Enrique Stola: Feminismos, DD. HH., Igualdad como principio de la acción y Libertad

Profundo malestar ante toda situación de dominio capitalista-socio-cultural-moderno/colonial, la dominación masculina y las trampas de la cultura patriarcal-machista-racista.

Mes: enero, 2020

Opinión de expertos: El brutal crimen de Fernando Báez Sosa, un nuevo impacto de la “masculinidad tóxica” Un informe de la OPS reveló que uno de cada cinco hombres muere antes de las 50 años por efecto de la violencia machista.

https://www.clarin.com/sociedad/brutal-crimen-fernando-baez-sosa-nuevo-impacto-masculinidad-toxica-_0_N0QyG1e0.html

Clarin, Buenos Aires, 27 de enero 2020

«La violencia machista puede ser no sólo contra las mujeres y otras identidades de género, sino que también se expresa como violencia intra-género. Los varones con mayor poder económico, político, de fuerza, o de estatus someten y subordinan a otros varones, a veces incluso hasta la muerte. Es una violencia machista intra-género que busca ser disciplinadora: los otros deben someterse a lo que los machos dominantes quieren o recibirán castigos ejemplares», dice el médico psiquiatra Enrique Stola.

Los alcances de la violencia machista contra los propios varones volvieron al centro de la conversación pública luego del asesinato a golpes de Fernando Báez Sosa​, un adolescente de 19 años, a la salida de un boliche de Villa Gesell. Hay diez jóvenes -todos hombres- de entre 18 y 21 años detenidos e imputados por homicidio agravado. Todos son de Zárate y todos son rugbiers. Para exigir justicia por Fernando, hubo manifestaciones en Gesell, Pinamar e incluso delante de la casa familiar de los Báez Sosa, en Recoleta.

«El patriarcado, que ejerce violencia contra las mujeres, también nos lastima, nos humilla y nos mata a nosotros. El caso de Villa Gesell demuestra que el patriarcado no se nutre sólo de varones, sino que entran en juego diferentes categorías: si sos varón cis o trans es distinto, si sos hétero o cualquier otra disidencia, si sos clase alta o baja, o blanco, negro o inmigrante, aparecen ahí dominaciones que no son la del varón sobre la mujer», dice Juan Pablo Cucciniello, miembro de la organización Varones Antipatriarcales.

«Los varones también pueden ser víctimas de la violencia machista. Esto se da cuando quienes se sienten más privilegiados por tener recursos económicos, ser más blancos, tener más educación o estar en grupo provocan peleas en las que descargan violencia en forma desmesurada y desenfrenada. Esa es otra forma de mostrar su poder como hacen con las mujeres, a quienes llegan a asesinarlas», dice Mabel Bianco, titular de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), y agrega: «Ser pacífico y no patotear en los varones es visto como debilidad«.

Es que los varones, de acuerdo a la noción hegemónica sobre qué es la masculinidad, deben cumplir con ciertos mandatos. Según el documento «Varones y masculinidad(es): herramientas pedagógicas para facilitar talleres con adolescentes y jóvenes» que acaba de editar la Iniciativa Spotlight y la organización Masculinidades y Cambio Social, algunos de esos mandatos son participar de juegos de competencia en los que medie la violencia, ser protector, ser procreador, ser fuerte, ser heterosexual y ser autosuficiente.

Ese mismo documento, sostenido por la Organización de las Naciones Unidas y la Unión Europea, se pregunta: «¿Se pueden construir otras maneras de habitar la masculinidad que no estén ligadas a formas de violencia y humillación?» y sostiene que «reconocerse varones muchas veces incluye el despliegue de violencia entre varones y contra las mujeres».

«Los varones pueden aprender nuevas habilidades: todo depende de cómo sean instruidos desde pequeños en sus casas. Cada hombre que se proponga cambiar su situación de privilegio deberá estar revisando las 24 horas cómo ejerce la dominación para la que fue entrenado, y cómo puede renunciar a esa dominación», sostiene Stola. Para el psiquiatra, esa renuncia «hará que todos seamos más libres». La Educación Sexual Integral -que es ley desde 2006 pero que se cumple muy escasamente- es para el especialista una herramienta «que posibilita el análisis de los roles en la sociedad y que enseña a respetar los cuerpos, las decisiones y los derechos de los otros».

«Tenemos que tanto en la escuela, a través de la ESI, como en los medios de comunicación y en la vida cotidiana en general promover un modelo en el que ser varón implique ser respetuoso de los otros y elimine la idea de que ser varón es imponerse y castigar a quienes no obedecen o reconocen un poder mayor», suma Bianco.

“Esta crueldad que llevan adelante los varones sostiene un sistema injusto”

comercioyjusticia.info/blog/mundopsy/esta-crueldad-que-llevan-adelante-los-varones-sostiene-un-sistema-injusto/

23 de enero 2020

Así lo indicó el médico, psiquiatra y socio-psicodramatista Enrique Stola, al analizar las implicancias del caso del joven asesinado a golpes en Villa Gesell

 

 

Luz Saint Phat lsaintphat@comercioyjusticia.info

El caso de Fernando Báez Sosa, el joven de 19 años asesinado a golpes en Villa Gesell por un grupo de varones también jóvenes, conmovió estos días al país por la gravedad de lo sucedido pero también porque puso en el centro del debate las múltiples formas de violencia que existen en las sociedades que habitamos.

La crueldad de esta tragedia ha provocado intensos análisis sobre la forma de socialización de los más jóvenes , en el marco de un sistema social que presenta enormes injusticias, muchas de las cuales quizás no han logrado capturar la atención masiva pero que sin duda poseen la misma gravedad.

Sobre este tema, Comercio y Justicia dialogó con el médico, psiquiatra y socio-psicodramatista Enrique Stola, quien abordó la cuestión de las violencias desde una mirada que tiene en cuenta la perspectiva de género y las formas de socialización imperantes históricas y actuales.

“Si queremos entender lo que ha sucedido en Villa Gesell -y lo que cotidianamente sucede en cuanto a ataques de grupos de hombres a otros hombres, a mujeres o a miembros del movimiento LGTBIQ+-  tenemos que tener en cuenta que están presentes prejuicios y creencias que tienen que ver con el género, la raza, la orientación sexual y la clase social”, afirmó el especialista en conversación con este medio, y agregó que “estos prejuicios y creencias siempre tienen una fuertísima carga afectiva que hacen a la idea y vivencia de una supremacía moral, de una supremacía racial que es blanca, de una supremacía de clase y de una supremacía sexual que es heterosexual en nuestras sociedades”.

“En las sociedades occidentales -explicó el médico psiquiatra- estas ideas tienen mucha historia, pero en nuestra América tenemos que contar desde la colonización porque impuso el modo de pensar europeo”.

Sobre la base de este análisis histórico, Stola señaló que en “las sociedades que actualmente vivimos, hay varios factores que influyen en la socialización de los varones”. En este sentido, precisó que “en general, los varones somos socializados en el rol del dominador porque toda la sociedad está organizada según la mirada masculina y, además de eso, poniendo siempre la figura masculina por sobre las mujeres y otros cuerpos feminizados por el patriarcado”.

En tanto, detalló que “otros hechos que aportan a la socialización de los varones -una socialización absolutamente negativa-  están relacionados con todos los rituales en donde los varones tienen que presentar su hombría, o sea la fuerza, la destreza corporal, el imponerse como machos hacia otros varones u otras mujeres, el imponerse sexualmente”.

En este sentido, el psiquiatra indicó que es fundamental también observar cómo se educa sexualmente a los varones, poniendo énfasis en que “se los educa a través de la pornografía porque no existe una educación sexual integral (ESI)  que llegue hasta la universidad”, por lo cual se forman en “un sexo que está orientado y se muestra sólo hacia la satisfacción del varón”.

