Profundo malestar ante toda situación de dominio capitalista-socio-cultural-moderno/colonial, la dominación masculina y las trampas de la cultura patriarcal-machista-racista.
La pedofilia NO es una orientación sexual, como tampoco lo es una de sus modalidades, el incesto-paterno-filial.
Gozar sometiendo sexualmente otro cuerpo, pequeño o adulte, NUNCA es una orientación sexual.
Diferenciar pedofilia de pederastia es pura retórica, es sólo un peligroso juego del lenguaje que legitima socialmente la nefasta idea de que existe la pedofilia como orientación sexual.
Nunca es una “calentura momentánea” como afirmó Roberto Piazza (horas más tarde se disculpó), siempre es un acto de poder y no se necesita ser psicópata o mentalmente enfermo para concretarlo.
Nunca es un “tema que pertenece a la vida privada” como dijo Robertito Funes Ugarte porque la agresión sexual es un delito.
Hay una fuerte tendencia a romantizar a los pedófilos como hombres sufrientes por amores imposibles. Realicemos algunas preguntas incómodas: ¿cómo invaden con su mirada aquellos cuerpitos que están en su red social?; ¿con qué imágenes se masturban?; ¿Quiénes son los que consumen en las amplias redes de pornografía fotos y videos de menores sexualmente explotades?; ¿no es un “pasaje al acto” el consumir fotografías y videos de niños/as vulnerados accesibles en la web?
El consumir, poseer o distribuir fotografías o videos de explotación sexual de niñes NUNCA es una orientación sexual. Gran parte de ese material que circula en medios digitales ha sido y es producido por los progenitores incestuosos, los “buenos padres de familia”
El incesto-paterno-filial y las diversas formas de explotación sexual son parte de la Cultura de la violación, uno de los instrumentos del orden patriarcal.
Dejen de horrorizarse, de rasgarse las vestiduras y créanle a las niñas, niños y adolescentes cuando denuncian.
Dejen de atacar desde el Poder Judicial y las redes sociales a las mujeres-madres-protectoras y exijan Educación Sexual Integral.
Enrique Stola, médico psiquiatra perteneciente a la Red de Psiquiatras Feministas, ha estado en la provincia de Misiones para hacer una evaluación psiquiátrica del caso María Ovando
jueves 01 de diciembre de 2022 | 11:17hs.
El caso de María Ovando, ha despertado distintos puntos de vista tanto a nivel provincial como a nivel país por lo que en los últimos días Enrique Stola, médico psiquiatra perteneciente a la Red de Psiquiatras Feministas, ha estado en la provincia de Misiones para hacer una evaluación psiquiátrica al respecto.
El profesional dialogó con el programa Acá te lo Contamos por Radioactiva 100.7 y contó que fue lo que lo motivó a llevar a cabo esta investigación: “Vine porque pertenezco también a una Red de Psiquiatras Feministas y a un capítulo en la Asociación de Psiquiatras de Argentina que es de derechos humanos y a nosotros nos preocupa muchísimo esta situación que se da con mujeres en todo el país que son acusadas de malas madres cuando el Estado no ha hecho absolutamente nada para contenerlas y además no tienen recursos para tener buenos abogados, no tienen los elementos como para aportar a su defensa y terminan siendo sus hijos repartidos”.
“Esa red social afectiva que ellas construyen termina siendo destruida y esto es porque hay un Poder Judicial que mira desde su visión de clase y para ellos todos deberían criarse como los de clase media-alta y no son capaces de ponerse en el lugar de estas mujeres y de exigir desde su sentencia al Poder Ejecutivo que tome medidas para acompañar a que las familias se mantengan constituidas”, agregó.
A continuación destacó que a los hombres no se los imputa por malos padres, “las estadísticas muestran que los jueces suelen tomar a varones de bajos recursos que han cometido incesto, agresores sexuales para meteros a la cárcel pero cuando son de clase media media-alta, safan por la red de complicidad y porque pueden pagar costosos abogados. Todo es una cuestión cultural que está en todo Occidente, pero siempre hay una coincidencia en todas las sociedades patriarcales y es de que la mujer está en situación de subordinación y eso hay que desterrar”
Cómo se va conformando la personalidad de un femicida. Qué factores sociales inciden. La contraofensiva machista en tiempos de luchas feministas. Qué lleva a una mujer a caer en su trampa y cómo los mandatos sociales la conducen a esa trampa. La mirada de Enrique Stola, psiquiatra …
Publicado por «El Popular», 14-08-22 https://www.elpopular.com.ar/nota/11048 Reportaje realizado por la periodista Claudia Rafael / crafael@elpopular.com.ar
Aviso:El artículo contiene también la opinión de un psicólogo, pero por motivos personales y profesionales solamente voy a colocar en este blog mis respuestas.
Pasaron 26 años desde aquel mayo en el que Fabián Tablado, con escasos 20 años, asesinó de 113 puñaladas a Carolina Aló, su novia de tan solo 17. Largos años de cárcel, nuevas relaciones amorosas con mujeres que fueron víctimas de sus violencias y ahora, con 46 años y en libertad planea instalarse en San Clemente del Tuyú. Caso emblemático si los hay. El suyo, el del multifemicida Barreda, el de tantos hombres que apuñalan, balean, incineran. ¿Qué hay en la construcción de la personalidad de un femicida? ¿Qué empuja a una mujer a enamorarse de un hombre al que sabe victimario de esa violencia extrema?
-En un contexto de tan marcadas luchas feministas ¿todavía los avances siguen muy en superficie y hacia el fondo de la construcción social siguen sólidos los valores patriarcales?
-Enrique Stola: Creo que la lucha de las mujeres, la lucha del movimiento LGTBQ+ han logrado hacer circular discursos que a un sector de la población le han permitido releer su historia y modificar algunos posicionamientos. Pero las cifras de agresiones sexuales, de mujeres, trans y travestis asesinados, de discriminación, la contraofensiva machista que vemos, la desigualdad en términos de género, muestran que lo sólido sigue siendo todavía la estructura y los procesos de socialización patriarcal. Cómo puede ser que hasta hoy, después de muchísimos años de que haya salido la Ley de Educación Sexual Integral, no se cumpla íntegramente. Y no se cumple porque nunca, ningún gobierno, se puso firme ante la iglesia católica, ante las demás iglesias y ante los sectores conservadores. Entonces lo que ha podido lograr la lucha de las mujeres y del movimiento LGTBQ+ es el impacto en algunos sectores sociales, en algunos grupos, ha impregnado parte del discurso pero todavía no ha producido la modificación de la subjetividad y de las prácticas sociales como para producir el gran cambio.
–En momentos de tanto avance de estas luchas, el elevado número de ataques y de femicidios ¿aparece como contrarreacción?
-E.S.: Creo que estamos viendo una contrarreacción patriarcal muy fuerte. La decisión de la corte de Estados Unidos, el presidente de Hungría diciendo «tenemos que levantar una raza única», los carteles en Polonia diciendo «ciudad libre de LGTB», los travesticidios, la matanza de mujeres en todos los países de Occidente y dominados por Occidente. Claro que estamos viviendo una contraofensiva machista con muchísimo activista. Desde el imbécil de Arjona hasta la Corte Suprema de Estados Unidos. Y, además, como bien señala Rita Segato, hay una pedagogía de la crueldad. Lo que está aumentando es la crueldad contra los cuerpos de las mujeres, LGTBQ+ y de niñas y de niños. Y además está aumentando la crueldad dentro del poder judicial con la utilización del falso síndrome de alienación parental, que es un instrumento de violencia contra las madres protectoras que denuncian y está aumentando la cantidad de mujeres a las que le sacan los hijos.
-¿Esto incide para provocar una retirada de ciertas franjas de mujeres de aquellas movidas?
-E.S.: Creo que la disminución de la movilización se debe a un fenómeno que se da en toda sociedad republicana, capitalista y burguesa que tiene que ver con dar estos derechos pero sin satisfacerlos. Aquella frase del presidente de la Corte diciendo que no puede ser que ante una necesidad nazca un derecho. En realidad, a la necesidad hay que responderle con la satisfacción pero se responde con la letra escrita y con un espacio institucional que permite avanzar en muchas cosas pero termina desmovilizando. Creo que el feminismo institucional tiene sus límites, que son los que pone la estructura machista.
-¿De qué nos habla la reacción de una sociedad como la de San Clemente cuando se planta ante la posible llegada de Tablado a su comunidad?
-E.S.: Yo sospecho mucho de esas reacciones. Porque de golpe todos aparecen como los buenos vecinos que están en contra de la violencia machista, pero están calificando de violencia machista solamente a la violencia extrema. Yo no creo que esta sociedad de San Clemente sea feminista. Debe ser muy conservadora y machista y debe haber muchísimas mujeres dominadas, violadas, golpeadas, niños abusados. Sólo que ahora se van a sumar todos y van a poner la firma para que él no esté. Es un momento para que todos se sientan tan buenos y tan de acuerdo con los derechos de las mujeres. Hablo de la reacción de aquellos que en la perra vida se metieron pero que si les dicen vamos a dar ESI en los colegios dicen «no, con mis hijos no».
Caer en la trampa
Qué lleva a una mujer a enamorarse y entablar un vínculo afectivo con un femicida probado. Qué condimentos culturales y sociales inciden en esa relación. Cuál es la trama de una crónica de pareja que, demasiadas veces, vuelve a terminar en otra historia trágica. Una más de tantas.
Enrique Stola es médico psiquiatra, especialista en psicología clínica y experto en violencia de género y agresiones sexuales contra las infancias. Desde Madrid, en entrevista con este diario, analizó esos vínculos desde la perspectiva de la incidencia en toda situación humana de los procesos de socialización.
E.S.: Muchas veces se cuestiona a mujeres que van a la cárcel, conocen a alguien que es un femicida, se relacionan y forman pareja con él. O él sale de la cárcel, se sabe muy bien quién es, qué hizo pero hay mujeres que forman pareja con él. Son mujeres que entran en una situación de riesgo por un lado. Pero por otro, ¿de qué se las puede acusar? En todo caso, de haber cumplido hasta última instancia su proceso de socialización. Porque en su gran mayoría, las mujeres siguen socializadas bajo el aspecto de tener que ser las cuidadoras, las comprensivas, las que con el amor pueden modificar toda la realidad. Cuando se encuentran con ese hombre, no es que se enamoran o lo quieren porque es un femicida. Lo quieren porque hay aspectos de él que le gustan y, además, los varones que son hombres que ejercen violencia, son estafadores afectivos. Es decir, estafan afectivamente hasta que logran tener esa presa y cuando la mujer ya está en situación de total subordinación le es muy difícil salir. Y ahí es cuando ella siente que hay algo que no funciona pero las respuestas que tiene son las que la socialización le ha dado.
-¿Cómo se va construyendo en ella ese proceso de socialización?
-E.S.: «Vos tenés que comprenderlo, ayudarlo, sostenerlo, la felicidad es esfuerzo, no todo momento se puede ser feliz, hay que regar la plantita todos los días». Cuántas veces escuchamos esa boludez pero es algo que en la mujer tiene efecto porque hay un montón de mandatos seguidos. Y, por último, ese mandato tan cristiano que es para las mujeres: siempre, siempre hay que dar otra oportunidad. Hay que poner la otra mejilla. Porque todas las personas se la merecen. Andá a que un hombre te la dé. Pero las mujeres siempre dan, en general, otra oportunidad. Entonces esas mujeres que se relacionan con este femicida razonan que es un hombre al que hay que darle otra oportunidad, «que es atractivo, que lo escucho y veo lo mal que lo pasó, por fin tiene una mujer que lo comprenda, me hace sentir única». En fin, terrible, pero a quien hay que culpar es a esta sociedad que sigue sosteniendo a esos sectores conservadores y religiosos que mantienen la idea del amor romántico y la servidumbre de la mujer.
