, de prensa y comunicación en el Congreso de la Nación y en la Legislatura de Ciudad de Buenos Aires. Integra desde su fundación Periodistas de Argentina en Red – Por una Comunicación No Sexista (PAR). Desde 2015 hasta la fecha es la Directora Ejecutiva de Ciclofamilia (www.ciclofamilia.com.ar) organización que trabaja en temas de movilidad familiar, género y equidad vial, y de la que es co-fundadora.

     

    Patriarcado, dominación masculina y asesinato en grupo

    Por Enrique Stola. Publicado en Diario Femenino el 5 de febrero de 2020

    https://diariofemenino.com.ar/patriarcado-dominacion-masculina-y-asesinato-en-grupo/?fbclid=IwAR3Z7WLYIBL0jwpj6dNfbvN36xMLxwVFuxZQJY13s4i-RWuLQR30mHJvOZo

    Patriarcado, dominación masculina y asesinato en grupo

    El psiquiatra feminista Enrique Stola reflexiona sobre la mirada de la sociedad, especialmente de los varones, sobre las violencias

    En Argentina el dispositivo de dominación masculina ha dado claros indicadores de su existencia durante enero de 2020 a raíz del asesinato de Fernando Báez Sosa, cometido por un grupo de varones blancos, heterosexuales, de clase media y jugadores de rugby. La pertenencia a ese deporte,  muchas veces asociada con agresiones clasistas-sexistas-racistas en el espacio público, ha sido junto al acto cometido el tema hegemónico de los medios de comunicación y en la sociedad en general.

    Hacía tiempo que no leíamos y escuchábamos a tal cantidad de varones expresándose en duros términos sobre sus congéneres. Opinaron acerca de sus reglas morales, manifestaron con agresión sus enojos e hicieron propuestas de castigos para el grupo agresor. Las sugerencias punitivas eran diferentes según la clase social de donde provenían, algunos apuntaban a que por ser los agresores miembros de la etnia blanca y pequeño-burguesa o burguesa “que se pudran en la cárcel” o que sus “colas-blancas” iban a sufrir allí el castigo merecido, sustentando así la cultura de la violación. Otros machos-blancos-de-buenas-familias  pedían pena de muerte o cárcel de por vida.

    A veces en forma explícita y otras implícita, los cuestionamientos contra los imputados por el asesinato apuntaban a que rompieron ciertas reglas que deben cumplir en sus peleas los machos-blancos-hetero-burgueses-sexistas: si la víctima está ya en el suelo y derrotado no se lo debe matar, aunque sea “un negro o puto de mierda”. Que un grupo de varones jugadores de rugby representativos de la blanquitud haya roto esa norma,  pone en riesgo la imagen de supremacía moral que viene construyendo la etnia blanca, sexista y burguesa desde 1492 a la fecha y que es un fuerte instrumento de la violencia simbólica operando en el orden social, de ahí la necesidad de castigo y diferenciación.

    Claro que esa moral no vale para los varones asesinados por las fuerzas represivas del Estado patriarcal en el llamado “gatillo fácil” ni tampoco cuando el grupo y la víctima son de clase “baja” y  calificada como de “negros”, “putos” o “travestis”. Todas estas muertes se ven como normales, inevitables y en gran medida necesarias para mantener el orden social, de género, racial y capitalista.

    Desde el polo macho-dominante intentaron hacer un “control de daños” calificando a los agresores como “un grupo de loquitos”, “adolescentes borrachos”, “quien no se peleó en la juventud”, “los jóvenes en la noche se descontrolan”, “esos rugbier son hijos del poder, los otros rugbier somos diferentes”, “solo son chicos bien y muy unidos que se equivocaron” hasta calificarlos como “intoxicados o portadores de masculinidad tóxica”, todas afirmaciones  que claramente ocultan los mecanismos de dominación masculina.

    Patriarcado, dominación masculina y asesinato en grupo

    En síntesis, el asesinato de Fernando desencadenó una crisis política en la red de fuerzas machistas dominante y generó un intenso debate sobre el comportamiento de los machos con los otros machos. Quedó claro que los discursos punitivistas y los análisis de los hechos sin perspectiva de género feminista jamás cuestionaron los roles masculinos en relación a las mujeres o al movimiento LGTBIQ+, ni tampoco su relación con la estructura socio-económica-cultural.