A modo de ejemplo, Stola detalló que “solemos ver situaciones en donde las jovencitas, hoy mujeres adolescentes, suponen de que son libres sexualmente por llevar adelante su actividad sexual pero no tienen conciencia de que la están llevando adelante en función del interés masculino, precisamente porque no han tenido la educación sexual integral que es necesaria para entender cómo se desarrolla la sexualidad y lo que es el respeto por los cuerpos”.

En particular referencia a la práctica deportiva, tomando como contexto que quienes se encuentran imputados por el asesinato de Báez Sosa formaban parte de un equipo de rugby, Stola indicó que los factores mencionados “producen una determinada forma de ejercer el deporte”. No obstante, detalló que es importante señalar que “hay mujeres que practican rugby y no andan violando, no andan golpeando a otras mujeres, ni a los varones, no andan insultando ni mostrando poder”, lo cual revela que  “es posible jugar al rugby y sostener sus reglas de otra manera”, aunque “tal como la muestran hoy en gran parte de los equipos es de una forma absolutamente machista”.

En este marco, el entrevistado sintetizó que “la forma de comportarse hoy de los varones es un problema de esta sociedad contemporánea que tiene su historia – que esperemos que podamos modificarlo- pero que en cada acto, en cada ejercicio de su masculinidad, estos varones hacen caso a ese mandato que el patriarcado exige y cuando llevan al acto o a la acción (cuando golpean o descalifican) están todas las supremacías presentes”.

“Esta crueldad que llevan adelante los varones sostiene un sistema injusto, sostiene un sistema en donde los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez son más pobres, sostiene desigualdades y, sobre todo,  esta crueldad sirve para jerarquizar la diferencia que existe entre los cuerpos, entre varones reconocidos como heterosexuales y los demás varones feminizados por el patriarcado o las mujeres, cuerpos trans o travestis, etc”, dijo.

En relación a cómo puede pensarse a partir de estas reflexiones las políticas públicas y las políticas educativas, Stola observó que “se suele decir que la educación es la forma de modificar esto pero ¿qué educación? ¿la que estamos recibiendo hoy? Porque esta es una educación que produce este tipo de machos y produce jovencitas dependientes, niñas dependientes. Entonces necesitamos una educación sexual integral pero tenemos amplios sectores que se oponen”.

En este sentido, el médico indicó que la ESI brinda la posibilidad de que desde la infancia se aprenda a respetar el cuerpo propio y el de otros, estableciendo “relaciones democráticas” y conformando “grupos democráticos y respetuosos de los demás grupos”. “Lo cierto es que lo que pasó en Villa Gesell va a volver a ocurrir gracias a estos sectores que están horrorizados pero que no hacen absolutamente nada para modificar la educación”, aseguró.

MOVILIZACIÓN

Convocan a una sentada pacífica para pedir justicia

La familia y los amigos de Fernando Báez Sosa convocaron para hoy a una sentada pacífica en reclamo de justicia.

El encuentro, que fue difundido por el Centro de Estudiantes del Colegio Marianista a través de la red social Instagram, fue convocado para las 18 de este jueves en la puerta de la casa donde vivía el joven, en la avenida Pueyrredón al 1800, en el barrio porteño de Recoleta.

“Tratemos de estar todos ahí para seguir pidiendo justicia y memoria por Fer #JusticiaPorFer”, indicó el texto dirigido al alumnado, que se marchará desde la puerta del colegio a las 17.

En tanto, ayer a la mañana las paredes de la institución de Caballito aparecieron cubiertas de carteles con la cara del joven y la leyenda “Justicia por Fernando, asesinado en Gesell”.

Una sociedad que cuestiona a la madre pero absuelve al padre: las críticas públicas a Pampita por la crianza de sus hijos reabren el debate

El escándalo mediático por las acusaciones de su ex niñera colocó a la modelo en el centro de los cuestionamientos sobre su maternidad. Y todo esto mientras Benjamín Vicuña quedaba al amparo de cualquier crítica de la opinión pública. La doble exigencia a la mujer y la imagen de hombre proveedor. La opinión de dos especialistas.

Por Lorena Lalín. Publicado en INFOBAE, Teleshow, 9 de enero 2020.-

https://www.infobae.com/teleshow/infoshow/2020/01/09/una-sociedad-que-cuestiona-a-la-madre-pero-absuelve-al-padre-las-criticas-publicas-a-pampita-por-la-crianza-de-sus-hijos-reabre-el-debate/

Pampita junto a Viviana Benítez en su casamiento
Pampita junto a Viviana Benítez en su casamiento

La maternidad es la más importante de todas las profesiones. Exige más conocimientos que cualquier otro asunto relacionado con el hombre, señalaba la activista feminista estadounidense Elizabeth Cady Stanton a mediados del siglo XIX, en tiempos donde la mujer intentaba ganar mayor espacio profesional. Si bien con el paso de las décadas muchos derechos exigidos son una realidad concreta -aunque otros tantos siguen en el haber-, todavía hoy la mujer continúa bajo una sociedad patriarcal que establece en la madre la responsabilidad absoluta de crianza de sus hijos, provocando fuertes crisis profesionales en quienes también intentan desarrollar su costado laboral.

Días atrás, el caso de Carolina Ardohain abrió un debate poco antes desarrollado. Una niñera que -con sus argumentos- realiza una serie de reclamos ante su empleadora, quien además de ocuparse de tres niños sostiene una carrera profesional desde hace dos décadas.

A ella se le exige públicamente que responda sobre el tiempo que le dedica a sus hijos, que sostenga la maternidad sin errores ni espacios vacíos. Debe explicar, además, dónde se quedan sus niños cuando realiza sus viajes, ya sean por trabajo o por placer. Y por supuesto, también tiene que lidiar con los parámetros del éxito que marca su mercado laboral, tanto en su rol de modelo como conductora de televisión.

Ahora bien, esta sociedad patriarcal no le recrimina al padre de esos niños la misma responsabilidad que le endilga a la madre. Así, mientras Pampita era juzgada por millones de espectadores en pleno litigio con Viviana Benítez, Benjamín Vicuña se encontraba en Chile desde hacía varias semanas, realizando una serie en su país natal, lejos de los conflictos que pusieron en el tapete a su ex mujer, y a miles de kilómetros de sus hijos. A salvo, al fin, de cualquier reproche.  Pero entonces, ¿por qué la sociedad aún reclama que la mujer afronte las exigencias tanto en la maternidad como en su desarrollo profesional, mientras que al hombre se le permiten fallas y ausencias en la paternidad, sin reclamos ni pedido de justificaciones, a la vez que se desarrolla en el plano laboral?

“Las sociedades siguen estando organizadas en función de los intereses y la mirada masculina: todavía existe la imagen de hombre proveedor, donde lo más importante es que aporte económicamente al grupo familiar -señala el médico psiquiatra Enrique Stola, especialista en temáticas de género, en diálogo con Teleshow-. Mientras tanto, hay una fuertísima exigencia a las mujeres, donde no solo deben aportar económicamente sino que además deben ser el sostén de sus hijos e hijas».

«Hoy se exige que las mujeres cumplan ese doble rol de trabajar fuera y dentro de la casa, además de ser excelentes madres y no equivocarse en nada. Al hombre no se lo cuestiona en su rol paterno porque en una sociedad patriarcal son ellos los juzgadores que no irán en contra de sus propios intereses, ni tampoco lo van a discutir las mujeres colonizadas por el machismo que sostienen la mirada masculina. Pero en realidad, tanto la ausencia o presencia de la madre, como la del padre, son muy importantes en la educación de los hijos”.