El médico dijo que “es vergonzoso que a esta altura de la lucha de las mujeres, de las madres protectoras, de los feminismos y el avance de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, una universidad siga enseñando eso”.
El médico psiquiatra, especialista en psicología clínica y experto en violencia de género y agresiones sexuales contra las infancias, Enrique Stola, habló con Radio Provincia del Chaco sobre el falso síndrome de alienación parental.
El médico aseguró que se trata de “un síndrome inventado por un pedófilo” y aseveró que “es vergonzoso que a esta altura de la lucha de las mujeres, de las madres protectoras, de los feminismos y el avance de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, una universidad siga enseñando eso”.
Stola se refirió al repudio de organizaciones de protección de los derechos de las infancias de Chaco, que hicieron público un comunicado donde denuncian una cátedra que dicta la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste.
Se trata de una postura en contra de las teorías del Síndrome de Alienación Parental, “teoría con la que se promueven estrategias y abordajes que dañan y vulneran los derechos de niñes, mujeres y disidencias consagrados en todas las convenciones y normativas vigentes en nuestro país”, señalaron.
Stola comentó que la invención de este síndrome por un psiquiatra norteamericano se da “como respuesta a los avances que habían logrado las mujeres, cuando en la década de los 60’ empezaron a denunciar que sus casas eran el lugar más peligroso para ellas y los niños y niñas”, y agregó que esto es así “ya que es ahñi donde son violadas, abusadas y asesinadas, y donde los niños y niñas son agredidos sexualmente”.
El síndrome de alienación parental “no está reconocido por ninguna asociación científica, porque no cumple con criterios científicos”, dijo y añadió que “es un hábil y eficaz instrumento de castigo a las mujeres dentro del Poder judicial, en occidente y su área de influencia”.
El médico aseguró que “un niño o niña no puede sostener una mentira, es imposible que puedan inventar la angustia, los trastornos de conducta que van asociados a pesadillas o dibujos que hacen espontáneamente”. Stola expresó que quienes sostienen el SAP “inventan cualquier cosa para defender agresores sexuales” y que se trata de “una contraofensiva que en estos momentos hay en el mundo contra los derechos de las mujeres, personas LGBTIQ+, niños, niñas y niñes.”
El 21 de marzo de 2017, la Corte Suprema de Justicia de la República Argentina, por unanimidad, desestimó los recursos presentados por la defensa y dejó firme la sentencia que había condenado a Grassi a 15 años de prisión «por abuso sexual agravado» Hoy 18-04-2022 está en la cárcel y continúa siendo cura de la iglesia católica.
Entrevista a un testigo del caso Grassi:“La estrategia de defensa del cura es generar pánico” Julio Grassi fue denunciado, en el 2002, por “abuso deshonesto” y “corrupción de menores”. Hoy, seis años después, comenzará el juicio oral y público. Cuál es la estrategia de defensa del sacerdote y el nefasto papel de los medios que, en reiteradas y cuidadas entrevistas al cura, extienden el maltrato sobre los denunciantes. Enrique Stola es médico especialista en Psiquiatría y Psicología Médica y Clínica. Estos datos no alcanzan, sin embargo, para definirlo en su totalidad. Para ese propósito es indispensable decir que es internacionalmente reconocido como terapeuta en la atención de cuestiones de maltrato infantil y violencia intrafamiliar, institucional, sexual y de género. En este país, y no es el único en el mundo, dedicarse a atender y a denunciar los abusos contra las mujeres y los niños implica ser atacado y difamado por los numerosos grupos que consideran que denunciar estas cosas –no que sucedan– destruye a las familias. Si se le añade que el doctor Stola fue el psiquiatra de los dos jóvenes que denunciaron al cura Julio Grassi en el programa Telenoche Investiga, y que, posteriormente, se convirtió en testigo de la causa que todavía espera el juicio oral, es muy sencillo concluir que su vida no es nada sencilla. En la vereda de enfrente están la Iglesia, los medios de comunicación y los grupos económicos que financian y garantizan la impunidad del cura (la Fundación Felices los Niños fue la más apoyada económicamente por el gobierno y los sectores de poder durante la década del ´90). Pese a las amenazas continuas, las golpizas, los intrusos en su casa y los robos que sufrió, Enrique Stola tiene el coraje, el valor y la coherencia de juntar paciencia hasta declarar en el juicio oral a Grassi, que comenzó hoy, bajo los cargos de «abuso deshonesto» y «corrupción de menores» y con un inconcebible pedido de nulidad del sacerdote. Entrevistamos a este médico psiquiatra para conocer los pormenores de un caso que más que silenciado, parece amordazado. Son ínfimos los medios que informan que Grassi tiene tres causas de abuso sexual y corrupción de menores agravado. Dos, radicadas en Morón y la tercera en Calafate. Allí, durante un viaje, Grassi habría abusado de un joven, hoy mayor de edad, quien junio de 2006 se animó y declaró por primera vez en contra del cura. El examen psicológico que le hicieron al sacerdote sostiene indicadores similares al perfil de los delincuentes sexuales. No lo dicen los testigos de parte. Lo dice la pericia, que confirmaría la impericia del fundador de la Fundación Felices Los Niños. Los medios, que han utilizado cientos de prácticas desdeñables para defender a Grassi, jamás se han interesado por el estado y la salud mental de las víctimas. Sin embargo han entrevistado al cura, y siguen haciéndolo, para que imponga su versión de los hechos: la del complot contra su persona. Esas entrevistas -con la escenografía adecuada: una pequeña habitación, cama, mesa y Biblia. Clima de austeridad y de recogimiento espiritual- tienen ese objetivo explícito, pero además uno más macabro: mostrar todo el poder del sacerdote. Es un mensaje a otras probables supuestas víctimas: no hablen porque serán despedazadas en nuestros programas. En cada uno de las emisiones televisivas donde se coló el caso Grassi, se calificó negativamente a los jóvenes que lo denunciaron, se dieron allí sus nombres a pesar de ser menores de edad, se los trató de discapacitados, de chantajeadores y muchos más adjetivos denigrantes. Luis Majul alcanzó a emocionarse en la entrevista con el cura. Majul nunca preguntó por el estado de las supuestas víctimas como tampoco lo hicieron monseñor Bergoglio, monseñor Lozano, monseñor Echron, el capellán Baseotto, monseñor Romaní, y sigue la lista. ¿Qué pueden pensar y sentir jóvenes marginales ante tamaño despliegue de poder, ante la emoción de Majul, ante las reverencias de Mariano Grondona, Daniel Hadad y ante el apoyo explícito de muchos obispos argentinos? Enrique Stola lo revela en esta entrevista donde, entre otras cuestiones destacadísimas, se evidencia la perversidad de los medios, que cada vez tienen más fines.
-¿Cómo llegó al caso? Enrique Stola -Cuando vi una denuncia que apareció por televisión, (se refiere a la investigación «Yo, Grassi» emitida por «Telenoche Investiga» el miércoles 23 de octubre de 2002) estaba impactado como todo el mundo. Y entonces, mientras estaba viendo el programa le dejé un mensaje a alguien de la producción. Yo había estado en TN Investiga en el programa anterior cuando se analizó la forma de dominación que tenía un programa de entrenamiento que utilizaba técnicas psicodramáticas. Aparecí analizando lo que el TN Investiga había investigado al respecto. Entonces les ofrecí mis servicios como analista institucional, pensando que el equipo iba a tener una fuerte presión. Mi idea era hacer una especie de intervención psicológica institucional sobre el equipo periodístico. A la semana siguiente recibo un mail que dice que van a requerir mis servicios, que les diga día y hora, lo antes posible. Les di un turno para el día siguiente, un martes a las 16. Eran los 16:15 y no venía nadie. Yo no sabía quién iba a venir pero entonces recibo un llamado telefónico hecho por una mujer que me dice: «Estamos llegando tarde, pero estamos yendo». Al escuchar que hablaba en plural, me dije «debe ser una pareja». Al rato llegan y entra una señora joven con un jovencito. Pensé que serían madre-hijo. Para nada los relacionaba con el caso. Y cuando entran me dice «soy la tutora de ‘Gabriel’, el joven que hizo la denuncia» ahí casi me caigo de espaldas. -Pero se mantuvo en pie –Sí. Tuve una entrevista de dos horas con «Gabriel», y en ese lapso decidí que lo iba a acompañar. Le planteé tener una entrevista al otro día, hicimos eso, y el jueves la llamé a la jueza que estaba a cargo (el caso lo investigaba la Justicia de San Isidro) y le digo: «Yo he tenido dos entrevistas con ‘Gabriel'». Me dice que vaya inmediatamente al juzgado. Fui y di cuenta de las dos entrevistas. Informé cuál era el criterio con que iba a trabajar: mi objetivo no era que «Gabriel» declarase o no, sino acompañarlo y fortalecerlo para que tomara la decisión que creyera conveniente. Si se quería ir del país o participar del juicio era cosa de él. A mi me interesaba que cualquier decisión la tomara con el máximo de libertad y la pudiera sostener. Me dijo que ella estaba totalmente de acuerdo y me preguntó si yo estaba dispuesto a atender a alguna otra posible víctima, si aparecía. Le dije que no había problema, que contaba con un grupo de colegas que podía hacerse cargo también. «Mire que esto es difícil», me dijo.