    Esta crisis política se produjo porque la masculinidad hegemónica está jaqueada por la persistente lucha de las feministas, la precarización de la vida en el contexto liberal-capitalista, la acción de los movimientos sociales, antirracistas, antisexistas y sexualidades disidentes, lo que ha producido resquebrajamientos en varias de sus instituciones machistas que los mantiene en un necesario y permanente reacomodamiento para sostener la eficacia del dispositivo de dominación.

    Mientras eso ocurría, las teóricas y activistas feministas estuvieron como siempre muy activas y reconfirmaban la existencia del poder patriarcal, producían textos en el intento de que la población saliera del amarillismo periodístico y comprendiera cómo se expresan los vínculos sociales en la actual relación y entrecruzamiento de las fuerzas dominantes.

    Como siempre las feministas intentaron hacer visible que el patriarcado, matriz de todas las dominaciones, no es bueno para nadie y que se debatiera sobre las masculinidades; alertaron sobre cada uno de los ¡34 femicidios! del mes de enero y los nuevos intentos de asesinato de mujeres; lograron hacer visible el asesinato de Roberta, mujer trans en La Plata y el suicidio de Sathya Aldana, de 19 años, abusada por su progenitor desde la edad de 8 años y desprotegida por el Poder Judicial de la provincia de Córdoba; alertaron sobre las nuevas violaciones grupales y la banalización de las mismas en las fiestas de carnaval por parte del gobierno de la Provincia de Corrientes.

    ¿Ha cambiado algo en nuestra sociedad durante enero 2020? 

    Es muy probable que muches mapadres y personas cuidadoras presten ahora atención a juegos y rituales violentos que hasta el momento  no parecían tales y que hacían al entrenamiento del rol masculino en modo dominación, uno de las maneras de integrar de la masculinidad hegemónica. Puede ser que algunas personas hayan tomado conciencia acerca de la violencia intragénero que como forma de disciplinamiento de los cuerpos ejerce la masculinidad patriarcal y también se haya generado una mayor conciencia acerca de la crueldad de la violencia de género o machista extrema.

    Mientras tanto la contraofensiva machista tratará de que las relaciones de poder continúen igual, seguirán dificultando la implementación de la Educación Sexual Integral, continuarán con el fortalecimiento del sexismo, del racismo y del odio a lxs pobres, a los pueblos originarios y a las minorías étnicas y a las sexualidades disidentes, pero no podrán  detener el persistente avance de los feminismos ni el fortalecimiento de la democracia, la libertad de les cuerpes y la vida.

     

     

     

    Crimen en Villa Gesell: No es el rugby, es la masculinidad hegemónica

    Por El grito del Sur, enero 2020 http://elgritodelsur.com.ar/2020/01/rugby-crimen-villa-gesell.html?fbclid=IwAR31IAe-C3Q5I61u-DobDUId-gRG9b6WPKU0mId-MXF74tTY6q92JPKiH1M

    El crimen de Fernando Sosa Báez en manos de un grupo de rugbiers abrió una serie de interrogantes sobre el deporte, la violencia y las masculinidades. Enrique Stola, psicoanalista, psiquiatra y especialista en casos de violencia de género habló con El Grito del Sur al respecto. «El sentimiento de machos vencedores está siempre presente” explica.

    El asesinato de Fernando Báez Sosa en manos de un grupo de rugbiers desató un debate sobre violencia, deporte y masculinidades. Báez (19) había concurrido el último sábado al boliche Le Brique de Villa Gesell con sus amigos. A la salida fue atacado por un grupo de jugadores de rugby con los que habría tenido un enfrentamiento dentro del local bailable. La autopsia reflejó que la muerte del joven fue resultado de un traumatismo de cráneo a partir de un golpe que provocó sangrado interno.

    El fiscal Walter Mercuri de la UFI Nº8 de Madariaga quedó a cargo de la causa caratulada como “homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas”. Mercuri informó que los agresores continuaron atacando a Fernando aún cuando este se encontraba inconsciente en el piso y aseguró que de los 11 detenidos actuales tres o cuatro habrían sido identificados como autores materiales del hecho y podrían recibir la pena de prisión perpetua. Los otros se encuentran imputados por el delito de “co autoría”. Diez de los once se negaron a declarar.