“Hay elementos en la sociedad que estamos deconstruyendo, que todavía insisten en el imaginario. Uno de ellos es el concepto de que los hijos son de la madre, y que por ese motivo ella es la única responsable«, sostiene la psicóloga María Rosa Nicatore. Luego de advertir que este «concepto ubica a los niños en lugar de objetos, cuando la responsabilidad y su crianza del niño es compartida”, Nicatore reafirma la importancia del proceso de desconstrucción que se desarrolla en la actualidad: “Es un proceso de volver a construir con los elementos que quedaron disponibles, no es una destrucción de lo que estaba”.

La mujer está siempre en situación de examen. Como profesional, mujer o madre le van a exigir más que al hombre, incluso sexualmente se le va a exigir más. Pero quien está exigiendo es lo masculino, esta forma de organización social en función de los intereses del hombre -añade Stola-. Muchísimas mujeres logran romper con ese mandato de exigencia que la sociedad machista le impone, pero muchas veces tienen que trabajar la culpa que surge por no estar cumpliendo esta exigencia de ser supermujeres en cada uno de los momentos de la vida”.

Ambos profesionales coinciden en la obligación de que las mujeres den respuestas por todas sus decisiones, y al ser ubicada en ese lugar, queda «expuesta, juzgada y mirada”. La terapeuta señala que nadie se pregunta qué pasa con esos hijos que observan ese comportamiento hacia su madre: “Los niños son olvidados, nadie se pregunta qué han de sentir cuando lean este juzgamiento público”.

Nicatore resalta una nueva mirada, propia de estos tiempos. “En este caso (el conflicto de Pampita con su niñera) hubo pronunciamiento a favor y otro en contra, y esto es algo positivo:hace unos años hubieran sido solo críticas. Sin embargo, se pronunciaron muchas voces defendiendo el derecho a la intimidad de la modelo, aunque no tantas hablando del derecho de una mujer a compartir su tiempo con su maternidad”.

“Hay una visión de que no importa lo que pase en la vida de una mujer: tiene que sufrir como una madre, tiene que dar la vida por sus hijos, tiene que renunciar a todo por la familia. Esos mandatos siguen estando muy vigentes, y se expresan también en muchos de los cuestionamientos que le hace la sociedad a las mujeres que tienen vidas púbicas”, alerta Stola.

Muchos profesionales han intentado a lo largo de las décadas romper con los mitos de la “madre todopoderosa” y el rol de la mujer ha sido analizado desde distintas disciplinas. “Donald Winnicott -prestigioso pediatra, psicólogo y psiquiatra inglés de principios del siglo XX- sostenía que la madre tenía que ser lo suficientemente buena. Y una madre lo suficientemente buena es una madre que puede también tener un espacio entre ella y todas sus vivencias -agrega la psicóloga-. En todo caso, serán sus hijos quienes podrán pedir cuenta de eso cuando sean grandes

Nicatore enfatiza la importancia de la realización personal y profesional de las mujeres, que permitan poder sostener una vida propia más allá de la figura de sus hijos: “¿Por qué suponer que lo mejor para un niño es quedar al cuidado de su madre, bajo su ala de su madre? En realidad, un apego excesivo favorece la aparición de diversas patologías”.

Stola aporta una mirada novedosa: considera que sería importante que las mujeres con perfil público comiencen a negarse de hablar o rendir explicaciones cuando son consultadas sobre su vida privada. “Así como la lucha de las feministas ha logrado hacer que se valorice el ‘no’ en diversos aspectos de la vida social de las mujeres, aquellas que tienen una alta exposición social también deberían decir: ‘No vamos a acceder a las preguntas que nos hacen los machirulos periodistas o las periodistas que tienen una visión machista de la vida, no vamos a aceptar dar respuesta a aquellas preguntas que nos colocan en una situación de alto nivel de exigencia’”, argumenta.

Vivimos en una sociedad que en muchos aspectos sigue queriendo a la mujer en la casa, con un rol fijo y preestablecido, porque esto genera certidumbres, cuando en realidad la vida consiste en transitar incertidumbres. Es un modelo patriarcal y autoritario; así no es la vida”, afirma Nicatore: “Para deconstruir hay que derribar las certezas que a lo largo de la historia determinaron las conductas esperadas para cada uno de nosotros y para cada género en particular”.

 

Stola es determinante en su conclusión: “Ninguna mujer debe dar explicaciones sobre cómo lleva adelante su vida, cómo cría a sus hijos, cómo utiliza su tiempo, cuánto le dedica a su vida profesional, a sus hijos, a su grupo familiar, a su pareja o a su amante”.

 

Enrique Stola: “Es tradición en la Iglesia católica destruir los cuerpos”

Enrique Stola | Foto captura Youtube documental Los monstruos no existen

El psicólogo y psiquiatra que intervino en los casos Grassi y Lorenzo habla de los patrones de encubrimiento a los abusos sexuales eclesiásticos tanto de la Iglesia como del Poder Judicial. Los efectos de la impunidad en las víctimas y la doble cara de Francisco, “que es Bergoglio”

Por Estefanía Velo y Daniel Satur* 6 de enero de 2020

“Los abusadores no son personajes siniestros, no son monstruos, no son enfermos. Son los machos socializados de estas sociedades patriarcales, donde prima la cultura de la violación sobre los cuerpos”, afirmó a este medio el médico psiquiatra Enrique Stola, en una extensa charla en su departamento del centro porteño.

Con una vasta trayectoria aportando sus conocimientos en favor de víctimas de abusos y maltratos, su rol fue determinante en la causa en la que se condenó a quince años de prisión al cura pedófilo Julio César Grassi y también en la causa penal por abusos sexuales y corrupción de menores contra el sacerdote recientemente suicidado Eduardo Lorenzo. Allí analizó a una de las víctimas y aportó al expediente su informe pericial.

En esta entrevista Stola remarca  cuáles son las caras de la institución milenaria que, según el activista por los derechos humanos y feminista -tal como se define él-, tiene una larga historia en la destrucción de los cuerpos y una facilidad de encubrir curas abusadores. Así lo hizo Francisco, “que es Bergoglio”, con Grassi. Así lo hacen todas las autoridades eclesiásticas porque su principal objetivo es “defender la Santa Madre Iglesia”.

P.: -Muchas veces se escucha desde el Poder Judicial, o de personas vinculadas a los abusadores para poner en duda las denuncias, que “ya pasaron muchos años, por qué vienen a denunciar ahora”. ¿Qué análisis tenés de esos comentarios? 

E.S.: -La mayoría de las víctimas tarda mucho tiempo en hablar. Porque sienten vergüenza; o porque no se dan cuenta de la gravedad de lo que han vivido y de las consecuencias que tienen para ellas; o porque se produce un mecanismo de negación automático en la mente como para poder sobrevivir y entonces no recuerdan. Y si recuerdan, aparecen algunas imágenes pero desafectivizadas, hasta que en un momento aparece el afecto, la emoción, que puede estar disparado por películas, imágenes, pesadillas que de golpe muestran lo vivido, entre otras cosas. Pero para el psiquismo no hay tiempo. Las personas hablan cuando pueden. Y eso puede durar muchísimos años, treinta, cuarenta, cincuenta.

P.: Además vivimos en una sociedad cargada de presiones, prejuicios y estigmatizaciones...

E.S.: A quienes estén leyendo les propongo que piensen en algún episodio de su vida, que no tenga que ver con abuso, que no lo han compartido con nadie y cuánto les cuesta compartirlo. Si eso, que no es abuso, les cuesta compartirlo, imagínense una situación de agresión sexual o una violación.