-¿Le hizo una advertencia? -Me hizo la advertencia, aunque yo no tenía elementos para saber lo que implicaba. Eso fue un jueves y el viernes me llama para ver si podía atender a otra persona que ya había declarado. Entonces apareció «Ezequiel». Con él tuve pocas entrevistas y se encargo la Licenciada Maria Inés Olivella de su atención, y yo, de la supervisión. En ningún momento «Gabriel» y «Ezequiel» se conocen ni se conocerán. Hemos sido muy cuidadosos. Cada uno tiene su propia experiencia. -¿Cuán «pesado» era el tema? -Muy pesado, porque en ese momento estaba toda la prensa, todo el grupo Hadad, Mariano Grandona, Ámbito Financiero presionando y diciendo cualquier cosa sobre estos jovencitos. Y no había abogados que salieran a responder. En un momento se hizo tan fuerte la presión que yo decidí salir a hacerlo. No permití que me tomaran fotos por un tema de seguridad porque a donde íbamos había seguimiento buscando al pibe. Daniel Hadad quería la foto de «Gabriel» para publicarla. Por ahí estábamos en un lugar y había que sacarlo encapuchado. Entonces decido salir a hablar. La revista Veintitrés me hace un reportaje y ahí digo todo lo que pienso, cómo estaban maltratando a los chicos por televisión. Recuerdo que me llaman de Radio 10 para hacerme un reportaje y les dije que no le iba a dar ningún reportaje a ningún medio que haya maltratado a mis pacientes, sea Radio 10, Canal 9, La Nación, Ámbito: todos los que respondían corporativamente. -Ahí se convirtió en el hombre sobre quien podían «disparar» -Si, totalmente. Después apareció como abogado Juan Pablo Gallego y ahí se pudo organizar una defensa de los pibes. Increíble, a las supuestas víctimas había que defenderlas. La causa pasa a Morón, al juzgado del Dr. Ricardo Oyama, gran «personaje». Este juez me dice que quiere conocerme. Entonces fui pensando que iba a ser una charla… pero en realidad quería que yo declarara y recuerdo que estaba él y el asesor de Menores. Cuando hablo con el juez le digo: «¿Ustedes vieron cómo tratan a ‘Ezequiel’ en el programa de Grondona?: como discapacitado, usando el término como una descalificación, ¿vieron las cosas que dijeron de «Gabriel», estar buscando el nombre real, hacer aparecer a la madre de ‘Ezequiel’ contradiciendo a su hijo, diciendo de que es un mentiroso y las demás atrocidades? El juez me dice: «No, no sé nada, no miro televisión». Lo mismo, el de Menores. ¡¡Cómo puede ser!! El escribiente les decía: «Pero doctores… es el tema del que se habla todo el día.» Una caradurez total la de estos señores. Ahí me di cuenta que la cosa era bien pesada. Hay algunos muy buenos jueces, pero también hay gente que tiene mucho poder y son de lo peor. Gente no confiable, como el caso del fiscal general de Morón Federico Nieva Woodgate, que debería ser la cabeza seria y honesta del Ministerio Público. Para mí es un tipo no confiable, con el cual tuve una fortísima discusión. No quiero saber absolutamente nada con él. Me produce un profundo temor estar a solas con este hombre. Yo no acepto con él ninguna entrevista solo, quiero siempre testigos. -Enrique, ¿cómo sigue su participación en el caso? -Actualmente estoy en calidad de testigo. Yo tuve asistiendo y conteniendo a «Gabriel» hasta noviembre del 2005 cuando me entero que él había firmado en sede judicial que desistía de seguir como «particular damnificado». Cuando me entero de eso en una entrevista que tenemos, le digo: «No puedo seguir siendo tu terapeuta, porque yo tengo que denunciar a este tipo. No puede ser que un fiscal te haga renunciar». Yo pensé que era el fiscal, que en ese momento tenía mas contacto con él, pero en realidad el ideólogo era el fiscal general Nieva Woodgate. Yo ya venía percibiendo que con sus comentarios venia boicoteando mi relación con «Gabriel». Entonces dije «lo voy a denunciar porque no puede ser que esto quede como antecedente». Sino sería cuestión de esperar que cualquier niño, niña o adolescente marginal abusado/a sea mayor de edad, dilatar el proceso y luego un fiscal que lo haga renunciar a ser «particular damnificado» con el cuento de «nosotros te vamos a defender». Entonces no habría nadie que denuncie. En ese momento yo hago dos denuncias porque además a «Gabriel» lo hacen firmar sin la presencia de un abogado, sin evaluar en qué estado estaba: terriblemente desgastado por todo lo que le venía ocurriendo. Cuando se hace esta audiencia pública donde obligan a «Gabriel» a desistir de la denuncia, la policía tiene mandato para no hacer entrar a Gallego, el abogado de los chicos. Gallego estuvo cinco horas ahí sin moverse, tuvo que ir gente de Derechos Humanos de la Municipalidad de Morón, para que hubiera testigos calificados de cómo se estaba violando la ley ya que ni siquiera le querían dar un comprobante de que estaba ahí, en el juzgado. -Entonces usted también denuncia esta arbitrariedad -Exactamente. Denuncio al fiscal, al Secretario del Juzgado, entre otros. Mi denuncia se suma a la que hizo el propio Gallego y el Comité de Seguimiento por los Derechos del Niño. La Cámara resuelve no dar bolilla a nuestra denuncia. Sin embargo, Casación aparta al Tribunal y dictamina que se haga todo de nuevo. Entiendo que la defensa del cura no nos quiera pero bueno, estamos ejerciendo nuestra profesión y estamos totalmente comprometidos con la misma, con nuestros compromisos éticos y profesionales.
-¿Cuál fue el efecto que iba produciendo en estos dos jóvenes la profunda campaña instalada en los medios en defensa de Grassi? -Uno de los efectos es inhibir posibles nuevos testigos. En caso que el cura llegue a ser condenado porque se comprueba que es un abusador, va a significar que hay muchas más víctimas que no han podido declarar. ¿Por qué? Porque sucede lo mismo que en un grupo familiar donde un nene o una nena denuncia «el abuelito me está tocando» y se arma tal quilombo familiar que llega un momento que se retracta y dice «no, no era así». Luego, llegado un caso similar, prefiere callárselo. Cuando el cura está ese mes preso y da sus entrevistas en una piecita y se suponía que dormía ahí, (digo «se suponía» porque yo dudo de todo eso: creo que dormía en otro lugar y la pasaba mucho mejor de lo que demostraba), da una imagen absolutamente distorsionada a la que los chicos denuncian. En segundo lugar, cuando Grassi fue liberado y fue a la Fundación Felices Los Niños y lo reciben en andas, me tuve que ir de urgencia a La Plata porque uno de los pibes estaba en crisis de nervios y de pánico ante esta situación. Lo tuvimos que sacar del Programa de Protección de Testigos porque él decía «yo estoy preso y este señor está libre». Este programa lo tenía en una situación de control y cuidado, que él vivía como una prisión. Imagínate un chico que ha vivido marginado, que ha tenido el peor concepto de la Policía, de la Justicia, que no cree absolutamente en nada y además, según él, tiene una pésima experiencia con este hombre. Y el otro pobre pibe, «Ezequiel», ver por televisión a su madre hablando en contra de él, todo financiado por varios canales, fundamentalmente Canal 9. Así que vi cómo se deprimían, cómo lloraban, cómo se angustiaban. Cada vez que Grassi sale entrevistado, mostrándose como víctima, con toda la propaganda… ¿cómo lo viven los pibes? Es una muestra de poder del cura y el pensamiento es «ante tipo yo tengo que declarar, ante este tipo yo tengo que hablar». Eso produce profundo miedo y pánico y creo que en esto se basa parte de la estrategia de defensa del cura, generar miedo, generar pánico. Y todavía resulta efectiva. Sabrá hasta cuándo el Dr. Sandro, que es el que dirige toda esta defensa, sabrá Pierri, Telleldín y todos los personajes ligados al cura Grassi: monseñor Bergoglio y toda la Conferencia Episcopal que defiende al cura.
-¿Y en su caso, qué genera? -En mi caso, por ahí cuando estoy hablando esto con mi pareja me dice que está ocurriendo lo que ellos quieren: que tenga miedo, que no pueda estudiar. Y si…, que te toquen el portero eléctrico y te digan «te vamos a reventar a vos y a tu familia, te metiste con nosotros», recordar la escena acá, tirado en el piso porque me habían recontra cagado a palos y quedar con stress post traumático más de un año y dos meses medicado… O sea, no es fácil, así que no me pidan los monseñores que están avalando todo esto que yo sea muy educado con ellos, pero lo que sí puedo decir es que puedo mantener mi objetividad profesional con respecto al cura. No tengo nada contra él, lo único que quiero como testigo es responder a las preguntas que tenga que responder y nada más. Que se termine esto y creo que para él esta situación de incertidumbre no es buena. Sería bueno que él tuviera el juicio. Para los chicos es una desprivación de Justicia: van seis años de la causa. Un tipo que ha tenido tantos abogados, tantos estudios caros que no han tenido ni Menem ni Cavallo… -¿Quien cubre esos gastos? ¿Es la propia Iglesia? -Lo cubren empresarios como Santiago Soldati (dueño de uno de los grupos económicos más fuertes del país), según lo declaró Moreno Ocampo: que Soldatti le pagaba a él. Parece que Moreno Ocampo es medio mercenario porque si le pagan, él lo hace y ahora está juzgando mercenarios en Europa. No sé qué otros grupos, quienes financian, pero hay que tener plata para financiar durante seis años a Sandro, por ejemplo, que es el abogado penalista más caro del país. Por qué un cura tan «humilde» tiene tantos abogados, la verdad no sé.
-Antes de este caso, por más que él se defina como «humilde», ya que tenia varios grupos económicos que financiaban su Fundación y demás. ¿La Fundación sigue funcionando? -Sí, sigue funcionando. -¿Grassi tiene un régimen de visitas a la Fundación con vigilador? -Antes su «vigilador» era una monja, que después creo que renunció. Con todo el ejercicio y entrenamiento de manejar el poder que tiene él, no creo que esa cuidadora o cuidador, sirva de algo. Creo que se maneja con total libertad, de la misma forma que viene a Capital, apoyado en sostenes tales como Monseñor Bergoglio. Grassi, pese a todo, da misas (lo hace también en Provincia de Buenos Aires), así que no hay restricciones. -¿Alguna vez Grassi tuvo contacto directo con usted? -No, una vez que fui a hacer una denuncia contra Telleldín, mientras estaba esperando al fiscal, entró a hacer una denuncia y se colocó delante de mí. Fue una sensación muy extraña porque nunca lo había visto personalmente pero fue la única vez que lo vi. -¿La denuncia contra Telleldín tenía que ver con el caso? -Sí, Telleldín se había puesto en contacto conmigo con un nombre falso primero, no sé buscando qué. Creo que buscaba lo que consiguió después, ser tapa de revistas, como Veintitrés y así ganar clientes dentro y fuera de las cárceles. Yo presento una denuncia contra él y su relación con el cura luego de tener una entrevista con Telleldín en el bar La Paz, con testigos, por las dudas. Estos son los personajes que están con Grassi. Fue interesante porque Telleldín me dijo que sólo se ocupaba de la «logística». Pinchar teléfonos, verme los mail, que para eso lo habían contratado, pero que en las cosas pesadas él no tenía nada que ver. Después hice la denuncia y nadie investigó.