    Este caso no es el único de varones cis rugbiers haciendo uso de su violencia. En agosto de 2019 Miguel Facundo Jiménez y Abel Edgardo Moreno asesinaron a Román Darío Paz Gonzáles, por lo cual fueron condenados a tres años de prisión por homicidio preterintencional. En el 2018 en Monte Hermoso Gastón Guido García, atacó por la espalda a Eduardo Emanuel Orta Díaz provocándole un traumatismo craneoencefálico. En el 2017 cinco jugadores de Santa Fé le dieron una paliza a tres jóvenes en «Wallas», un boliche bailable de Rosario. Estos hechos y muchos otros dejan en claro que la violencia de la masculinidad hegemónica encuentra terreno fértil entre vestuarios y terceros tiempos.

    “Cotidianamente vemos que los varones atacan a mujeres, travestis, trans, homosexuales y lesbianas además de ejercer una violencia intragénero hacia otros varones que torturan y matan. No es el deporte el responsable sino la masculinidad hegemónica que le da al rugby cierta identidad ligada a la violencia, a las clases sociales altas y a la indiferencia sobre el sufrimiento” explicó a El Grito del Sur Enrique Stola, médico, psiquiatra, psicoanalista y especialista en casos de violencia de género. «Allí donde pueda expresarse la masculinidad hegemónica lo va a hacer de forma violenta, dominante hacia todos los que estén en una posición de subordinación, incluso sus congéneres”.

    El funcionamiento de clan, cofradía o grupo que avala el accionar violento también está ligado a una construcción arquetípica del varón cis heterosexual. En su articulo “Hombres, masculinidades y homofobia: apuntes para la reflexión desde lo conceptual y de lo político” Marcos Nascimiento habla de la “vigilancia de género”. Este término alude a que muchos hombres actúan de manera violenta no solo para cumplir con los rituales del estereotipo patriarcal sino para forzar a la complicidad a quienes no se adecúan totalmente a este modelo. Así la búsqueda de pertenencia  los empuja a responder al ideal machista, patriarcal, violento y homofóbico.

    “La pertenencia a todo grupo fortalece la impunidad, pero en estos casos y en estos grupos lo que produce la pertenencia es estimular los aspectos más negativos de la masculinidad. Cada uno de los miembros actúa como si estuviera rindiendo examen y poniendo en juego su hombría” agrega el psicoanalista. “La dominación patriarcal en occidente es blanca, capitalista, heterosexual y masculina. Cuando el grupo está actuando actúan todos los prejuicios de clase de género, clase, raza y orientación sexual por los cuales ubican a las personas agredidas dentro de una clase social inferior. El sentimiento de omnipotencia, de hombría, de machos vencedores está siempre presente”.

    Stola hace énfasis en que la educación sexual es el punto neurálgico del cambio social y que lo ocurrido solo es un reflejo de una sociedad patriarcal «Es claro que hubieran disminuido la posibilidad de un comportamiento así si estos chicos se hubieran criado en una concepción respetuosa del cuerpo de los otros. Estos son los varones que estamos produciendo, no son monstruos, son los adolescentes que generamos como sociedad, y en la medida que no se implemente la educación sexual integral con perspectiva de género esto va a seguir ocurriendo. Veo a muchos horrorizados por lo que pasó sin ver que son la razón de aquello que están acusando, lo que están sosteniendo desde su religión y sus valores».

     

    Opinión de expertos El brutal crimen de Fernando Báez Sosa, un nuevo impacto de la “masculinidad tóxica”

    Un informe de la OPS reveló que uno de cada cinco hombres muere antes de las 50 años por efecto de la violencia machista.

    https://www.clarin.com/sociedad/brutal-crimen-fernando-baez-sosa-nuevo-impacto-masculinidad-toxica-_0_N0QyG1e0.html?fbclid=IwAR3YoR7fswqyELUySVnxnJ4srqNQGasx2mAtaw93IzY6Fi5IP8rSABFUR3E

    Publicado por Clarín, 27 de enero de 2020

    «La violencia machista puede ser no sólo contra las mujeres y otras identidades de género, sino que también se expresa como violencia intra-género. Los varones con mayor poder económico, político, de fuerza, o de estatus someten y subordinan a otros varones, a veces incluso hasta la muerte. Es una violencia machista intra-género que busca ser disciplinadora: los otros deben someterse a lo que los machos dominantes quieren o recibirán castigos ejemplares», dice el médico psiquiatra Enrique Stola.