A eso hay que agregar todo el entramado cultural y los mandatos sociales. Es diferente que una víctima pueda hablar de un abuso en un hogar que tenga una dinámica democrática a que tenga una dinámica religiosa. En este último caso, donde hay un padre o una madre autoritaria, a la víctima le va a costar mucho más decir. Esos son aditamentos que ayudan a configurar que el abuso sea aún más grave todavía.

P.: -¿Cuesta mucho más cuando se trata de sobrevivientes varones?

E.S.: -Claro, es que los varones estamos socializados en una dinámica de dominación y de aprendizaje de la dominación. Por lo tanto estamos rindiendo pruebas permanentemente sobre la heterosexualidad obligatoria, sobre la fuerza, la destreza corporal, la lealtad a los otros hombres, etc. Entonces ahí también hay una serie de trabas culturales que dificultan hablar. Y además, para todas estas víctimas, hay una falta de educación sexual integral, que es lo que facilitaría que existan las palabras como para que empiece a circular la información.

P.: -Por tu experiencia de muchos años con el caso Grassi, ¿qué opinión tenés sobre el abordaje que hace la Iglesia en los casos de abusos sexuales eclesiásticos?

E.S.: -Las instituciones religiosas en general y la Iglesia católica en particular tienden a proteger a los abusadores sexuales. La Iglesia católica tiende a dar una gran cobertura a los abusadores porque tiene una larga historia en el maltrato de los cuerpos. Desde el Concilio de Nicea (año 325 d.c.) hasta hoy la Iglesia ha estado ligada al poder, manejando espacios políticos y cuerpos, entonces tiene una larguísima tradición en cuanto a la destrucción de los cuerpos y a la agresión sexual de los cuerpos.

P.: -¿Ves patrones comunes en los diferentes casos de curas abusadores? 

E.S.: -La cúpula eclesiástica tiene un patrón común: “nosotros tenemos que cuidar y salvar a la Santa Madre Iglesia (cuidarnos nosotros y a la institución) porque los de afuera la atacan”. A partir de ahí se justifica cualquier cosa. Puede haber algunos jerarcas un poco más sensibles que tratan de cuidar que estas cosas no ocurran. Pero son minoría. En el resto prima el ejercicio del poder y lo que tratan es de ir haciendo “cirugía”. Si hay personajes que son descubiertos y la realidad política y social no da para ocultarlos, bueno, los entregan. Pero si da para ocultarlos, los cuidan y siguen siendo parte de su comunidad. Porque en esa larga tradición de maltratar cuerpos, en última instancia un abuso sexual no es más que un simple “error”.

P.: -¿El Vaticano podría actuar de forma diferente a como lo hace?

E.S.: Todo esto ocurre porque el Vaticano es como es. No se le puede pedir que produzca algo que llevaría a la autodestrucción. Ellos están acostumbrados a la doble cara. Por ejemplo, hablan de democracia mientras el Vaticano es un Estado absolutista, así lo dice su propia constitución. Hablan de amor, pero son profundamente vengativos y odian. Allí donde la sociedad civil no es fuerte, como puede ocurrir en países de Centroamérica, son capaces de hacer cualquier cosa aliados al poder. Ciertas diferencias que se muestran en los “papeles” entre el Vaticano (como Estado) y la Iglesia católica (como institución religiosa) en la realidad no existen, son todo una misma cosa. Son un Estado y una Iglesia absolutistas, atravesados por la hipocresía y con un marketing muy bueno, sumamente eficaz.

P.: -Respecto al “amor”, es una de las instituciones que más usa ese término como parte de su propaganda...

E.S.: El “amor cristiano” es parte de ese marketing y, básicamente, está pensado para el sometimiento de las mujeres, buscando el ejercicio de la dominación de los hombres sobre los cuerpos feminizados por el patriarcado.

P.: -¿Cuál es tu opinión sobre las directivas y los discursos del papa Francisco sobre el tema de los abusos sexuales eclesiásticos?

E. S.: -Francisco, que es Bergoglio, tiene en Argentina el caso que demuestra su complicidad: el caso de Julio César Grassi, quien hoy sigue siendo cura porque Bergoglio quiere que lo siga siendo. Este es el caso que claramente demuestra la complicidad de Francisco, que es Bergoglio, con Grassi y estos mecanismos de abusos y maltratos a niños y niñas. Él es quien lidera la lucha contra los estudios de género en todo el mundo, descalificándolos hablando de “ideología de género”. Es quien se opone a la Educación Sexual Integral.

P.: -Sin embargo en Argentina (y obviamente en otros países) hay mucha gente que defiende a Bergoglio y hasta intenta mostrar un rostro suyo casi “revolucionario”...

E.S.: Yo soy peronista. Y cuando los compañeros me dicen que no se puede cuestionar a Bergoglio “en este momento que Francisco habla del capitalismo…”, yo les respondo “¡como si la Iglesia no tuviera nada que ver con el desarrollo capitalista!”. Históricamente la Iglesia tuvo que ver con el desarrollo capitalista. Tuvo que ver con la caída de los autoritarismos estalinistas. Y hoy tiene que ver con el sostenimiento del neoliberalismo. Que se dejen de joder…

El caso Lorenzo, otro caso a imagen y semejanza

P.: Vos acompañaste a dos niños denunciantes de Grassi, luego también declaraste como testigo en el juicio, y ello te costó amenazas, persecuciones y hasta una denuncia del mismo Grassi, ¿cómo vivís esa situación?

E.S.: -Lo viví muy mal, sobre todo cuando entraron tres veces a mi casa y me atacaron físicamente. Estuve con estrés postraumático. Yo viví los tiempos de la dictadura y uno está psicológicamente preparado para resistir a la dictadura, pero cuando el ataque viene en una situación de democracia uno no tiene esas defensas psicológicas. Y la pasé muy mal. Es un caso que se llevó muchos años de mi vida, donde invertí mucho tiempo asistiendo y conteniendo a la persona por la cual fue condenado el cura, destrabando y haciendo visibles maniobras judiciales que iban en contra de los derechos de mi paciente. Yo creo que Francisco, que es Bergoglio, entiende perfectamente la bronca que tengo con él.

P.: -En septiembre pasado, cuando se realizó una inspección ocular en la parroquia de Gonnet donde vivía el cura Eduardo Lorenzo, la Fiscalía permitió la presencia del abusador en el mismo sitio donde estaba el joven denunciante. ¿Cómo afecta el encuentro, después de años, entre víctima y victimario? ¿Por qué creés que el Poder Judicial permite que sucedan estas cosas?

E.S.: -Es terrible esa situación, es una revictimización. Las y los funcionarios judiciales no desconocen esa situación, no son ingenuos. Recuerdo que cuando tuve que declarar en el caso Grassi dije que hubo funcionarios judiciales que trabajaron muy bien pero también hubo otros, una increíble cantidad, que en mí generaron un prejuicio que sostengo: todo funcionario judicial es sospechoso hasta que demuestre lo contrario. Hay que verlos actuar. Eso lo dije en el juicio, se hizo un enorme silencio en la sala, y les dije a los jueces que si sabiendo lo que significan los abusos sexuales sentaron a Grassi a pocos metros de las víctimas, yo tenía que pensar que lo hacían para que esas víctimas quedaran paralizadas ante la mirada del cura.

Porque eso es lo que producen estos hechos, una parálisis, un maremoto de recuerdos, de todas las agresiones sufridas. Es una expresión del poder absoluto del agresor sexual que aparece en esos momentos, incluso en un allanamiento. Lo mismo les pasa a las mujeres cuando algún juez de familia, por el tema de alimentos, junta al golpeador con su víctima.