-¿El abuso inicial se ve reforzado con Grassi saliendo por televisión en entrevistas donde no se le pregunta nada que lo comprometa? -Yo diría que es otra forma de abuso. Si «Gabriel», como él declara, tuvo abuso sexual, que eso se tendrá que ver en la justicia, luego lo que hay es abuso de poder sobre chicos marginales, por los que ningún periodista se ha interesado jamás. Nunca. Ninguno me llamo para preguntarme como estaban los chicos. Y los que me presionaban para que les entregue datos, nunca me preguntaron: «Doctor, ¿cómo están los chicos?» Nadie, nunca. Lo que trae esto es una gran dificultad para organizar la vida porque por la experiencia que han tenido ha sido traumática. Se frustra la posibilidad de estudiar, porque le aparecen los matones a la salida de la escuela; la posibilidad de trabajar, porque le aparecen en el trabajo. Son pibes que llevan hace seis años una vida muy difícil como ocurre, al final, con todos los chicos y las chicas que han denunciado esta situación y la persona que denuncian es poderosa
-Después de haberlos acompañado, ¿usted cree que de pasar por un hecho similar estos chicos volverían o se animarían a denunciar una situación similar? Y eso ligado a ¿qué mensaje podemos transmitir para quien ha sufrido un abuso y tenga temor a denunciar? Porque los mensajes que se emiten desde los medios no son sólo para estos dos chicos puntualmente -Claro. «Cállate que lo importante es la familia, lo importante es el doctor que está abusando siga curando enfermos. Lo importante es que el cura siga dando de comer a chicos, y bueno, si se bajo a dos o tres, no hay problema»
-O algo habrán hecho esos chicos para… -O como dijo este obispo de Tenerife (España): «Hay que ver los chicos de doce o trece años que inducen a ser abusados, seducen». Una cosa terrible, pero esto está en gran parte de la mentalidad de los curas y los obispos. Siempre tienen la culpa los chicos porque los seducen o los adolescentes o la mujer por ser mujer. La Biblia lo dice, la mujer tiene la culpa y bueno, ellos siguen con esa historia. Entonces para el chico resulta muy difícil organizar su vida, y esto no es muy esperanzador. Me acuerdo de uno que dijo «yo si hubiese sabido esto, no hablaba». Y yo lo entiendo, lo entiendo perfectamente. Un chico marginal, después de hablar, después de sufrir las cosas que han sufrido, ¿que van a hablar? Los entiendo perfectamente. Por otro lado, hay algo que tiene que ver con el orden de la salud, de la dignidad que opera internamente como un espacio de salvaguarda de todo esto. «Al final lo único que hice fue decir la verdad y es importante que haya gente que me creyó». Entonces yo he tenido que acompañar a muchos pacientes que han dicho la verdad en su grupo social, que el abuelo, el padre, o el tío los abusaba y se armaba un gran quilombo, pero lo importante es que siempre había un parte de la familia que los apoyaba. Y después podían comenzar a reestablecer su tranquilidad espiritual, se tranquilidad psíquica y hacer un proyecto de vida y de ejecutarlo. Podían hacer determinados estudios, un trabajo y sostenerlo, comenzar a tener relaciones sentimentales. Así que es mucho más duro enfrentarse a alguien que tiene poder
-Desde el acompañamiento, ¿cómo se contrarresta esa muestra de poder, contra chicos que fueron y son abusados? Yo creo que el acompañamiento afectivo tiene tanto poder, que contrarresta el poder de los medios. Que el chico o la chica sepa que tiene a quien recurrir y en quien se pueda refugiar. Que no importa lo que tiene, lo que no tiene o haya hecho en su vida, que puede confiar y puede recurrir. Y es importante porque todos estos chicos han confiado en el profesional o han confiado en su momento en el cura. Han puesto su vida en esa confianza, y que de golpe sean abusados sexualmente… creo que un juez decía que es «un disparo al psiquismo», a todo el sistema de creencias, a la identidad, se viene todo abajo. Entonces cuando encuentran personas que están con ellos, que se juegan con ellos, los contienen y saben que no se van a doblar: es algo muy saludable para ellos. Les facilita la recuperación. -¿Y en este momento qué contención tienen? -Yo no tengo contactos con ellos. Sé que están dentro del Programa de Protección al Testigo. -¿Es un programa del Estado? -Sí.
-¿Y cómo funciona?, porque viniendo del Estado me da derecho a la duda -Tiene gente capacitada, muy conciente, coordinadores, muy buenas personas y es un programa que tiene mucha experiencia y hace buena contención. Ahí hay colegas psicólogos trabajando también, así que supongo que están contenidos por estos colegas, pero yo no tengo contacto con ellos en este momento.
-Mas allá de este caso, hay estructuras del Estado que funcionen y donde se pueda recurrir para encontrar una contención necesaria después de haber pasado por esto? -Todavía no hay una Política de Estado ni el tema está en la agenda presidencial. Lo que hay en estos momentos, desde el Estado nacional y los sectores provinciales, son programas de violencia que atañen todas estas problemáticas. Violencia sobre mujer, sobre género, abuso sexual y a mi me ha tocado en dos o tres ocasiones pedir la asistencia de estos programas que coordina Eva Giberti y hubo una rapidísima respuesta. No lo pedí yo como profesional, lo pidieron familiares o personas a las que inmediatamente se les dio una respuesta institucional de contención psicológica, de seguimiento. Me parece muy bueno y sería el primer esbozo de una política por parte del Estado con personas que conocen bien de esta temática como Eva Giberti, que son personas comprometidas que están generando política. Creo que debería estar más fuerte en la agenda. -¿Qué pasa con la sociedad? Desde afuera parece que no cambió mucho la legitimidad de la Iglesia, ni siquiera la del cura. ¿Hay una tendencia a exculpar a estas figuras? ¿Es así o sólo es una percepción vista desde afuera? -Creo que el abuso sexual entra todavía en un sistema de creencias en el que el hombre puede disponer de su objeto de placer, así como puede disponer de la mujer, puede disponer de los chicos, nenes, nenas. Y aquí hay una posición de clase: si los abusadores o violadores, son de clase baja, llenan rápidamente la estadística que los jueces necesitan para decir «yo he condenado». Pero cuando estos abusadores son de clase media y tienen sus vínculos con la iglesia, en especial la católica, o con grupos económicos, no son condenados. -Esta creencia también existe en la sociedad, ¿verdad? -Si, porque, primero está la creencia de que esto no pasa en familias bien. Pero pasa en todos los grupos sociales. Lo segundo está ese temor enmascarado de respeto sobre la figura masculina. Tercero, si algo pasa en la familia, hay muchas familias que prefieren callarlo. Cuarto (digo primero, segundo, tercero y cuarto, pero esta todo al mismo nivel) hay fuertes corrientes dentro de los profesionales sistémicos, psicoanalistas y demás, que por una cuestión ideológica dicen, «bueno, no importa que papá se haya cogido a la nena, lo importante es que el papá tiene que seguir estando». En un congreso en Ecuador discutimos fuerte con una psicoanalista que dijo: «¿Acaso no existe la violación por accidente?» y que «Tenemos que tomar al abuso sexual como una alteración en la comunicación del grupo familiar, el abusado tiene que ayudar al abusador a gestar una nueva ética». Esta es la postura de muchos sistémicos aquí en Argentina. Hay jueces que dictaminan que «el hecho ocurrió, pero hay que preservar el grupo familiar». Entonces se le encarga a la mujer que controle al marido de que no les pase nada a los chicos. Una cosa de locos, porque sabemos los códigos que se establecen, con la mirada nomás se domina y se somete y a partir de ahí puede pasar cualquier cosa. Es exponer a los niños a que sean nuevamente abusados. Tenemos jueces que trabajan bien, son la minoría. Jueces que se ajustan al derecho. Pero el problema son los jueces que no se ajustan al derecho, los que hacen prevalecer sus intereses de grupo, sus intereses económicos, sus intereses políticos o sus creencias religiosas. Como el dictamen de un ex juez, el doctor Cárdenas que dictaminó «dado que en sede judicial no ha sido comprobado los hechos denunciados y aunque estos hubieran ocurrido… se indica la revinculación del señor tal con sus hijas». No importa que viole a las nenas: es el papá, es el hombre, es la familia tradicional. El mensaje es «Cállense, no importa que cojan a sus niños, después haremos eternamente oraciones por ellos». Es una perversidad absoluta. Estos perversos están militando las 24 horas del día, aunque militancia es una inadecuada palabra, no encuentro otra: están activos las 24 horas del día con esas fantasías perversas. Pero estos señores ocupan espacios en el poder político, en el poder empresarial, en las instituciones profesionales, en el poder legislativo, Ejecutivo, estos señores ocupan espacios de poder. Y además se saben manejar con el poder. Entonces cualquier iniciativa que vos quieras impulsar para modificar las leyes que son necesarias de ser modificadas, empezás a encontrar trabas por todos lados. Y no necesariamente porque te ponga un fundamento justificado o razonable. Desde que la Convención Internacional del Niño tuvo carácter constitucional hasta que salió la ley que protege los derechos del niño, pasaron más de diez años. Y estas son las trabas de todos estos grupos. Y además son grupos que actúan corporativamente, como es el caso de la Iglesia Católica. Si alguien que defiende abusadores acá, es la iglesia. Yo creo que las instituciones tienen en su interior a muchos de estos personajes.Agencia Walsh 21 de agosto de 2008
11 de abril 2022 El extremo sur de la Patagonia elextremosur.com
Por Lola Sánchez
El pasado 28 de marzo, luego de reiterados obstáculos y vicios judiciales, se cerró el juicio contra tres imputados por la violación grupal ocurrida en Playa Unión en 2012. Las juezas María Laura Martini, Ana Karina Breckle y Marcela Alejandra Pérez los absolvieron, con un tono aleccionador contra la víctima, las abogadas querellantes y los peritos. Quedó a la vista un fallo extremadamente misógino, que cuestiona la vida sexual de la víctima, mientras insiste en la fabulación de las testigos y la inocencia de los acusados. El psiquiatra Enrique Stola, uno de los peritos de la causa, dialogó con El Extremo Sur y fue categórico sobre la manera en que el juicio se llevó a cabo: «El silencio siempre protege a los abusadores». Remarcó que el «pacto de silencio entre jueces, defensores y acusados es una maniobra patriarcal y machista que tiene como objetivo proteger a los acusados; nunca protege a las víctimas».
Junto a sus imputados, los abogados defensores negaron cualquier evidencia que apuntara a un abuso sexual y se presentaron como portadores de una única verdad incuestionable (sin considerar el respeto por la víctima y los parámetros de perspectiva de género que deberían estar presentes en los tribunales), una visión compartida por las tres Juezas que finalmente votaron por la absolución de Luciano Mallemaci, Leandro Del Villar y Ezequiel Quintana.
La querella solicitó que el veredicto sea «autor penalmente responsable por abuso sexual simple en tres hechos en concurso real con sexo carnal agravado por la participación de más de dos personas y graves daños en la salud de la víctima» para Mallemaci y «responsables de abuso sexual gravemente ultrajante, agravado por la participación de más de dos personas y graves daños a la salud» para Del Villar y Quintana.
Los tres imputados fueron acusados de abusar sexualmente de la denunciante el 22 de septiembre de 2012, en el interior de la habitación-quincho durante una fiesta por el Día de la Primavera, entre las 3:00 y 5:00 am. Según precisaron, la joven fue sometida sexualmente, estando totalmente desnuda e inconsciente, mientras uno de ellos alumbra con el celular y otro hacía de «campana» en la puerta. Cabe recordar que inicialmente eran seis los acusados: Valentino Viglione (dueño de la vivienda), Joaquín Pérez y Tomás Soriano fueron absueltos en instancias judiciales previas.
Humillación y exilio de la víctima
En sus alegatos, la abogada Verónica Heredia recuerda que, debido a lo sucedido durante la fiesta de la Primavera, la víctima «sufrió la burla, la humillación, hasta la culpabilizaron por los hechos, circunstancias que la obligaron a no concurrir a la escuela y finalmente a exiliarse de la ciudad de Puerto Madryn».
Las amigas de la víctima fueron claves en el transcurso de los hechos, ya que la socorrieron luego de percibir lo que realmente estaba ocurriendo. La tranquilizaron, le contaron historias y la ayudaron a recomponerse. Más tarde, se reunieron para reconstruir los hechos que cada una vio y escuchó, lo que derivó en una serie de testimonios más tarde desacreditados tanto por los abogados defensores como por las magistradas: «Señoras juezas, esta joven es una sobreviviente, y sus amigas, su memoria», declaró la querella.
El relato inverosímil de Mallemaci
Luciano Mallemaci -uno de los más complicados-, es situado una y otra vez por múltiples testigos dentro de la habitación donde sucedió el abuso. En su versión, el imputado explica que discutió con la víctima porque la encontró con otro de los jóvenes, la insultó y se marchó. Heredia explicó que se trata de una visión inverosímil ya que no queda claro en qué momento se produce el abuso -si antes o después de esta discusión-, y en qué momento otro de los imputados comienza a impedir el ingreso a la puerta: «Mallemaci inventa esta versión porque una de las testigos persiste en su versión de lo que vio en esa habitación y quiere justificar su presencia en la habitación, en la cama y con la víctima».
La letrada cuestionó también información que aportó la defensa que no corresponden con los testimonios iniciales de los testigos, se trata de «información inexistente» pasada de abogado a abogado. De esta manera, Heredia argumenta que uno de los testimonios fue «arteramente modificado» para apoyar la presunción de inocencia de los imputados.