    Los alcances de la violencia machista contra los propios varones volvieron al centro de la conversación pública luego del asesinato a golpes de Fernando Báez Sosa​, un adolescente de 19 años, a la salida de un boliche de Villa Gesell. Hay diez jóvenes -todos hombres- de entre 18 y 21 años detenidos e imputados por homicidio agravado. Todos son de Zárate y todos son rugbiers. Para exigir justicia por Fernando, hubo manifestaciones en Gesell, Pinamar e incluso delante de la casa familiar de los Báez Sosa, en Recoleta.

    Un informe difundido en noviembre del año pasado por la Organización Panamericana de la Salud dio cuenta de que uno de cada cinco hombres muere antes de los 50 años por el impacto de la llamada «masculinidad tóxica». Ese estudio destacó que los varones tienen «un mayor riesgo de morir» y que su esperanza de vida es 5,8 años menor a la de las mujeres «en parte porque las expectativas sociales contribuyen a los comportamientos de búsqueda de riesgos». El mismo estudio encarado por la organización regional asegura que la violencia machista contribuye a, entre otras consecuencias, tasas más altas de suicidio y homicidio entre los varones.

    «El patriarcado, que ejerce violencia contra las mujeres, también nos lastima, nos humilla y nos mata a nosotros. El caso de Villa Gesell demuestra que el patriarcado no se nutre sólo de varones, sino que entran en juego diferentes categorías: si sos varón cis o trans es distinto, si sos hétero o cualquier otra disidencia, si sos clase alta o baja, o blanco, negro o inmigrante, aparecen ahí dominaciones que no son la del varón sobre la mujer», dice Juan Pablo Cucciniello, miembro de la organización Varones Antipatriarcales.

    «Los varones también pueden ser víctimas de la violencia machista. Esto se da cuando quienes se sienten más privilegiados por tener recursos económicos, ser más blancos, tener más educación o estar en grupo provocan peleas en las que descargan violencia en forma desmesurada y desenfrenada. Esa es otra forma de mostrar su poder como hacen con las mujeres, a quienes llegan a asesinarlas», dice Mabel Bianco, titular de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), y agrega: «Ser pacífico y no patotear en los varones es visto como debilidad«.

    Es que los varones, de acuerdo a la noción hegemónica sobre qué es la masculinidad, deben cumplir con ciertos mandatos. Según el documento «Varones y masculinidad(es): herramientas pedagógicas para facilitar talleres con adolescentes y jóvenes» que acaba de editar la Iniciativa Spotlight y la organización Masculinidades y Cambio Social, algunos de esos mandatos son participar de juegos de competencia en los que medie la violencia, ser protector, ser procreador, ser fuerte, ser heterosexual y ser autosuficiente.

    Ese mismo documento, sostenido por la Organización de las Naciones Unidas y la Unión Europea, se pregunta: «¿Se pueden construir otras maneras de habitar la masculinidad que no estén ligadas a formas de violencia y humillación?» y sostiene que «reconocerse varones muchas veces incluye el despliegue de violencia entre varones y contra las mujeres».

    «Los varones pueden aprender nuevas habilidades: todo depende de cómo sean instruidos desde pequeños en sus casas. Cada hombre que se proponga cambiar su situación de privilegio deberá estar revisando las 24 horas cómo ejerce la dominación para la que fue entrenado, y cómo puede renunciar a esa dominación», sostiene Stola. Para el psiquiatra, esa renuncia «hará que todos seamos más libres». La Educación Sexual Integral -que es ley desde 2006 pero que se cumple muy escasamente- es para el especialista una herramienta «que posibilita el análisis de los roles en la sociedad y que enseña a respetar los cuerpos, las decisiones y los derechos de los otros».

    «Tenemos que tanto en la escuela, a través de la ESI, como en los medios de comunicación y en la vida cotidiana en general promover un modelo en el que ser varón implique ser respetuoso de los otros y elimine la idea de que ser varón es imponerse y castigar a quienes no obedecen o reconocen un poder mayor», suma Bianco.