En el caso de Diego y Lorenzo, la fiscal y sus funcionarios debieron tomar esa previsión básica, saber dónde iba a estar el agresor en ese momento a fin de no cruzarse con la víctima. Se supone que su responsabilidad es proteger a las víctimas, pero terminan demostrando insensibilidad, falta de formación y, en definitiva, complicidad con la situación. Eso es terrible para las víctimas. Esperemos que cuando realmente se lleve adelante la Ley Micaela, estos personajes puedan aprender lo que hay que hacer.

Las dificultades que enfrentan quienes han sido víctimas de abusos sexuales con respecto al sistema judicial de conjunto (jueces, fiscales, abogados, abogadas, psiquiatras, psicólogos, psicólogas, trabajadoras sociales, etc.) son muchas y grandes. En nuestras sociedades no se facilita la llegada y la protección de las personas agredidas y eso facilita la protección de los agresores.

P.: Según el informe pericial de la Corte Suprema de Justicia Bonaerense, el cura Eduardo Lorenzo tenía una “personalidad con características de manipulación, elevado autocentramiento y egocentrismo. Una organización psíquica compleja, presentación obsesiva de imagen grandilocuente de sí que encubre una estructura psicopática perversa”. Hay quienes pueden pensar, al leer eso, que Lorenzo estaba “enfermo” o “loco” ¿Quienes cometen estos delitos realmente lo están?

E.S.: -Una estructura psicopática no es una enfermedad, es algo que vino así de nacimiento y se ha ido estructurando a lo largo de la vida, sobre todo en los primeros años. Y no toda persona que tiene una estructura psicopática va a ser un agresor sexual. De hecho pueden haber psicodiagnósticos de dos personas diferentes que arrojan resultados más o menos parecidos pero resulta que uno es un agresor sexual y el otro persona no. No es una cuestión de patología, porque si no todos tendrían la misma conducta. Si fuera así, incluso se podría hacer una evaluación de gran parte de la población y determinar quiénes serán abusadores sexuales. Y eso no es posible.

P: Es decir que no son los “monstruos” que a veces pretenden construir ciertos relatos, reproducidos incluso por grandes medios de comunicación...

E.S.: -Para nada. Los abusadores no son personajes siniestros, no son monstruos, no son enfermos. Son los machos socializados de estas sociedades patriarcales, donde prima la cultura de la violación sobre los cuerpos, que llevan hasta las últimas consecuencias ese tipo de instrucción y ejercicio del poder, sin límites, sobre niños, niñas, niñes, mujeres u otros hombres.

Que los casos de abusos o violaciones aparezcan cada tanto públicamente no significa que sean raros, sino que son los que se conocen. Pero todos los días hay millones de violaciones y abusos sexuales en todo el mundo.

P.: -¿Qué impresiones te dejó el suicidio (al menos eso asegura el Poder Judicial que pasó con él) de Lorenzo? ¿Es común que personalidades de este tipo se suiciden?

E.S.: -Alguna vez pensé que Grassi se iba a suicidar y no lo hizo. Fue más vivo, sigue siendo cura y tal como viene la mano hasta puede llegar a ser papa (risa irónica). A Lorenzo prácticamente no lo conocí. Pero sí hay muchos curas que se han suicidado, en el mundo, al ser descubiertos. Lo que sí aparece claro en este caso es el descuido del Poder Judicial y de sus abogados. Porque no es que se le informó, se lo detuvo y se lo metió preso para tener los cuidados correspondientes y soportar el impacto de ese golpe narcisista de que lo hayan descubierto. Hubo toda una maniobra para que el tipo quedara libre y, bueno, ahí tienen los resultados. El Poder Judicial no cuida a la víctimas y, por otro lado, por complicidad también descuida a los agresores.

P.: -¿Qué consecuencias pueden tener en las víctimas la muerte abrupta de Lorenzo, quedando en los hechos impune? 

E.S: -Lo que generalmente ocurre es que las víctimas sienten una profunda impotencia. Porque que el abusador pase por el proceso de ser juzgado, condenado y que se haga justicia, aunque es una situación muy dura para ellas es también un proceso que les permite elaborar muchas cuestiones vividas, sobre todo las culpas que suelen sentir y han introyectado. Hay víctimas que hoy están pensando “él se suicidó pero en mi mente sigue estando vivo”. Y eso es lo grave. Si la justicia hubiera actuado correctamente, en la mente de esos jóvenes esa figura se iría apagando. Pero como no ocurrió, ahora Lorenzo va a estar vivo por mucho tiempo en esas mentes.

P.: -¿Considerás que ahora otras víctimas pueden sentirse más fuertes para salir a hablar y denunciar tanto los abusos como el encubrimiento eclesiástico?

E.S.: -Es posible que, ahora que él está muerto, algunas víctimas se sientan más seguras para hablar. Pero ellas también siguieron seguramente con atención el maltrato que tuvieron quienes denunciaron por parte del Poder Judicial y debe también estar el miedo a vivir un maltrato parecido aunque esté muerto el agresor. Así que no sé hasta qué punto pueden llegar a aparecer otras víctimas y en lugar de salir públicamente dirán “ya se murió, trato de ocultar todo esto, lo hablaré con un terapeuta y punto”.

P.: -¿Qué mensaje le enviarías a esas personas?

E.S.: -Yo les sugiero que lo trabajen con un terapeuta y luego vean si hay algo que quieren compartir socialmente, cuando tengan la seguridad de que lo pueden hacer sin que signifique un daño para ellos y sí signifique un acto reparador, que lo hagan.

Las luchas sobrevivientes

P.: -¿Qué rol juegan las organizaciones de sobrevivientes que luchan contra los abusos sexuales?

E.S: -Las organizaciones de sobrevivientes en general, sean de abusos sexuales eclesiásticos o de otro tipo, son muy importantes. Hay una propaganda de Alcohólicos Anónimos que dice “nosotros estuvimos ahí”, es una frase fuerte que está diciendo sabemos de qué hablamos cuando hablamos de esto. Para las personas que han vivido la particularidad de una agresión sexual y pueden hablar entre pares, es profundamente reparador. Es cierto que para algunas personas es algo demasiado movilizador y necesitan un tiempo para poder participar. Pero esos grupos son siempre muy sanadores, ayudan mucho a la reparación.

P.: -¿Qué paralelismo podés hacer entre los casos Grassi y Lorenzo?

E.S.: -El principal paralelismo entre los casos Lorenzo y Grassi, creo, fue el de la estrategia de protección de la Iglesia hacia esos curas. Aparece muy claro en lo que es La Plata, donde dos arzobispos aparentemente en posiciones muy diferentes, Aguer y Fernández, tienen la misma actitud de protección hacia el abusador. El actual arzobispo tiene una parla más progre, en sintonía con Francisco, que es Bergoglio, pero en la práctica actúan todos iguales.

También hay una similitud en ambos casos, que es la descalificación de las víctimas, con amenazas constantes. Eso es algo que aparece muy claramente cuando se trata de agresores sexuales con mucho poder, que hacen llegar las amenazas por diferentes lugares. Eso repercute mucho en las víctimas.

P.: -¿Cómo se puede avanzar en la búsqueda de la verdad con el agresor sexual ya muerto, como es el caso de Lorenzo?

E.S.: Con Lorenzo ya muerto, creo que hay que ver el tema de la responsabilidad de la institución eclesiástica. Porque cada vez que aparece un caso de estas características, la Iglesia no puede seguir ocultándolo. Siempre tienden a decir “ah, eso no pertenece a nosotros”. En Estados Unidos aparece muy clara la responsabilidad de la Iglesia como institución y los jueces lo tienen muy claro. ¿Por qué acá los jueces y las juezas católicas evitan eso y tratan de tomar al cura abusador como alguien que se “desprendió” la de la Santa Institución que no hizo nada y no accionan contra la institución? Eso, en América Latina, es parte de una estrategia muy lúcida que “su Santidad” ha elaborado.