«Vinieron a este debate a averiguar la vida sexual de la víctima»
Uno de los puntos centrales del debate tras el fallo fue el cuestionamiento de las Juezas ante la decisión de la víctima de no declarar. Las magistradas sostuvieron que de hacerlo habría sido debidamente cuidada de acuerdo a los parámetros de protección de la mujer -una presunción que, a juzgar por el tratamiento de las testigos mujeres, no se materializa. Pusieron todo el peso del fallo final sobre esta decisión, argumentando que fue una estrategia de la querella para evitar el contrainterrogatorio.
Verónica Heredia presentó tres razones sustanciales para sostener la decisión.
En primer lugar, recordó que la víctima «ya fue interrogada durante tres días, durante más de 3 horas cada día, por las defensas, la fiscalía y judicatura». La joven fue investigada, analizada y evaluada por medio de diversas herramientas psicológicas. El 9, 10 y 11 de diciembre de 2019, sin que la víctima contara todavía con asesoramiento jurídico y con perito de parte, fue sometida a entrevistas psicológicas por parte de las licenciadas propuestas en cada defensa, por el Ministerio Fiscal y por parte del Cuerpo Médico Forense.
«Según nos informaron todas las partes, la víctima fue interrogada, investigada, analizada y evaluada, de toda su vida, desde que nació hasta esa fecha; además de ser interrogada, investigada, analizada y evaluada en relación a los hechos denunciados», agrega Heredia en sus alegatos. Le realizaron entrevistas clínicas forenses semi dirigidas, el test de Rorschach, el inventario de Personalidad de Minnesota MMPI 2 de 567 preguntas, el test gráfico de la persona bajo la lluvia, el cuestionario desiderativo, el de escalas de sucesos de vida, y la escala de síntomas de estrés post traumático.
La segunda razón por la cual la querella desistió de la declaración de la víctima se debe a la manera en que fueron tratadas las testigos mujeres en el debate.
«Debimos pedir que sean tratados con respeto y dignidad. El Dr. Oneto llegó a afirmar que los testigos no tienen ningún derecho, que ‘las reglas del contra interrogatorio permiten ser agresivos con los testigos'», apunta Heredia.
«La madre, hermanas y amigas de la víctima fueron sometidas a preguntas confusas, engañosas, repetidas. Los abogados formulaban las mismas preguntas una y otra vez, afirmaban que habían dicho lo que no dijeron, se las confrontaba con dichos de cuando las testigos tenían 16 años y de los que ya habían dado explicaciones, una y otra vez, por más de 15 minutos en cada pregunta, pretendían que se les responda por si o por no cuando las preguntas estaban formuladas de tal manera que eran imposibles de responderlas, con varias negaciones o afirmaciones», agrega.
En tercer lugar, enfatizó que la defensa llegó al debate «a averiguar la vida sexual de la víctima. Y no es una conjetura, así lo dijeron». Se trata de una forma de revictimización usada en reiteradas ocasiones, en casos polémicos por los fallos misóginos a los que abordaron, como es el de Lucía Pérez, oportunamente traído a colación en este debate.
La abogada remarca que se opuso a una pregunta de la defensa sobre la relación sexoafectiva previa de uno de los imputados con la víctima. El abogado Francisco Oneto contestó: «Nosotros queremos saber cómo era la vida sexual posterior porque entendemos que una persona violada le cuesta reiniciar su vida sexual». «Es necesario saber cómo se desarrolló su vida sexual posterior porque es un indicio». Luego preguntó: «¿Es un pecado preguntar por la sexualidad?».
El Dr. Villar, por su parte, dijo: «Si no vamos a investigar hechos sexuales de M. dejemos sin efecto el debate porque a eso vinimos».
Un código penal del sigo pasado
El análisis de Heredia es contundente: «La defensa llegó a este juicio con el código penal del siglo pasado», y para ello cita la reforma de 1999 de la Ley 25.087, que obliga a dejar de indagar sobre la vida sexual de la víctima, en especial las mujeres y niñas, que destierra la honestidad como un bien jurídico a proteger. El paradigma actual en relación a los delitos sexuales protege la integridad sexual de las personas, «el derecho a la autonomía del cuerpo, a la autodeterminación de la propia sexualidad, a la libertad de decidir. Un nuevo paradigma donde se debe acreditar el consentimiento en cada tramo de cada acto sexual, un consentimiento unívoco; a que ‘no’ es ‘no’, que el ‘no sé’ no es ‘sí’, que el silencio no es ‘sí’, a que ningún consentimiento previo sea el fundamento para dar por supuesto el consentimiento a otro acto que no sea al expresamente prestado».
Además, recordó la calificación de «desahogo sexual» del Fiscal Rivarola, expresión compartida por los abogados defensores y por uno de los imputados. «Este proceso es un hito en la provincia del Chubut, una de las razones es precisamente por esa expresión que solo en los ámbitos más retrógrados de la academia, en los lugares más rancios de la sociedad, se volverá a pronunciar. En los abusos sexuales el bien jurídico protegido no es la honestidad ni hay desahogo sexual, en los abusos sexuales se violenta la libertad de decidir sobre el propio cuerpo sexualmente y en quien lo violenta hay impotencia y despliegue de poder», sostuvo la letrada.
«Hace diez años que no se escucha a la víctima»
El Dr. Enrique Stola, psiquiatra y perito del caso, dialogó con El Extremo Sur y aportó su visión sobre el proceso judicial, enfatizando el camino que atravesó la sobreviviente para poder relatar lo sucedido. «Hace diez años que la voz de la víctima está presente y hace diez años que no se le escucha», sentenció.
«En diferentes momentos y períodos no se la escuchó porque hubo prejuicios de las personas adultas que no supieron contener a una niña de 16 años; si hubiesen sabido contenerla, el juicio se habría dado mucho antes. Hubo prejuicios del poder judicial, acciones de personas poderosas para que esto se escondiera», recordó. «Luego de la denuncia de Thelma Fardín se produce una explosión de casos; una gran cantidad de mujeres, niños, niñas y adolescentes (incluso varones) se atreven a denunciar públicamente lo que habían vivido». Stola expresó que en ese momento, en el cual la víctima de este caso puede volver a hablar sobre los hechos, «se le siguió obturando la palabra».
Al llegar a la etapa del juicio oral, le recomendaron no dar testimonio ya que «su voz estaba a través de los informes psicológicos y psiquiátricos, a través de los testigos; su voz estaba presente. Pero estaba claro dado el accionar de las juezas, que no iban a recibir ningún tipo de protección ni de cuidado en el juicio. Por lo tanto, era mejor no someterse a las conductas agresivas y violentas de los machos defensores de los acusados».
«Todos estos temores quedan confirmados cuando ella usa su derecho a decir las últimas palabras en el juicio, que no iban a tener un efecto judicial, pero es su derecho. Es interrumpida por las juezas que no la dejan expresarse con libertad. Parece que estas juezas querían que la víctima hablara y que fuera una ‘buena víctima’, que dijera algo así como ‘Señora Jueza, tengo confianza en ustedes, tengo confianza en la Justicia’. Pero la joven comenzó a decir cómo le habían jodido gran parte de los años de su vida, y había que evitar que hablara», agrega Stola.
De acuerdo al informe de una de las psicólogas que entrevistó a la víctima, «en la primera sesión relató el abuso de manera desafectivizada, con sentimientos de vergüenza y culpa, por el estigma social; durante 2 años no relata el hecho; empieza a trabajar qué es el consentimiento, empiezan a aparecer síntomas en su cuerpo; 6 años de trabajo intenso con ella, en su terapia, le llevó a la víctima poder decir ‘fui abusada'». Entre las secuelas del abuso, señalaron trastorno de sueño, angustia masiva, vivencias traumáticas, vivencias de vacío, de desamparo.
Para Stola, el fallo indicaría que se culpó a la víctima «porque no se sometió a la violencia institucional».
También remarcó el pedido de los abogados defensores para que el debate se desarrollara en el más puro secretismo. «Ese acuerdo que hubo entre fiscales, jueces y defensores, supongo, de que no se podía hablar con la prensa sobre lo que sucedía en el juicio, siempre con la excusa de que es para mantener la intimidad de la víctima», precisó. «Esto es una gran mentira. Yo ya lo denuncié en el caso de Thelma Fardín, en donde era claro que el silencio beneficiaba a Darthés. Acá el silencio benefició a los acusados. Este silencio es una maniobra absolutamente patriarcal y machista que tiene como objetivo proteger a los acusados. Nunca protege a las víctimas», explicó.
La mala víctima: las declaraciones impresentables de los defensores
La implementación de la perspectiva de género es una obligación para todos los miembros del tribunal, incluidos los abogados defensores. En este caso, los letrados deslegitimaron los reclamos en materia de género y escudriñaron sobre la vida sexual de la denunciante.
En su alegato inicial, el Dr. Guillermo Iglesias -en representación de Quintana-, dijo que la Fiscalía buscó «seducir al tribunal a través de la persuasión, no a través de la prueba, sin embargo, en el sistema acusatorio el único método viable para convencer al tribunal es a través del método racional que se funda en la prueba; los argumentos vienen después de la prueba».
El Dr. Francisco Oneto -defensor de Luciano Mallemaci- «cuestionó que la fiscalía se refiera a un grupo de jóvenes con privilegios y conductas transgresoras, ya que no se está para juzgar un modo de vida, sino para juzgar lo que ocurrió en ese momento». Destacó que la joven y Mallemaci sostenían un vínculo previo al abuso que conllevaba el mantenimiento de relaciones sexuales consentidas. Hecho que, bajo una lectura con perspectiva de género, no impediría un delito sexual posterior. Según la versión presentada por el abogado, fue la denunciante quién insistió en tener relaciones sexuales, algo a lo que Mallemaci se habría negado.
En esta línea, continuó el Dr. Roberto Rallín, que se dirigió al tribunal «manifestando que no venían a pedir justicia, sino que requerían evitar una injusticia».
Dijo que la investigación fue «guionada, forzada, direccionada con interrogatorios a testigos que fueron tomados en forma presionada, eran testigos muy jóvenes a los que el oficio del interrogador ha conducido para intentar generar un relato, recordando que es una causa que se inicia con una denuncia en las redes sociales y que el propio Ministerio Público toma para sí e impulsa», desprestigiando de esta manera la reconstrucción de los hechos que las y los testigos -diez años después, con la labor que eso conlleva- realizaron colectivamente.
Manifestó que su intención era probar que las consecuencias psíquicas a las que hacen referencia los acusadores (coincidentes con los síntomas de una víctima de abuso sexual) no se debían al delito propiamente dicho sino a una situación que la denunciante vivió con las amigas; «tienen que ver con todo el daño y la presión que ha generado el entorno social en una comunidad no tan grande y una edad en que la víctima no contaba con herramientas ni mecanismos de defensa psíquicos para afrontar toda una presión que se había vuelto una acusación en su contra».
Los abogados defensores apuntan a un cambio de roles, donde presentan a los acusados como «víctimas» de una estrategia malintencionada de la querella, la fiscalía y los movimientos feministas que en las distintas audiencias prestaron su apoyo a la denunciante.
El Dr. Martín Villar, por su parte, consideró a los alegatos de la querella como «una proclama política más que un alegato en una causa judicial», y además «reconoce la lucha, de todas las mujeres y la enaltece, sucede que no contra un inocente, porque condenar a un inocente es la primera falta de respeto a una víctima, la víctima tiene derecho a la verdad, no a que se condene a cualquiera por cualquier cosa, eso no satisface su derecho, es faltarle el respeto si es víctima».