    No tan machos

    Artículo y entrevista realizada por Monica Gutiérrez, INFOBAE 1 de febrero 2020

    La golpiza que condujo a la muerte a Fernando Báez Sosa y puso a los diez rugbiers en el centro de una escena de drama y conmoción social develó el costado tabú, el lado B, de la cultura machista: la violencia intragénero.

    La práctica de subordinar, humillar, degradar e incluso golpear y matar a otro varón tiene que ver con el mandato de llevar el ejercicio de la masculinidad al máximo. Con la compulsión por reafirmar la condición viril ejerciendo poder sobre otros varones para posicionarse en situación de macho-alfa.

    A la crónica diaria que da cuenta de una imparable seguidilla de femicidios, una mujer muerta cada 24 horas de acuerdo a los últimos datos, se suma ahora el relato de salvajes trifulcas y golpizas en las que uno o varios varones atacan a golpes en orden a intimidar, reducir o masacrar a un congénere. Todo parece tener que ver con todo.

    Para Juan Branz, autor del libro Machos de verdad, ser hombre y ser hombre “de verdad” implica responder a lo que es tendencia en nuestras sociedades ( patriarcales, machistas, sexistas y homofóbicas). Mandatos que interpretan, adhieren, garantizan y legitiman dentro de un determinado rango la identidad masculina.

    “Ser hombre es ser fuerte, vigoroso, proveedor, corajudo, viril. Estos son los atributos que incluyen históricamente a un varón dentro del colectivo hombres. El cuerpo debe exhibir esas características, debe ser visto y reconocido como cuerpo dominante…No se trata solo de modelar el cuerpo, sino de ‘saber ver’ y ‘saber hablar’ sobre el cuerpo masculino».

    Para Branz, quien centra su investigación en los códigos y prácticas de los rugbiers, se trata de “un acto de comunicación, porque es la comunicación lo que da sentido a nuestra cultura y nuestra cultura lo que da forma a nuestras maneras de hacer. Un intercambio de posturas, gestos y palabras en orden a establecer una representación moralmente aceptada de la masculinidad». Estas son algunas de las conclusiones a los que arriba en su trabajo de investigación sobre la cultura rugbier.

    Puede que esta necesidad de mostrar y ser visto explique la compulsión a registrar en vídeos ataques y agresiones de todo tipo, incluidas escenas de sexualidad consentida pero violadas a la hora de su registro y viralización sin consentimiento alguno.

    Hoy se habla de “masculinidad tóxica” para señalar las prácticas o conductas exacerbadas o perversas que, inscriptas dentro de lo que muchos varones visualizan como normales o deseables, afectan, violentan o dañan a terceros, cualquiera sea el género al que pertenezcan.

    Los especialistas que estudian estas cuestiones aseguran que muchas de estas desviaciones provienen de una educación patriarcal que baja consignas que no se discuten.

    “Los hombres no lloran” es una de ellas.

    La dificultad para expresar sentimientos o emociones, bajo el riesgo de ser tratado como “poco hombre” suele ser un factor de frustración y violencia contenida en la que anidan y se maceran conductas aberrantes.

    Enrique Stola rehuye del término “masculinidad tóxica”. Para el reconocido psiquiatra, la “toxicidad” es una palabra de la terminología médica que lejos de aplicar, oculta que la razón de fondo de esta cuestión anida en la estructura social que prepara a los varones en modo dominación.

    Una cultura de posesión en la que todo les pertenece y que los habilita a ejercer el poder sobre los calificados como más débiles. El cuerpo de la mujer como objeto de uso o bien transable; el de otro varón, percibido como más débil, como sujeto a subordinar reforzando en orden a refrendar la condición de macho.

    “Los varones que más desestabilizan el sistema son aquellos que pierden el control, tanto del poder económico como el de los cuerpos que dominan”, sostiene Stola.

    En este particular momento histórico confluyen de manera simultánea dos factores: la “precarización de la vida” y la ruptura de los modelos tradicionales. “Eso tensa a los machos y el dispositivo de dominación masculina se va reacomodando», afirma concluyente el especialista.

    El recrudecimiento del femicidio se inscribe en este contexto. Y en la medida en que las mujeres van ganando un nuevo espacio en la reivindicación de sus derechos aparece muy visibilizado el ataque y muerte a un varón.