P.: -¿Por qué la Iglesia no piensa en las víctimas, no se da un tarea para cuidarlos y protegerlos?

E.S.: -A ellos nunca les interesaron las víctimas. Bergoglio nunca les mandó ni siquiera un abrazo a la distancia a las víctimas de Grassi. En Chile pasó lo mismo y solo se vieron obligados a darles pelota a las víctimas cuando se dieron cuenta que algunas de ellas eran de la clase alta y tenían fuerte poder económico y político. Pero a los “negritos” y a las “negritas” la Iglesia no les da pelota. A ellos les interesa solo protegerse. No les importa la gente. Los dos enviados por Francisco, que es Bergoglio, a Mendoza para actuar en el caso Provolo, fueron para defender a los curas y ni les interesaron las víctimas. Eso es verso.

P.: -¿Viste la última película Los dos papas? ¿Qué opinión tenés sobre esa producción?

E.S.: -La vi hasta la mitad, tengo que terminar de verla. Pero hasta lo que vi, me pareció terriblemente falsa.

P.: -¿Qué mensaje le dejás a las personas que están leyendo esta entrevista?

E.S.: -Que a las personas que relatan haber sufrido una situación de abuso, siempre hay que partir creyéndoles. Eso no significa que uno no vaya a buscar elementos objetivos que fortalezcan la situación, pero tiene que existir primero esa empatía emocional de creerles. Eso en sí mismo ya facilita la posibilidad de recuperación. Que te crean es un acto de reparación.

A quienes fueron víctimas de abuso sexual hay que ayudarles a elaborar una estrategia, no ir “crudos” o ingenuamente al Poder Judicial que (esto lo saben bien quienes ya lo padecieron) puede ser una trituradora de carne. Hay que partir de que la “justicia” no existe, el Poder Judicial es un regulador en la sociedad al que, por lo tanto, hay que ir con una estrategia para tratar de conseguir un acto que se considere justo.

*Una producción de La Izquierda Diario y Pulso Noticias.

El psicólogo y psiquiatra que intervino en los casos Grassi y Lorenzo habla de los patrones de encubrimiento a los abusos sexuales eclesiásticos tanto de la Iglesia como del Poder Judicial. Los efectos de la impunidad en las víctimas y la doble cara de Francisco, “que es Bergoglio”

Por Estefanía Velo y Daniel Satur*

“Los abusadores no son personajes siniestros, no son monstruos, no son enfermos. Son los machos socializados de estas sociedades patriarcales, donde prima la cultura de la violación sobre los cuerpos”, afirmó a este medio el médico psiquiatra Enrique Stola, en una extensa charla en su departamento del centro porteño.

Con una vasta trayectoria aportando sus conocimientos en favor de víctimas de abusos y maltratos, su rol fue determinante en la causa en la que se condenó a quince años de prisión al cura pedófilo Julio César Grassi y también en la causa penal por abusos sexuales y corrupción de menores contra el sacerdote recientemente suicidado Eduardo Lorenzo. Allí analizó a una de las víctimas y aportó al expediente su informe pericial.

En esta entrevista Stola remarca  cuáles son las caras de la institución milenaria que, según el activista por los derechos humanos y feminista -tal como se define él-, tiene una larga historia en la destrucción de los cuerpos y una facilidad de encubrir curas abusadores. Así lo hizo Francisco, “que es Bergoglio”, con Grassi. Así lo hacen todas las autoridades eclesiásticas porque su principal objetivo es “defender la Santa Madre Iglesia”.

P.: -Muchas veces se escucha desde el Poder Judicial, o de personas vinculadas a los abusadores para poner en duda las denuncias, que “ya pasaron muchos años, por qué vienen a denunciar ahora”. ¿Qué análisis tenés de esos comentarios? 

E.S.: -La mayoría de las víctimas tarda mucho tiempo en hablar. Porque sienten vergüenza; o porque no se dan cuenta de la gravedad de lo que han vivido y de las consecuencias que tienen para ellas; o porque se produce un mecanismo de negación automático en la mente como para poder sobrevivir y entonces no recuerdan. Y si recuerdan, aparecen algunas imágenes pero desafectivizadas, hasta que en un momento aparece el afecto, la emoción, que puede estar disparado por películas, imágenes, pesadillas que de golpe muestran lo vivido, entre otras cosas. Pero para el psiquismo no hay tiempo. Las personas hablan cuando pueden. Y eso puede durar muchísimos años, treinta, cuarenta, cincuenta.

P.: Además vivimos en una sociedad cargada de presiones, prejuicios y estigmatizaciones...

E.S.: A quienes estén leyendo les propongo que piensen en algún episodio de su vida, que no tenga que ver con abuso, que no lo han compartido con nadie y cuánto les cuesta compartirlo. Si eso, que no es abuso, les cuesta compartirlo, imagínense una situación de agresión sexual o una violación.

A eso hay que agregar todo el entramado cultural y los mandatos sociales. Es diferente que una víctima pueda hablar de un abuso en un hogar que tenga una dinámica democrática a que tenga una dinámica religiosa. En este último caso, donde hay un padre o una madre autoritaria, a la víctima le va a costar mucho más decir. Esos son aditamentos que ayudan a configurar que el abuso sea aún más grave todavía.

P.: -¿Cuesta mucho más cuando se trata de sobrevivientes varones?

E.S.: -Claro, es que los varones estamos socializados en una dinámica de dominación y de aprendizaje de la dominación. Por lo tanto estamos rindiendo pruebas permanentemente sobre la heterosexualidad obligatoria, sobre la fuerza, la destreza corporal, la lealtad a los otros hombres, etc. Entonces ahí también hay una serie de trabas culturales que dificultan hablar. Y además, para todas estas víctimas, hay una falta de educación sexual integral, que es lo que facilitaría que existan las palabras como para que empiece a circular la información.

P.: -Por tu experiencia de muchos años con el caso Grassi, ¿qué opinión tenés sobre el abordaje que hace la Iglesia en los casos de abusos sexuales eclesiásticos?

E.S.: -Las instituciones religiosas en general y la Iglesia católica en particular tienden a proteger a los abusadores sexuales. La Iglesia católica tiende a dar una gran cobertura a los abusadores porque tiene una larga historia en el maltrato de los cuerpos. Desde el Concilio de Nicea (año 325 d.c.) hasta hoy la Iglesia ha estado ligada al poder, manejando espacios políticos y cuerpos, entonces tiene una larguísima tradición en cuanto a la destrucción de los cuerpos y a la agresión sexual de los cuerpos.

P.: -¿Ves patrones comunes en los diferentes casos de curas abusadores? 

E.S.: -La cúpula eclesiástica tiene un patrón común: “nosotros tenemos que cuidar y salvar a la Santa Madre Iglesia (cuidarnos nosotros y a la institución) porque los de afuera la atacan”. A partir de ahí se justifica cualquier cosa. Puede haber algunos jerarcas un poco más sensibles que tratan de cuidar que estas cosas no ocurran. Pero son minoría. En el resto prima el ejercicio del poder y lo que tratan es de ir haciendo “cirugía”. Si hay personajes que son descubiertos y la realidad política y social no da para ocultarlos, bueno, los entregan. Pero si da para ocultarlos, los cuidan y siguen siendo parte de su comunidad. Porque en esa larga tradición de maltratar cuerpos, en última instancia un abuso sexual no es más que un simple “error”.

P.: -¿El Vaticano podría actuar de forma diferente a como lo hace?