Para sostener su relato de la pureza de la verdad y las leyes, el letrado leyó un pasaje de una fábula sobre la verdad y la mentira: «aún hoy la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad y no a la verdad desnuda». Un recurso burdo que utilizó para reforzar que los acusados llegaron al debate «con la sinceridad más plena». La estrategia es similar a la que utilizaron las tres juezas en su voto final: «Son las pruebas, no los jueces, las que condenan».
Con ironía, apuntó nuevamente contra la querella: «Admiró profundamente la capacidad de imaginación de los acusadores porque realmente han adivinado lo que supuestamente sucedió en un cuarto. No puede tampoco dejar de destacar la referencia del propio fiscal a que este es un caso trascendental para la provincia, no sabe que significará eso, será una presión al tribunal. Expresó que la investigación penal reparatoria estuvo plagada de irregularidades. Si es que la joven fue víctima de alguien, el primero que le ha faltado el respeto es el Ministerio Público Fiscal.»
Se destituye a la víctima de su papel como tal, ignorando ferozmente los tratados a los que, en teoría, los miembros del tribunal suscriben. El abogado concluye que a diez años «de los supuestos hechos es imposible adquirir un grado de certeza, en el contexto en que está probado, en el que habrían sido los supuestos hechos». De esta manera, desconoce la dimensión profunda de la experiencia de las y los sobrevivientes, con un pregunta que termina de coronar la misoginia del debate: «¿Cómo saben que era víctima?».
La declaración de uno de los imputados: «La única víctima soy yo»
Uno de los más complicados, Luciano Mallemaci, brindó su declaración expresando una y otra vez que él era una víctima más del proceso. Absolutamente seguro de su inocencia, y al igual que sus pares, consciente de su impunidad.
«El señor fiscal sabe que yo soy inocente y de igual forma decidió meterme en este proceso porque él sabía que metiéndome a mí iba a lograr ciertas cosas. Pero yo estoy muy injustamente en este proceso», opinó y agregó: «Tuve que bancarme tres años de locuras», explayándose sobre las situaciones que vivió tras ser «escrachado». «Tuve que afrontar un montón de situaciones de chicas que me venían a agredir, yo siempre traté de hablar pacíficamente, pero es muy difícil, ellas te dicen que no creen en nada, te dicen que te quieren ver muerto. Que ellas creen por la condena por mano propia, hacen juicio de valor. Yo nunca decidí bajar los brazos».
Comentó que uno de los abogados a los que acudió le sugirió que aceptara el juicio abreviado porque «las causas de género hoy están complicadas, la balanza está inclinada para ese lado». El acusado expresó que al enterarse que dicha posibilidad fue rechazada, sintió que «Dios me había iluminado; era la posibilidad de demostrar mi inocencia».
Insistió en que el escrache de la víctima era «falso» y que «sabe muy bien» que él es inocente. «Yo creo que fui la única persona que vino con la verdad a este debate», dijo, y en línea con el discurso misógino de los abogados defensores expreso: «Esa noche la víctima fui yo».
La urgencia de una reforma judicial feminista
Pese a la sentencia desfavorable, el Dr. Stola dijo que «ha sido positivo para la víctima que el juicio pueda desarrollarse, porque ella quería que esto sucediera, aunque muchos progresistas dijeron que había que llegar a un arreglo y evitar el juicio».
«En 2012 cuando circuló en el pueblo y en las redes que la denunciante había sufrido una agresión sexual, no hubo adultos que contuvieran esa situación. ¿Qué podía hacer una joven de 16 años que había estado alcoholizada y agredida sexualmente? Hizo lo que pudo. A pesar de que su vida cambió drásticamente, trató de rehacerla en otro lugar, seguir sus estudios, finalizar sus estudios universitarios con mucho éxito, trabajar. Esto es lo único que podía hacer. Cuando el contexto social lo permitió -por la lucha de las compañeras feministas- ahí entonces el juicio pudo llevarse adelante», relató el psiquiatra.
Stola considera que «esto es muy reparador para la víctima, más allá del resultado, la sobreviviente sabe que hace pocos días fue víctima de la violencia judicial, sabe que está siendo apoyada por una innumerable cantidad de sobrevivientes, mujeres y grupos en todo el país, que están ahí haciendo fuerza para que las instancias superiores tengan una mirada con perspectiva de género y puedan entender lo que pasa con las mujeres, niños, niñas y adolescentes que son víctimas de agresiones sexuales».
Stola aportó definiciones sobre la dimensión estructural de los delitos sexuales: «Nuestras sociedades están cruzadas por las agresiones sexuales, más allá de que cada vez que hay un caso que cobra trascendencia millones de personas se golpeen el pecho y digan ‘esto no puede ser’. Como sociedad nos tenemos que hacer cargo de que esos personajes son productos nuestros y tenemos instituciones como el Poder Judicial que desde la creación de los Estados-Nación cumple un rol -hoy resquebrajado gracias a la lucha feminista- que es garantizar la supremacía masculina, blanca y la dominación de clase.»
Consultado sobre los escraches y la necesidad de justicia fuera del ámbito legal, opinó: «La justicia por mano propia no existe. Es revancha. No creo tampoco en la existencia de la justicia. La justicia en cada momento histórico tiene una entidad regulatoria en las sociedades. Se supone que hay instancias de regulación. Esto requiere una adecuada estrategia judicial y política», precisó. «En el campo de lo social, es lo que permite que se produzcan actos justos. Para nada acuerdo con las visiones punitivistas, que hay que dar más años, castigar a los agresores sexuales, hay que mantener el respeto por los derechos de cada una de las personas acusadas, significa también darles posibilidades de psico-educación, reflexión sobre el tema. Tenemos que tener confianza no en la justicia sino en la estrategia judicial que se está llevando a cabo, confianza en la movilización de las compañeras feministas y movimientos sociales que son quienes que están permitiendo que el poder judicial cambie», concluyó.
Se trata, finalmente, de un fallo que espera ser revertido gracias a la potencia social de los movimientos feministas y el repudio de toda una sociedad ante la clara muestra de complicidad con los más poderosos.
Con una cultura de la violación que los avala, los abusos en grupo han existido a lo largo de la historia en la medida que se fueron conformando las sociedades patriarcales. En diálogo con Sputnik, el psiquiatra Enrique Stola dijo que los abusadores sienten goce por el ejercicio del poder y buscan la validación entre sus pares.
«No es un grupito de locos, de enfermos, sino que son varones socializados así en nuestras sociedades patriarcales», dijo a Sputnik el médico psiquiatra argentino Enrique Stola, experto en violencias, agresiones sexuales y masculinidades.
Pese a los logros y la lucha de colectivos feministas y contrario a la convicción de que las nuevas generaciones de varones han modificado su forma de relacionarse, «siguen respondiendo a las pautas patriarcales y a la supremacía masculina y la tratan de ejercer ahí donde la pueden ejercer», sostuvo.
El especialista subrayó que «muchos hombres pueden haber incorporado un discurso políticamente correcto pero su habitus, su forma de estar existiendo, sus emociones y sentimientos, responden a las prácticas machistas y patriarcales, responden a las forma en que venimos siendo educados, no solo por la familia, sino por la cultura, la cultura de la violación, por los medios de comunicación, por la pornografia, por la crueldad hacia los cuerpos, por la supremacía blanca, por el neoliberalismo».
Validación entre hombres y ejercicio del poder
El 28 de febrero de 2022, seis varones violaron en grupo a una joven de 20 años dentro de un automóvil en el barrio Palermo de Argentina y los vecinos fueron los que intervinieron para frenar el abuso.
Días antes, en el vecino Uruguay, una mujer de Montevideo denunció una violación grupal tras conocer a un hombre en un local bailable y acceder a ir a su casa, a pocas cuadras de la discoteca. Mientras ambos mantenían relaciones sexuales, otras tres personas ingresaron a la habitación y la violaron.
Ambos casos escandalizaron a la región en las primeras semanas de 2022, aunque el fenómeno no es nuevo y trasciende fronteras. Las fiscalías a cargo de delitos sexuales reciben cientos de denuncias similares, solo que no todos los casos adquieren tanta repercusión pública. Incluso muchos no son denunciados por las víctimas por vergüenza, miedo, poca confianza en el proceso, entre otros factores.
Este tipo de prácticas persigue una validación entre los agresores. De acuerdo a Stola, «la validación que buscan los varones cuando hacen una violación grupal es ser validados como machos por otros machos».
«La mujer violada (…) solamente es un objeto intermediario porque ninguno de ellos piensa en el goce sexual sino en el goce que sienten por el ejercicio de poder sobre ese cuerpo y en el goce que sienten por ser mirados por los otros machos», precisó.
Para el experto, este fenómeno no se da por una atracción hacia la mujer. Por el contrario, los varones se sienten atraídos entre ellos. Interviene incluso una cuestión «homoerótica».
Una cultura de la violación que persiste con impunidad
Stola advirtió que conductas que hace 30 o 40 años se encontraban dentro de la norma hoy se consideran inaceptables.
«Lo que hoy denominamos acoso, sobre el cuerpo de las mujeres, acoso sexual, era la conducta esperada», dijo Stola, que agregó que pese a la condena social, «todos esos mensajes que tienen que ver con el machismo y la cultura de la violación siguen estando presentes».
Los medios cobran un papel de suma importancia. Las decisiones en cuanto a la denominación de los agresores para Stola son políticas.
Colocar a los agresores como «monstruos» o «enfermos» fortalece la creencia social de que la violencia de género solo se reduce a femicidios o violaciones y «eso sirve para ocultar la multiplicidad de violencias que viven las mujeres, en diferentes niveles de intensidad y a la vez para fortalecer esa disociación que sienten la mayoría de los varones diciendo ‘yo no tengo nada que ver con eso'».
En referencia al caso argentino, en el que la violación se produjo a plena luz del día y ante la mirada desconcertada de los vecinos, Stola comentó que fue un «indicador del nivel de impunidad que sienten amplios sectores de varones».
Problema estructural que atraviesa clases y generaciones
En el caso argentino, uno de los elementos que más llamó la atención es que varios agresores tenían formación terciaria e incluso uno de ellos había recibido clases en materia de género. «Los violadores, los abusadores, el incesto paterno filial se da en todas las clases por igual y con todos los niveles de instrucción», manifestó Stola.
«Hay una gran cantidad de varones que con un mínimo de instrucción pueden incorporar palabras, frases y discursos verbales que parece que fueran progresistas o profeministas o feministas pero emocional y psicológicamente siguen respondiendo a las pautas patriarcales», explicó.
En cada oportunidad donde se produzca una asimetría, aplican el poder.
Lejos de considerar que las nuevas generaciones cambian sus prácticas, Stola afirmó que «la proliferación y el poder que van tomando los grupos de ultraderecha y de derecha que plantean eliminar leyes de defensa de derechos de las mujeres» y de la comunidad LGTBQ+, brindan resistencia a los reclamos feministas.
«No pensemos que porque son jóvenes están cambiando, a medida que el neoliberalismo, los sectores libertarios, la ultraderecha avanza con sus consignas anti derechos, tiene impacto», profundizó.
La culpa
Las víctimas de estos hechos son continuamente señaladas por la mirada ajena e incluso, la propia. «En el imaginario social, las mujeres siempre son las culpables», indicó el especialista.