    Los varones de este tiempo enfrentan un odioso desafío: repensar su condición masculina escapando al estereotipo de dominación que los obliga a revalidar títulos ejerciendo la violencia física o simbólica sobre mujeres y aún congéneres.

    Encuadrar en los paradigmas de este tiempo demanda del común de los varones, nacidos y criados dentro de una cultura patriarcal, un esfuerzo para el que parecen no están preparados.

    Descolocados, navegan en el desconcierto sin saber en el mejor de los casos dónde ponerse. Mientras algunos vagan confundidos o desconcertados tratando de encontrar lugar en este nuevo tiempo, otros redoblan la apuesta aferrándose a los mandatos de la cultura patriarcal en la que fueron nacidos y criados.

    Analizar lo ocurrido en la fatídica noche de “Le brique” solo desde la lógica de la cultura rugbier o del impacto de los consumos de la noche feroz supone una mirada demasiado estrecha, no alcanza.

    Se impone pensar que esta pasando con aquellos que se presumen machos pero que no lo son tanto.

    Cuando la realidad supera a la ficción: similitudes entre los rugbiers y “La naranja mecánica”

    Artículo y entrevista realizada por Sofía Luz Granato – 06/02/2020 https://periodicotribuna.com.ar/24768-cuando-la-realidad-supera-a-la-ficcion-similitudes-entre-los-rugbiers-y-la-naranja-mecanica.html?fbclid=IwAR1zbVtK54isiv254CSsxRe67-DRXL2ZtxjXDQlCvhERF7y-yiapt9hhGPY

    Nada de esto fue un error

    “-¿A dónde vamos?- dijo George.

    -A caminar un poco y a ver qué pasa– le contesté-.

    Entrando en la avenida encontramos justo lo que buscábamos: una pequeña broma para empezar la noche. Era un tipo ‘maestro de escuela’, viejo y con anteojos. Llevaba unos libros bajo el brazo y un paraguas. Después del anochecer no se veían señores de estilo burgués, por la escasez de policía y por nosotros, los chicos malos que rondábamos las calles.

    – Veo que cargás unos libros, qué placer raro leer en estos tiempos- le dije al viejo. Y al abrir uno de ellos, añadí: – ¿pero, qué es esto? ¿Qué significan estas sucias palabras? Merecés una lección hermano, te la has ganado-.

    Primero, rompimos los libros, después, empezó la diversión. Pete le sostuvo las manos y George consiguió abrirle la boca. El Lerdo, le arrancó la dentadura postiza y la tiró al suelo. Yo la machaqué con las botas. George, una vez más, le agarró los labios y le descargó una buena trompada en la cara, aunque con el puño anillado. Entonces, el sujeto comenzó a quejarse de lo lindo… y le brotó sangre, mucha. Hermanos míos, ¡oh! ¡Qué hermoso…!

    Al rato lo dejamos ir. No era la gran cosa, pero no por ello iba a pedir disculpas a nadie. Además, la noche apenas comenzaba…”

    Quien narra el evento es Alex, el protagonista de la famosa novela “La naranja mecánica”. Aquella –escrita en 1962- cuenta la historia de un adolescente y sus tres amigos, quienes habitan en un mundo de crueldad y destrucción. Para ellos, el  disfrute de la libertad sólo es concebido a través de la violencia y el dolor hacia un otro. Pues bien, ¿qué tan lejana resulta esta ficción a la luz del crimen cometido por los rugbiers el pasado enero?

    Los hechos son de público conocimiento: diez adolescentes mayores de edad, jugadores de rugby, mataron a golpes a Fernando Báez Sosa, un joven de 18 años. Todo sucedió a la salida de un boliche en Villa Gesell alrededor de las 4.40 am. En la actualidad, los imputados se encuentran detenidos, con prisión preventiva en el partido de Dolores. A tres de ellos se les atribuye la autoría material del asesinato. Conforme la autopsia realizada, la patada efectuada por Máximo Thomsen sobre la boca de Fernando le habría ocasionado la pérdida de conciencia. Como consecuencia de aquello, la cabeza de Báez impactó en el piso, llevándolo al peor desenlace.