E.S.: Todo esto ocurre porque el Vaticano es como es. No se le puede pedir que produzca algo que llevaría a la autodestrucción. Ellos están acostumbrados a la doble cara. Por ejemplo, hablan de democracia mientras el Vaticano es un Estado absolutista, así lo dice su propia constitución. Hablan de amor, pero son profundamente vengativos y odian. Allí donde la sociedad civil no es fuerte, como puede ocurrir en países de Centroamérica, son capaces de hacer cualquier cosa aliados al poder. Ciertas diferencias que se muestran en los “papeles” entre el Vaticano (como Estado) y la Iglesia católica (como institución religiosa) en la realidad no existen, son todo una misma cosa. Son un Estado y una Iglesia absolutistas, atravesados por la hipocresía y con un marketing muy bueno, sumamente eficaz.

P.: -Respecto al “amor”, es una de las instituciones que más usa ese término como parte de su propaganda...

E.S.: El “amor cristiano” es parte de ese marketing y, básicamente, está pensado para el sometimiento de las mujeres, buscando el ejercicio de la dominación de los hombres sobre los cuerpos feminizados por el patriarcado.

P.: -¿Cuál es tu opinión sobre las directivas y los discursos del papa Francisco sobre el tema de los abusos sexuales eclesiásticos?

E. S.: -Francisco, que es Bergoglio, tiene en Argentina el caso que demuestra su complicidad: el caso de Julio César Grassi, quien hoy sigue siendo cura porque Bergoglio quiere que lo siga siendo. Este es el caso que claramente demuestra la complicidad de Francisco, que es Bergoglio, con Grassi y estos mecanismos de abusos y maltratos a niños y niñas. Él es quien lidera la lucha contra los estudios de género en todo el mundo, descalificándolos hablando de “ideología de género”. Es quien se opone a la Educación Sexual Integral.

P.: -Sin embargo en Argentina (y obviamente en otros países) hay mucha gente que defiende a Bergoglio y hasta intenta mostrar un rostro suyo casi “revolucionario”...

E.S.: Yo soy peronista. Y cuando los compañeros me dicen que no se puede cuestionar a Bergoglio “en este momento que Francisco habla del capitalismo…”, yo les respondo “¡como si la Iglesia no tuviera nada que ver con el desarrollo capitalista!”. Históricamente la Iglesia tuvo que ver con el desarrollo capitalista. Tuvo que ver con la caída de los autoritarismos estalinistas. Y hoy tiene que ver con el sostenimiento del neoliberalismo. Que se dejen de joder…

El caso Lorenzo, otro caso a imagen y semejanza

P.: Vos acompañaste a dos niños denunciantes de Grassi, luego también declaraste como testigo en el juicio, y ello te costó amenazas, persecuciones y hasta una denuncia del mismo Grassi, ¿cómo vivís esa situación?

E.S.: -Lo viví muy mal, sobre todo cuando entraron tres veces a mi casa y me atacaron físicamente. Estuve con estrés postraumático. Yo viví los tiempos de la dictadura y uno está psicológicamente preparado para resistir a la dictadura, pero cuando el ataque viene en una situación de democracia uno no tiene esas defensas psicológicas. Y la pasé muy mal. Es un caso que se llevó muchos años de mi vida, donde invertí mucho tiempo asistiendo y conteniendo a la persona por la cual fue condenado el cura, destrabando y haciendo visibles maniobras judiciales que iban en contra de los derechos de mi paciente. Yo creo que Francisco, que es Bergoglio, entiende perfectamente la bronca que tengo con él.

P.: -En septiembre pasado, cuando se realizó una inspección ocular en la parroquia de Gonnet donde vivía el cura Eduardo Lorenzo, la Fiscalía permitió la presencia del abusador en el mismo sitio donde estaba el joven denunciante. ¿Cómo afecta el encuentro, después de años, entre víctima y victimario? ¿Por qué creés que el Poder Judicial permite que sucedan estas cosas?

E.S.: -Es terrible esa situación, es una revictimización. Las y los funcionarios judiciales no desconocen esa situación, no son ingenuos. Recuerdo que cuando tuve que declarar en el caso Grassi dije que hubo funcionarios judiciales que trabajaron muy bien pero también hubo otros, una increíble cantidad, que en mí generaron un prejuicio que sostengo: todo funcionario judicial es sospechoso hasta que demuestre lo contrario. Hay que verlos actuar. Eso lo dije en el juicio, se hizo un enorme silencio en la sala, y les dije a los jueces que si sabiendo lo que significan los abusos sexuales sentaron a Grassi a pocos metros de las víctimas, yo tenía que pensar que lo hacían para que esas víctimas quedaran paralizadas ante la mirada del cura.

Porque eso es lo que producen estos hechos, una parálisis, un maremoto de recuerdos, de todas las agresiones sufridas. Es una expresión del poder absoluto del agresor sexual que aparece en esos momentos, incluso en un allanamiento. Lo mismo les pasa a las mujeres cuando algún juez de familia, por el tema de alimentos, junta al golpeador con su víctima.

En el caso de Diego y Lorenzo, la fiscal y sus funcionarios debieron tomar esa previsión básica, saber dónde iba a estar el agresor en ese momento a fin de no cruzarse con la víctima. Se supone que su responsabilidad es proteger a las víctimas, pero terminan demostrando insensibilidad, falta de formación y, en definitiva, complicidad con la situación. Eso es terrible para las víctimas. Esperemos que cuando realmente se lleve adelante la Ley Micaela, estos personajes puedan aprender lo que hay que hacer.

Las dificultades que enfrentan quienes han sido víctimas de abusos sexuales con respecto al sistema judicial de conjunto (jueces, fiscales, abogados, abogadas, psiquiatras, psicólogos, psicólogas, trabajadoras sociales, etc.) son muchas y grandes. En nuestras sociedades no se facilita la llegada y la protección de las personas agredidas y eso facilita la protección de los agresores.

P.: Según el informe pericial de la Corte Suprema de Justicia Bonaerense, el cura Eduardo Lorenzo tenía una “personalidad con características de manipulación, elevado autocentramiento y egocentrismo. Una organización psíquica compleja, presentación obsesiva de imagen grandilocuente de sí que encubre una estructura psicopática perversa”. Hay quienes pueden pensar, al leer eso, que Lorenzo estaba “enfermo” o “loco” ¿Quienes cometen estos delitos realmente lo están?

E.S.: -Una estructura psicopática no es una enfermedad, es algo que vino así de nacimiento y se ha ido estructurando a lo largo de la vida, sobre todo en los primeros años. Y no toda persona que tiene una estructura psicopática va a ser un agresor sexual. De hecho pueden haber psicodiagnósticos de dos personas diferentes que arrojan resultados más o menos parecidos pero resulta que uno es un agresor sexual y el otro persona no. No es una cuestión de patología, porque si no todos tendrían la misma conducta. Si fuera así, incluso se podría hacer una evaluación de gran parte de la población y determinar quiénes serán abusadores sexuales. Y eso no es posible.

P: Es decir que no son los “monstruos” que a veces pretenden construir ciertos relatos, reproducidos incluso por grandes medios de comunicación...

E.S.: -Para nada. Los abusadores no son personajes siniestros, no son monstruos, no son enfermos. Son los machos socializados de estas sociedades patriarcales, donde prima la cultura de la violación sobre los cuerpos, que llevan hasta las últimas consecuencias ese tipo de instrucción y ejercicio del poder, sin límites, sobre niños, niñas, niñes, mujeres u otros hombres.

Que los casos de abusos o violaciones aparezcan cada tanto públicamente no significa que sean raros, sino que son los que se conocen. Pero todos los días hay millones de violaciones y abusos sexuales en todo el mundo.