Tras ser rescatada, la joven de 20 años que había sido abusada en Palermo pedía disculpas. «Repetía que no sabía cómo había terminado allí, que no conocía a esos jóvenes y que no entendía cómo había terminado dentro del auto», según declaró a la prensa la comerciante que intervino y alertó a la Policía.ultura de la violación
En Uruguay, un programa radial fue criticado por darle voz a la versión de los acusados de la violación en el barrio céntrico de Cordón. Durante la transmisión, la víctima fue señalada, juzgada por salir frecuentemente a locales bailables teniendo hijos, y responsalizada de la violación.
Stola apuntó sobre la responsabilidad de «las instituciones que tendrían que proteger a las víctimas como el Poder Judicial». Según el psiquiatra, «salvo un pequeño sector que tiene formación en género o es un sector sensible a esta problemática, el sector hegemónico garantiza la supremacía blanca, la supremacía sexista y la propiedad de los sectores dominantes».
«El sector hegemónico sospecha de las mujeres», afirmó, señalando que cuando las mujeres denuncian ante la Justicia, «son sospechadas de querer joderle la vida al hombre» y parte de esa creencia ha sido apropiada culturalmente.
De acuerdo a Stola, «cuando la sospecha la usan los oprimidos es un instrumento de alerta y sirve para la liberación pero cuando la sospecha la utiliza el opresor, como en el caso del Poder Judicial que sospecha de las mujeres, es un instrumento de opresión», finalizó.
Cómo pueden involucrarse los varones
Los varones deben reflexionar sobre el rol y las conductas aprehendidas.
Si bien no tienen por qué involucrarse en las organizaciones de mujeres, pueden formar sus propios colectivos o habitar espacios que brinda la sociedad para que actúen de otra manera. Además, pueden poner límites o hacer llamados de atención a otros varones sobre conductas machistas.
«El varón puede y tiene la obligación de reveer cómo se comporta las 24 horas del día, de reflexionar sobre cómo ejerce la dominación».
«Parece que los violadores de las mujeres son seres imaginarios porque nosotros los varones no los conocemos entonces para usar un término argentino, más bien porteño, ‘los varones tenemos que dejar de hacernos los boludos» ante esta situación, no tenemos derecho a la ingenuidad'», finalizó el psiquiatra.
El especialista en violencia y nuevas masculinidades destacó la necesidad de dar Educación Sexual Integral «en todas las escuelas públicas o privadas» y sostuvo que la sociedad «parece espasmódica: hay indignación, piden pena de muerte. Y después seguramente vendrá el silencio: gran parte de la sociedad va a oponerse a la ESI y va a tener un rol activo en el sostenimiento de la cultura de la violación».
El médico psiquiatra, especialista en violencia y nuevas masculinidades, Enrique Stola, afirmó este miércoles que el abuso en grupo a una joven en el barrio porteño de Palermo ocurrido el lunes es parte de «la cultura de la violación», en la que «gran parte de la sociedad tiene un rol activo», y destacó la necesidad de dar Educación Sexual Integral (ESI) «en todas las escuelas públicas o privadas».
«Que haya sido en Palermo, en las horas del día, son indicadores de la conciencia de impunidad que hay en gran cantidad de varones en cuanto al ejercicio de poder sobre el cuerpo de las mujeres, adolescentes, niños, niñas. Esto es parte de lo que llamamos cultura de la violación», dijo a Télam Stola.
«La sociedad parece espasmódica: hay indignación, piden pena de muerte. Y después seguramente vendrá el silencio: gran parte de la sociedad va a oponerse a la ESI y va a tener un rol activo en el sostenimiento de la cultura de la violación», continuó.
(FW)»No son monstruos, no son enfermos. El único requisito que hay que cumplir para hacerlo es ser machista, nada más»(A) Sobre este concepto, amplió: «Las sociedades patriarcales habilitan a los varones a sentirse dueños de los cuerpos de las mujeres, niñas, niños, adolescentes, y todos aquellos cuerpos que socialmente se califican como subordinados, como pueden ser los de las personas trans, travestis, no binarias, etcétera».
Además, consideró que «hay un elemento clave» en el desarrollo de esta cultura, «que es el incesto paterno-filial».
«Si un padre biológico puede agredir sexualmente a sus hijos e hijas, eso habilita simbólicamente a los varones a que todos tenemos la posibilidad de hacerlo y que la sociedad va a darnos un gran protección para que que esto siga ocurriendo», sostuvo.
En este sentido, afirmó: «La sociedad está produciendo violadores permanentemente».
«No son monstruos, no son enfermos. El único requisito que hay que cumplir para hacerlo es ser machista, nada más», añadió.
Asimismo, indicó que las violaciones a veces «son correctivas», como ocurrió con «Higui» (Eva Analía de Jesús), quien sufrió un intento de violación en el 2016 en la localidad bonaerense de Bella Vista, o se realizan «en grupo para sentirse machos».
En ellas, «el cuerpo de la mujer es un cuerpo intermediario. Es un goce no tanto de estar con ellas sino del ejercicio de poder que les permite ser observados y reconocidos como machos por sus compañeros», señaló.
Sobre esto, consideró que se trata de «prácticas aprendidas». «Las prácticas culturales las sostiene la sociedad. Así como la sociedad está preparando los próximos femicidas que van a actuar en el mes de marzo, abril, mayo, también está preparando a los violadores que van a actuar en los próximos meses o años», destacó.
Por ello consideró que «un camino fundamental es la Educación Sexual Integral dada de acuerdo a los planes que establece la ley y que el Estado debe imponer».
«Hasta el momento ningún gobierno del área dominada por Occidente se ha puesto firme ante la iglesia católica y los grupos conservadores, que impiden que la ESI se dé en todos los colegios y en todos los niveles de educación», concluyó.
La violación en grupo ocurrió el lunes pasado dentro de un automóvil estacionado en la calle Serrano al 1300, en Palermo, y seis jóvenes sospechosos de ser los abusadores quedaron detenidos, tras la intervención de los vecinos.
Enrique Stola es médico psiquiatra, especialista en violencia y nuevas masculinidades y activista por los Derechos Humanos. Su extensa trayectoria en la defensa de sobrevivientes de abuso sexual lo llevó a enfrentarse al poder eclesiástico al brindar atención a las víctimas del cura Julio César Grassi y Eduardo Lorenzo -confesor de Grassi que se suicidó en 2019 tras varias denuncias por abuso-, entre otros. En el caso del primero, sufrió amenazas y ataques por parte de los cómplices del cura. Desde Madrid, Stola dialogó con El Extremo Sur y remarcó las violentas reacciones que se acrecentaron durante los últimos años, luego de los avances en materia de género que impulsó el primer Ni Una Menos en 2015. «Hay un retroceso, un ataque fuertísimo contra los derechos que veo con preocupación», sostuvo. Apunta a los movimientos de derecha y al control -todavía presente- de la Iglesia Católica sobre los Estados.
El psiquiatra enumeró los distintos mecanismos que se esgrimen desde los medios de comunicación, la Justicia y el Estado para «castigar a las mujeres». Reiteró uno de los puntos centrales del paradigma feminista: los femicidas no son monstruos ni enfermos. «Tienen una creencia que está presente en el contexto social. Debemos tener en claro que nuestra sociedad está preparando a los próximos femicidas», tendencia que no se revertirá mientras «no se cumplan y ejerzan políticas para romper con los estereotipos».
Pese a los avances, Stola reconoce que no puede dar un mensaje esperanzador y se muestra escéptico: llama a profundizar las capacitaciones y a garantizar políticas públicas que protejan de manera integral los derechos de mujeres, niñas, niños y adolescentes.
¿Cuál es su visión sobre el contexto actual en materia de Derechos y Género? ¿Cree que hay avances o podríamos estar en un punto de retroceso?
Creo que hay más allá de que en Argentina las compañeras feministas y disidencias sexuales han logrado -gracias a su lucha- ocupar espacios institucionales. Sin embargo, lo cierto es que, en el mundo, lo que llamamos Occidente y su área de influencia, hay un retroceso y un ataque fuertísimo contra los derechos de las mujeres, disidencias sexuales, niños, niñas y adolescentes, así como al movimiento trans-travesti. Yo veo con preocupación lo que está sucediendo. Si vemos las noticias de España, por ejemplo, vemos un partido que busca la presidencia y pone como condición eliminar los espacios de derechos de las mujeres, y si vemos el avance de la derecha en la Argentina y los posicionamientos en América Latina creo que la cosa viene mal. Los derechos están siendo sostenidos por la acción de los feminismos, porque ni los partidos políticos ni los movimientos sociales han asumido ese compromiso. Hoy soy escéptico.
Usted declaró en el juicio contra Juan Darthés, y sostuvo que allí observó una «asimetría de poder». ¿Es común ver estas prácticas dentro de los juzgados? ¿Cree que el sistema judicial desfavorece a las mujeres?
Sí. La relatora para los derechos de la mujer de Naciones Unidas hizo un recorte de observación en España hace poco donde señalaba que hay un patrón de conducta que es detectable en el poder judicial español, que tiende a desproteger a mujeres, niños, niñas y adolescentes. Eso se da también en América Latina. Gracias a la lucha de las feministas se ha producido un resquebrajamiento del sistema judicial. Hay algunos juzgados con perspectiva de género. Pero en general la dinámica que tiene el poder judicial argentino es para garantizar los intereses machistas, sexistas, racistas y garantizar la propiedad de la burguesía. Esa asimetría de poder es permanente. Recientemente, veía un caso donde un abusador logra un acuerdo para quedar libre, y a la madre protectora no le informan esto. Le dan 3 años de libertad condicional a un abusador que reconoce sus abusos. Eso es permanente. Tiene que ver con la mentalidad machista de fiscales y fiscalas, jueces y juezas.
Profesionales de diversas disciplinas están denunciando el uso de supuestas herramientas psicológicas como el Síndrome de Alineación Parental (SAP) en los casos de abuso sexual contra las infancias. ¿A pesar de que se reconoce que no hay un sustento científico su uso tiene un peso creciente dentro del proceso judicial?
Sí, tiene muchísimo peso, porque las mujeres cuando entran al poder judicial buscando justicia ingenuamente, entran en un campo de sospecha. La misma sospecha del campo de lo social está en la mirada de gran parte de la justicia. Se utilizan diferentes estrategias como el mecanismo de contaminación, el SAP, implantación de recuerdos, otras idioteces del estilo pero que son muy efectivas para castigar a la mujer. Ese famoso síndrome -que no existe en el campo de la medicina ni de la psicología pero sí como cuestión ideológica dentro de algunas instituciones- surgió como respuesta a la lucha de las mujeres norteamericanas en la década del ‘60. El SAP se utiliza fuertemente en toda América Latina y en países de Occidente, para sacarle recursos a la madre protectora y poner a los niños en manos de violentos.
Sin embargo, el uso del SAP y de otros síndromes asociados está prohibido. ¿Se mantiene presente en el paradigma judicial, aunque no sea nombrado?
No son idiotas. En algunos juzgados saben que poner el SAP está muy mal visto por organizaciones de Derechos Humanos y de Derechos de las Mujeres. Entonces utilizan los contenidos sin ponerle nombre, y mantienen esa actitud de descalificación hacia la mujer, de sospecha, que es la que está presente cuando se aplica el SAP. No usan la terminología, pero sí usan los conceptos y las actitudes emocionales, el manejo de la legislación para lograr los objetivos que se propone el SAP que es castigar a las mujeres. El síndrome y sus sucedáneos son instrumentos de violencia machista dentro del poder judicial, es un instrumento que utiliza el Estado argentino contra las madres protectoras.