    Eran diez pegándole a uno. Testigos declararon que los rugbiers le gritaban  a  Fernando: “Dale cagón, levantate”, “te vamos a reventar”, mientras este yacía en el suelo. Según relatan,  Báez habría manchado la ropa de uno de los integrantes de la banda oriunda de Zárate, y aquello sería motivo suficiente para acabar con su vida. El argumento ofició de pantalla para que estos deportistas  pudieran “divertirse”. En efecto, se trata de un grupo de individuos que encuentra el éxtasis en generar sufrimiento en el otro. He aquí la primera similitud con los personajes de la citada obra literaria: adolescentes que bajo un modus operandi grupal experimentan el goce  causando dolor en un tercero.

    Ahora bien, ¿por qué lastimar a una persona puede generar placer? Al respecto, la médica psiquiatra  infanto juvenil, Dra. Nora Leal, señala que este tipo de conductas -a veces- responden a una descarga de violencia, en donde el placer está en el sometimiento del otro, el cual está en una situación de debilidad. Quienes accionan de esta manera se sienten más fuertes y poderosos. “Se debe distinguir entre sadismo y la  impulsividad. El primero refiere al goce por causar dolor en otro sujeto, en disfrutar de la crueldad; pero para ello se requiere que un par entre en el juego (algo que no ocurrió con Fernando). El segundo, en cambio, alude a la falta de control en los impulsos, lo cual puede devenir, por ejemplo, en  diversas acciones violentas”, especifica la doctora.

    Por su parte, el médico psiquiatra feminista Dr. Enrique Stola reflexiona: “Cuando un grupo ataca, si bien hay goce, este se vincula no sólo con el ejercicio de poder sobre la víctima, sino también con el sentimiento de pertenencia de cada uno de los integrantes. Se reconocen como machos poderosos, al límite de hacer lo que se les antoja con otro varón u otra mujer- violándola y matándola-“, afirma Stola. Y agrega: “una agrupación tiende a unir voluntades para lograr un objetivo; en esta oportunidad el fin  es destruir al otro. Quizá cada uno de ellos, de manera individual, no mataría. La situación cambia cuando hay un marco grupal: se vivencia la sensación de impunidad y, a la vez, se imponen liderazgos”.

    Más  puntos en común entre el mundo ficticio creado por Anthony Burgess (autor del best seller) y la triste realidad: ambas bandas debieron frenar sus conductas criminales por la misma razón, “se les fue la mano” y los alcanzó la muerte. El protagonista del cuento termina con la vida de una anciana y producto de ello es condenado a prisión. Con los rugbiers ocurre lo mismo: este conjunto de jóvenes encontró su límite tras matar a Fernando. Y resulta oportuno señalarlo ya que en ambos escenarios las palizas eran habituales. En “La naranja mecánica” los muchachos salían ansiosos a las calles a escoger víctimas; en el grupo de zarateños, por su parte, se celebraban las peleas. “Tres noches seguidas a las piñas, si no hay piñas no pudo haber sido alta noche. Jajajaja” escribió en su Twitter, días antes, Lucas Pertossi, uno de los acusados del homicidio. En ambas “historias” hubo delitos preexistentes, pero nadie los advirtió. ¿Qué pasa con los  mecanismos de control ante este tipo de conductas antisociales?

    “Una de las características de estas patotas es la ausencia de culpa. Para ellas, la persona agredida es algo que está fuera de lo humano -ya sea por su color de piel, por su identidad de género o por su orientación sexual-, ergo, no merece preocupación alguna”, afirma Stola. El dato no es menor si se tiene en cuenta que -según dichos de testigos- mientras los rugbiers golpeaban a Fernando, también lo insultaban: “Te vamos a matar, negro de mierda”. El joven era de tez morena. A mayor abundancia, las pericias realizadas a los teléfonos celulares de los imputados, develaron que uno de ellos ordenó llamarse a silencio vía WhatsApp: “No escriban más que lo matamos”.  De igual modo, y siguiendo con la analogía, las víctimas de Alex y sus compañeros eran portadoras de características particulares: personas mayores, borrachas, niñas y académicos. Nada quedaba librado al azar.

    Para finalizar, una última cuestión interesante: la pandilla Burgess, después de cada crimen, se dirigía a algún bar a beber leche y comer algo dulce; los rugbiers, en la misma línea, luego de acabar con Fernando fueron a un local de comidas rápidas a desayunar. Cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia…

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