P.: -¿Qué impresiones te dejó el suicidio (al menos eso asegura el Poder Judicial que pasó con él) de Lorenzo? ¿Es común que personalidades de este tipo se suiciden?

E.S.: -Alguna vez pensé que Grassi se iba a suicidar y no lo hizo. Fue más vivo, sigue siendo cura y tal como viene la mano hasta puede llegar a ser papa (risa irónica). A Lorenzo prácticamente no lo conocí. Pero sí hay muchos curas que se han suicidado, en el mundo, al ser descubiertos. Lo que sí aparece claro en este caso es el descuido del Poder Judicial y de sus abogados. Porque no es que se le informó, se lo detuvo y se lo metió preso para tener los cuidados correspondientes y soportar el impacto de ese golpe narcisista de que lo hayan descubierto. Hubo toda una maniobra para que el tipo quedara libre y, bueno, ahí tienen los resultados. El Poder Judicial no cuida a la víctimas y, por otro lado, por complicidad también descuida a los agresores.

P.: -¿Qué consecuencias pueden tener en las víctimas la muerte abrupta de Lorenzo, quedando en los hechos impune? 

E.S: -Lo que generalmente ocurre es que las víctimas sienten una profunda impotencia. Porque que el abusador pase por el proceso de ser juzgado, condenado y que se haga justicia, aunque es una situación muy dura para ellas es también un proceso que les permite elaborar muchas cuestiones vividas, sobre todo las culpas que suelen sentir y han introyectado. Hay víctimas que hoy están pensando “él se suicidó pero en mi mente sigue estando vivo”. Y eso es lo grave. Si la justicia hubiera actuado correctamente, en la mente de esos jóvenes esa figura se iría apagando. Pero como no ocurrió, ahora Lorenzo va a estar vivo por mucho tiempo en esas mentes.

P.: -¿Considerás que ahora otras víctimas pueden sentirse más fuertes para salir a hablar y denunciar tanto los abusos como el encubrimiento eclesiástico?

E.S.: -Es posible que, ahora que él está muerto, algunas víctimas se sientan más seguras para hablar. Pero ellas también siguieron seguramente con atención el maltrato que tuvieron quienes denunciaron por parte del Poder Judicial y debe también estar el miedo a vivir un maltrato parecido aunque esté muerto el agresor. Así que no sé hasta qué punto pueden llegar a aparecer otras víctimas y en lugar de salir públicamente dirán “ya se murió, trato de ocultar todo esto, lo hablaré con un terapeuta y punto”.

P.: -¿Qué mensaje le enviarías a esas personas?

E.S.: -Yo les sugiero que lo trabajen con un terapeuta y luego vean si hay algo que quieren compartir socialmente, cuando tengan la seguridad de que lo pueden hacer sin que signifique un daño para ellos y sí signifique un acto reparador, que lo hagan.

Las luchas sobrevivientes

P.: -¿Qué rol juegan las organizaciones de sobrevivientes que luchan contra los abusos sexuales?

E.S: -Las organizaciones de sobrevivientes en general, sean de abusos sexuales eclesiásticos o de otro tipo, son muy importantes. Hay una propaganda de Alcohólicos Anónimos que dice “nosotros estuvimos ahí”, es una frase fuerte que está diciendo sabemos de qué hablamos cuando hablamos de esto. Para las personas que han vivido la particularidad de una agresión sexual y pueden hablar entre pares, es profundamente reparador. Es cierto que para algunas personas es algo demasiado movilizador y necesitan un tiempo para poder participar. Pero esos grupos son siempre muy sanadores, ayudan mucho a la reparación.

P.: -¿Qué paralelismo podés hacer entre los casos Grassi y Lorenzo?

E.S.: -El principal paralelismo entre los casos Lorenzo y Grassi, creo, fue el de la estrategia de protección de la Iglesia hacia esos curas. Aparece muy claro en lo que es La Plata, donde dos arzobispos aparentemente en posiciones muy diferentes, Aguer y Fernández, tienen la misma actitud de protección hacia el abusador. El actual arzobispo tiene una parla más progre, en sintonía con Francisco, que es Bergoglio, pero en la práctica actúan todos iguales.

También hay una similitud en ambos casos, que es la descalificación de las víctimas, con amenazas constantes. Eso es algo que aparece muy claramente cuando se trata de agresores sexuales con mucho poder, que hacen llegar las amenazas por diferentes lugares. Eso repercute mucho en las víctimas.

P.: -¿Cómo se puede avanzar en la búsqueda de la verdad con el agresor sexual ya muerto, como es el caso de Lorenzo?

E.S.: Con Lorenzo ya muerto, creo que hay que ver el tema de la responsabilidad de la institución eclesiástica. Porque cada vez que aparece un caso de estas características, la Iglesia no puede seguir ocultándolo. Siempre tienden a decir “ah, eso no pertenece a nosotros”. En Estados Unidos aparece muy clara la responsabilidad de la Iglesia como institución y los jueces lo tienen muy claro. ¿Por qué acá los jueces y las juezas católicas evitan eso y tratan de tomar al cura abusador como alguien que se “desprendió” la de la Santa Institución que no hizo nada y no accionan contra la institución? Eso, en América Latina, es parte de una estrategia muy lúcida que “su Santidad” ha elaborado.

P.: -¿Por qué la Iglesia no piensa en las víctimas, no se da un tarea para cuidarlos y protegerlos?

E.S.: -A ellos nunca les interesaron las víctimas. Bergoglio nunca les mandó ni siquiera un abrazo a la distancia a las víctimas de Grassi. En Chile pasó lo mismo y solo se vieron obligados a darles pelota a las víctimas cuando se dieron cuenta que algunas de ellas eran de la clase alta y tenían fuerte poder económico y político. Pero a los “negritos” y a las “negritas” la Iglesia no les da pelota. A ellos les interesa solo protegerse. No les importa la gente. Los dos enviados por Francisco, que es Bergoglio, a Mendoza para actuar en el caso Provolo, fueron para defender a los curas y ni les interesaron las víctimas. Eso es verso.

P.: -¿Viste la última película Los dos papas? ¿Qué opinión tenés sobre esa producción?

E.S.: -La vi hasta la mitad, tengo que terminar de verla. Pero hasta lo que vi, me pareció terriblemente falsa.

P.: -¿Qué mensaje le dejás a las personas que están leyendo esta entrevista?

E.S.: -Que a las personas que relatan haber sufrido una situación de abuso, siempre hay que partir creyéndoles. Eso no significa que uno no vaya a buscar elementos objetivos que fortalezcan la situación, pero tiene que existir primero esa empatía emocional de creerles. Eso en sí mismo ya facilita la posibilidad de recuperación. Que te crean es un acto de reparación.

A quienes fueron víctimas de abuso sexual hay que ayudarles a elaborar una estrategia, no ir “crudos” o ingenuamente al Poder Judicial que (esto lo saben bien quienes ya lo padecieron) puede ser una trituradora de carne. Hay que partir de que la “justicia” no existe, el Poder Judicial es un regulador en la sociedad al que, por lo tanto, hay que ir con una estrategia para tratar de conseguir un acto que se considere justo.

*Una producción de La Izquierda Diario y Pulso Noticias.

Enrique Stola: “Es tradición en la Iglesia católica destruir los cuerpos”

http://www.laizquierdadiario.com/Enrique-Stola-Es-tradicion-en-la-Iglesia-catolica-destruir-los-cuerpos?fbclid=IwAR2EsWSv5RoFIDWTK7MG6w73ECkOefXL0It107_X_cACHtGheWpVx_2cDNw

Debo clarar que no soy psicólogo sino Especialista en Psicología Clínica. Enrique Stola

 

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