¿Cuál es el rol de los medios de comunicación en este escenario? Especialmente ahora que vemos noticias de padres que denuncian no poder ver a sus hijos y apelan a la violencia de género «invertida»
Uno ve muchos medios donde aparecen estos hombres, y generalmente son varones los que conducen, que traen al abogado o abogada, o a individuos violentos que tienen causas para hacerse las víctimas. Pero si uno chequea se da cuenta de que muchas veces esos conductores o gente de la producción también han sido denunciados por violentos; se están defendiendo a sí mismos cuando invitan a estos personajes. Pensemos: ¿cuántas mujeres feministas hay en los medios? Muy pocas, porque dicen que van a cuestionar todo. Por supuesto que van a cuestionar el orden establecido y machista que permiten los medios. ¿Cuántos varones feministas podemos encontrar en los medios? Me sobran los dedos para señalarlos. Alguno en C5N, alguno en TN, alguno en América. Y se acabó; en medios de repercusión nacional por lo menos. Entonces hay un control ideológico en los medios que tiende a marginar a las compañeras. A lo sumo, las invitan a participar cuando hay algún caso concreto. Pero si dos mujeres lesbianas son asesinas y matan a un niño, eso se transmite en cadena durante varios días. Si un tipo, como pasó el otro día, mata a su nene de 3 años como forma de violencia vicaria para perjudicar a su ex pareja, eso se trata un día y de manera superficial. Esta es la visión machista que circula en los medios, como parte de todos los instrumentos que sostiene la sociedad patriarcal neoliberal.
Entonces, ¿qué pueden hacer los varones para luchar contra la violencia machista, pero sin ocupar espacios que les corresponden a las mujeres?
Los hombres no se tienen que meterse para nada en las organizaciones de mujeres. Tienen que formar parte de sus organizaciones de varones o tener una conducta feminista en las organizaciones políticas-profesionales en las que se encuentren, o bien en sus prácticas cotidianas. Un varón debe revisar en sus prácticas cotidianas las formas en que ejerce la dominación masculina, los patrones de conducta, si tiene una pareja heterosexual debe tener en cuenta la co-gestión del hogar. Ese es un hombre que va a estar aportando a la causa feminista. Los varones ejercemos diferentes niveles de violencia contra las mujeres y contra las disidencias sexuales. Hay niveles de baja intensidad hasta de alta intensidad.
¿Cómo distingue esos niveles de violencia?
Hoy los medios califican de violencia solamente al femicidio. No hablan de las violencias de baja intensidad, como la que ejercen los varones hetero cuando explotan a las mujeres y les roban horas de su vida que podrían dedicar a su propia existencia, mientras se ocupan de atender al tipo que tienen al lado. Eso es un nivel de violencia de baja intensidad, que va habilitando socialmente a otros niveles de violencia de mayor intensidad. Los varones que realmente quieren cambiar tienen que acceder a lecturas feministas y rever sus conductas cotidianas. Pero soy escéptico. Un estudio de España en noviembre del año pasado mostraba que en un grupo de jóvenes de entre 15 y 29 años de edad en 2019, el 10% creía que la violencia machista era una construcción ideológica de las feministas. A fines de 2021, tres años más tarde, era del 20%. Ha crecido la cantidad de varones que descalifica totalmente la lucha. Lo señalo especialmente para quienes dicen que ahora los jóvenes están cambiados. Sus hijos pueden ser otra cosa. Pero su mundo no es el mundo. Lo cierto es que las políticas de derecha están produciendo es eso: una mayor cantidad de varones jóvenes que ven o creen que la violencia machista no existe mientras ellos lo ejercen.
Desde su disciplina, usted insiste en no categorizar a los femicidas como seres «monstruosos, locos o desviados de la norma social». ¿Qué implica realmente que sean descriptos de esta manera?
Es parte de esa maniobra que se hace a través de los medios, donde se intenta crear una distancia entre lo que llamaríamos el varón común, el ciudadano común, de aquellos que aparecen en los medios asesinando a una mujer. Entonces los hombres dicen: «yo no tengo nada que ver con ese tipo». Y sí, es probable que no llegue nunca a asesinar a una mujer. Pero lo cierto es que está ejerciendo un nivel de violencia que es lo que permite también que esos otros lleguen a actuar. Estos femicidas no son enfermos, en absoluto. Parten de una concepción machista, tienen la creencia de que el cuerpo de las mujeres, niños, niñas y adolescentes les pertenece. Es una creencia presente en el contexto social, que está en el imaginario social de los varones y en gran parte de las mujeres colonizadas por el machismo. Lo que tenemos que tener en claro es que nuestra sociedad está preparando los 20, 30 femicidas que van a actuar en marzo. Está preparando los 20 femicidas que van a actuar en abril, mayo, junio. Estamos preparando a los próximos femicidas, y esto tiene que ver con que no hay políticas que se cumplan y que se ejerzan para romper los estereotipos sociales. Como la Educación Sexual Integral (ESI), que debe darse efectivamente en todos los niveles escolares y en las escuelas de gestión pública y privada. ¿Y por qué no sucede? Porque ningún gobierno se pone firme ante la Iglesia Católica y otros cultos, que tienen como objetivo de caza los cuerpos de niños y niñas y siguen protegiendo los estereotipos. Mientras se sigan repitiendo, los femicidios van a seguir existiendo.
¿Cómo describe su camino defendiendo a las y los sobrevivientes? ¿Qué imagen tiene de la Iglesia tras esta lucha?
La Iglesia tiene toda una política de protección hacia sus curas y personal incestuoso, también tiene una política de protección hacia todos los incestuosos del mundo. Cuando la Iglesia se opone a la ESI está favoreciendo el desarrollo de la pornografía y la aparición de abusadores y violadores. No hay mejor defensor de las estructuras machistas que la Iglesia y mantiene su íntima relación desde la creación del Estado-Nación con el poder más conservador de la sociedad; que es el Poder Judicial. Desde allí se encarga de castigar a las mujeres que denuncian el pacto patriarcal y los machos violentos. Alrededor de esa estructura se mueve mucha mafia. Cuando hay que denunciar y llevar adelante un juicio -no de un cura cualquiera de estos que ellos cada tanto entregan- sino de uno muy importante que sabe cómo es la cama de los obispos y clérigos, se activan redes mafiosas. Tienen relación con los intereses políticos y económicos de esta estructura tan terrible que es la iglesia y la monarquía absolutista que es el Estado Vaticano. Después de la experiencia que tuve y otras que he observado, la recomendación que puedo darles a los profesionales que apoyan a víctimas cuyos agresores sean curas con poder, es que se cuiden, porque se están metiendo con una mafia importante.
¿Cómo analiza el discurso actual de la Iglesia sobre la voluntad de actuar contra la impunidad de los abusos?
Es uno de los tantos versos de la iglesia. Recomiendo la película Spotlight, que muestra lo que es la estructura a partir de las agresiones sexuales de curas contra niños, niñas y niñas en Boston. Ahí lo muestran de manera clara: todos los curas y la mayoría de los curas tienen sexo. Algunos son heterosexuales, otros homosexuales, otros se masturban, otros tienen poluciones nocturnas, pero todos tienen sexo. Dentro de esa estructura hay un importante número de pedófilos. Se mueven como pez en el agua porque todos mantienen en secreto el ejercicio de su sexualidad. Ahí hay una cuestión de secreto importante. Yo no dudo de que hay algunos curas y obispos que honestamente quieren resolver esta cuestión, pero es algo que ha estado presente en la Iglesia desde el Concilio de Nicea hasta nuestros días. Es una práctica cotidiana de la iglesia, el mandato a las mujeres, las violaciones a las monjas, los abortos. No hay nada que haga pensar que eso vaya a cambiar.
Además de las secuelas que un niño o niña sufre tras un abuso sexual, ¿cómo impacta a corto y largo plazo la revictimización que atraviesan en los juzgados?
Hay niños y niñas que atraviesan estos procesos judiciales en algunos juzgados donde más o menos se los cuida y declaran una o dos veces. Sin embargo, en otros -cuando hay intereses ideológicos, políticos y económicos fuertes- llegan a declarar una increíble cantidad de veces. Tienen que presentarse 10, 15 veces en instituciones judiciales. Esos niños crecen con una profunda decepción y rechazo al sistema judicial, siendo muy conscientes de que la justicia no existe. Cuando son adultos pueden darse cuenta de que es cierto que la justicia no existe, pero que es posible dentro de esa institución lograr actos justos. Eso se logra con una buena estrategia judicial y una buena evaluación política de cómo se mueven los mecanismos de poder, la lucha que hay que dar en relación a eso. Lo cierto es que cada vez que logramos un acto justo el sistema judicial se debilita para el fin con que fue creado, y se fortalece una visión de justicia diferente, que es la reforma que proponen los feminismos.
¿Cómo podemos crear un entorno más seguro para las infancias en tanto sujetos de derecho?
Necesitamos políticas públicas. Con el esfuerzo individual o grupal no alcanza, no alcanza con la buena voluntad de algunos funcionarios, de algunos padres o cuidadores. Necesitamos políticas públicas. Necesitamos facilitar el acceso a la llamada justicia para niños y niñas, mejorar los órganos de control y de protección, necesitamos profundizar la capacitación. La Ley Micaela es una base. Lo cierto es que para ver los efectos hacen falta años. Se calcula que los procesos de formación dan resultado en diez años. El proceso de formación que se inició en Argentina coincidió con la pandemia, así que fue todo vía internet. Los funcionarios judiciales hicieron un proceso donde no han puesto el cuerpo. No sé qué resultado va a dar, pero hay que profundizar esos cursos. Debemos lograr que la Educación Sexual Integral realmente se efectivice en todo el país. Pensemos que la corte aún no ha hecho su formación en perspectiva de género. Estamos mal: hoy no puedo dar un mensaje esperanzador.
El jueves 27/01/2022 declaré vía internet desde la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM) en el juicio contra Juan Darthes que se realiza en Brasil.
La pantalla estaba dividida en cuatro partes. En una veía al Sr. Juez Ali Mazloum, en la otra a funcionarias/os o al intérprete, en la tercera al Sr. Fiscal y en la cuarta a Juan Darthes y sus tres abogades (2 varones y una mujer).
A mi alrededor había funcionariado local y en un momento reconocí al abogado Fernando Burlando. Busqué a les abogades de Thelma Fardín pero no había, ni en Brasil ni en la sala. Luego supe que no los tenía, que no era querellante, que no se le había permitido por algún tecnicismo estar en la sala allí en Brasil o en la UFEM de Buenos Aires. Que tampoco podía decir nada sobre el juicio ni saber lo que está sucediendo en él. Si esto no es asimetría de poder no se qué otro nombre tiene. Espero que el Sr. Juez tenga la intención de nivelar esa desigualdad de poder.
El acusado es un hombre mayor con fuertes recursos económicos, con una costosa defensa allí en Brasil y otra, también costosa, aquí en Buenos Aires con Fernando Burlando, personaje mimado del establishment machista y farandulero.
La con semi-plena prueba víctima está obligada a una actitud pasiva, por no tener poder ni dinero, por no tener ninguna protección. Burlando puede estar, ella NO.
¿Cómo no estuvo garantizada la presencia de la víctima en el juicio?
Mucho hemos luchado porque puedan tener un rol activo en un juicio. Si todo lo anterior no es asimetría de poder, no se qué otra cosa puede ser.
Este blog es un espacio de compatir, reflexionar y proponer modos de pensar, sentir y actuar desde una concepción de ciudadanía comprometida y transformadora socialmente.